ELEGIR: SER MILITAR O SER POLITICO. Por Tilio Coronel Grillo

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El militar no puede ser político y militar al mismo tiempo. O es una cosa o es la

otra. Nuestra formación así lo determina y no nos capacita para ejercer ambas funciones en forma simultánea.

El militar siempre tiene como norma decir la verdad. El político no actúa así.

No le preocupa decir verdades o mentiras. Su interés es demostrar que la razón está de su parte.

El militar, ante una pregunta en cualquier asunto responde «si» o «no». Y cierra el brete sin dejar alguna vía de escape. El político responde «si pero no» y acomoda su pensamiento a las futuras y diversas  variaciones .

El militar aprende a planificar en el marco de » peor posibilidad » y sus decisiones, aunque acertadas, no le llegan al votante porque éste no quiere que le hablen de » lo peor».

El político habla siempre de » la mejor solución » y eso se escucha con mayor agrado, porque no estamos parados en el paradigma  ni actitud de sacrificarnos por algo, sino al revés es tiempo de «disfrutar» en cualquier tiempo y lugar.

El militar maneja la «técnica del verticalazo» para resolver algun conflicto entre los miembros del grupo. Nadie puede discutir la decisión tomada.

El político hace lo mismo, pero antes inicia «una instancia de diálogo » donde escucha a los involucrados y ejecuta, dado el caso, el mismo «verticalazo » pero luego puede afirmar: «llegamos a un consenso».

El militar emplea el «razonamiento detallado»  como forma de encarar un problema y plantear «políticas de largo alcance». Se prepara para emplear «la Estrategia» como método. A la inversa, el político se adapta a la época del «poco pienso» y su extensión de futuro llega apenas a la extensión de una «política de gobierno «. (cinco años), porque se limita a emplear, no la Estrategia, sino «la política de las Estrategias».

Los tiempos cambiaron. La «guerra fria» terminó, pero los militares, en particular los retirados, nos estancamos en la obsoleta oposicion política de dos bloques. Unos  luchaban por la Democracia frente a los peligros del capitalismo («la izquierda») y otros luchaban por la Democracia frente a los peligros del comunismo («la derecha»).

Ese esquema se derrumbó. El populismo y luego el progresismo crearon un nuevo paradigma donde la «derecha» o la «izquierda» ocupa todos los campos de opinión políticos y académicos y pasan de un lado al otro sin miramientos.

El militar, sin perder sus principios, por supuesto, deberá adaptarse a ese «mar de fondo» tan revuelto y adaptarse a un ambiente social y político que no tiene marco. Ya no existe «derecha» o » izquierda» en el campo político. La acción antisistema de la «nueva realidad» o «la nueva verdad» crearon otra forma de enfrentamiento: el civil contra el militar y el concepto creado con forceps: el militar ha sido «el ogro del pueblo» y así se lo muestra desde 1985 a la fecha, en un campo fértil como el de nuestro país, donde todo lo procedente del ámbito castrense, por bueno que resulte, es soslayado, criticado o ignorado.

El trato con el público, en particular en la televisión, ha de ser tenido muy en cuenta por el militar que aspire a ser político. Los militares mostramos cara adusta y gesto serio porque la formalidad ha sido un factor básico en nuestra formación. En cambio el político, cuanto mas sonriente y desenfadado, mejor. Llamará la atención del vidente aunque no tenga ni idea de lo que dice.

Ante eso, el militar que elija la arena política e intente luchar por el Bien Común en ese campo, deberá colgar su camiseta militar y vestir la camiseta civil y cuanto mas camaleonica, mejor. No perderá nunca su condición de militar y no dejará de serlo, pero ¡ caramba!… deberá adaptarse a las circunstancias.

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