Los lectores me van a disculpar que deba comenzar esta columna con una referencia de índole personal. En el XII Encuentro de Geohistoria Regional que se llevó a cabo los días 10 y 11 de noviembre del corriente año en las ciudades de Tacuarembó y Rivera respectivamente, el estimado amigo Lic Oscar Padrón Favre, conociendo mi admiración por Alberdi, tuvo la generosidad de obsequiarme y dedicarme un libro publicado por su Editorial Tierradentro en el año 2003, con motivo del Sesquicentenario de la Constitución Argentina de 1853, de autoría de Alberdi titulado “La omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual”.
He leído varia obras de Alberdi, pero teniendo conocimiento de la mencionada publicación nunca la había leído. Se trata de una conferencia, que redactó en Montevideo de regreso de Francia, y dictó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires el 24 de mayo de 1880.
En la referida edición el Lic Padrón escribe una estupenda introducción, donde ubica a Alberdi en tiempo y espacio e indaga en los motivos de esa magnífica disertación. Juan Bautista Alberdi nació en Tucumán el 29 de agosto de 1810 y falleció en Francia el 19 de junio de 1884. Fue uno de los pensadores americanos más relevantes del siglo XIX.
Sus ideas, enmarcadas en el liberalismo clásico, fueron expuestas en una prolífica labor periodística y en una numerosa cantidad de libros, citaremos tan sólo tres: “Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina, derivados de la ley que preside al desarrollo de la civilización en América del Sur”, al que le adosaría un proyecto de Constitución que sirvió de documento de trabajo a los redactores de la Constitución de 1853; “Sistema económico y rentístico de la República Argentina según la Constitución de 1853” y “El crimen de la guerra” presentado al concurso organizado por la Liga Internacional Permanente de la Paz con sede en París.
Sus vínculos con Uruguay son de larga data y se remontan a que enfrentado a Rosas y su régimen despótico se refugia en el Montevideo del Gobierno de la Defensa durante la Guerra Grande, y allí obtiene su título de Abogado, se había rehusado a obtenerlo en Buenos Aires para no jurar fidelidad a Rosas. Años más tarde revalidaría su título en Valparaíso (Chile) donde ejercería intensamente la profesión y continuaría su labor literaria y periodística.
Luego de la caída de Rosas contribuye decisivamente a la organización constitucional y comienza una importante labor diplomática en Europa. Sus discrepancias, luego de una estrecha relación inicial, con Urquiza, con Vélez Sarsfield – el codificador civil argentino- con Mitre y Sarmiento y su oposición a la Guerra de la Triple Alianza con el Paraguay motivan su ausencia de Argentina, luego vuelve para la citada conferencia magistral en 1880 y al año siguiente retorna a Francia donde fallece.
Fue un liberal clásico, imbuido del espíritu de la generación de 1837, “La Joven Argentina” donde milita junto a Esteban Echeverría y Juan María Gutiérrez. Concibió al liberalismo como una integridad tanto en lo político como en lo económico, pero nunca se dejó seducir por el anarquismo.
En esta obra esplendida cuyo título es por demás revelador, decanta las raíces del despotismo hispanoamericano que provenía de Grecia y de Roma y contrasta la situación con la América del Norte.
Profundizando sus conceptos escribe: “Se puede decir verdad, que la sociedad de nuestros días debe al individualismo así entendido, los progresos de la civilización. En este sentido, no es temerario establecer que el mundo civilizado y libre, es la obra del egoísmo individual cristianamente entendido: Amar a Dios sobre todo enseño él y a tu prójimo como a ti mismo, santificando de este modo el amor de si a la par del amor del hombre”
La influencia de Adam Smith es innegable en los conceptos de los sentimientos morales y en las causas de la riqueza de las naciones. En la última parte de la obra expresa “¿De dónde deriva su importancia la libertad individual? De su acción en el progreso de las naciones. Es una libertad multíplice o multiforme, que se descompone y ejerce bajo las diversas formas” y a continuación desgrana: libertad de querer, optar y elegir, de pensar, de hablar, escribir, opinar y publicar, de obrar y proceder, de trabajar, adquirir y disponer lo suyo, de estar o irse, de salir y entrar en su país, de locomoción y circulación, de conciencia y de culto, de emigrar y de no moverse de su país, de testar, de contratar, de enajenar, de producir y adquirir. Un formidable catálogo de libertades no taxativas.
Con todas las dudas, incertidumbres y prevenciones que nos suscitan las propuestas y la personalidad del futuro Presidente de la Nación Argentina, hacemos votos para que este nuevo tiempo traiga la deseada libertad y prosperidad al hermano país, por las que tanto luchó Alberdi, de quien Milei se ha declarado admirador. Un nuevo tiempo que deberá significar el fin de la omnipotencia estatal, fuente de demagogia, corrupción y pobreza, frutos perversos que ya los había previsto el gran tucumano, cuando se abandonan las ideas de la Libertad.