El Fast Fashion comenzó a generar un gran impacto en nuestra sociedad, no porque este genere un tipo de concientización, sino porque salió la nueva colección en Zara.
¿Quién no disfruta de tener la canasta llena en la página web de una tienda?, ¿Quién no disfruta de estrenar una prenda?
Buscamos la ocasión y la excusa perfecta para poder comprarnos algo nuevo (incluyéndome), que vamos a usar hasta que deje de estar de moda ¿y después…? La industria textil es una de las industrias más contaminantes, bien sabemos que no solamente contamina sino que detrás de muchas prendas hay una gran cantidad de personas siendo explotadas para producirlas.
La ONU (Organización de las Naciones Unidas) declaró esta industria como la segunda más perjudicial y contaminante luego de la energía derivada de los combustibles fósiles (el petróleo).
¿Un ejemplo? Un simple par de jeans necesita para su producción aproximadamente 2.000 galones de agua, eso implica un valor aproximado del 20% de agua del planeta. Si de verdad somos tan empáticos, ¿Por qué no mejor nos ponemos a pensar en la escasez de recursos en los países subdesarrollados y nos apartamos de la nueva temporada de primavera-verano?
Una pequeña parte de nuestra sociedad comenzó a aplicar la moda circular que a muchos les resulta vulgar, en mi opinión es porque no le ven la etiqueta.
Gracias a nuestra generación, el término “moda circular” comenzó a obtener la aprobación de muchos ya que una de las tendencias de moda de hoy en día se basa en todas aquellas prendas vintage con un estilo amplio pero a la vez definido.
Como sociedad, creo que tenemos que apartarnos de los lujos y aprender a darle más de un uso a todo lo que salga de una industria, con esto me refiero a inculcar en nosotros la venta de ropa usada que desgasta el consumismo y ayuda al planeta.
Salimos ganando todos.