FINGIENDO DEMENCIA. Por Roque Gallego

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El viernes próximo pasado El País titulaba su editorial “Fingiendo demencia” explicando que tal expresión era aplicable a algunos dirigentes opositores argentinos por su posicionamiento contrario al respaldo de Patricia Bullrich a Javier Milei.

En dicho editorial se explicaba que “Fingir demencia” es lo que hacemos cuando negamos una realidad evidente o nos comportamos como si esta no existiera; cuando nos refugiamos en una especie de narcosis idealizada, con la que no conseguimos otra cosa que agravar aquello que no nos atrevemos a asumir y enfrentar.

Como reflejadas en un espejo, la realidad en nuestro país nos muestra que está sucediendo algo parecido pero no en parte de la oposición sino en parte del oficialismo, se trata de ocultar el sol con la mano. Me refiero al Proyecto de Ley de Prisión Domiciliaria que contempla situaciones desde el punto de vista humanitario (enfermedades y discapacidades graves, mujeres embarazadas, madres con hijos a cargo y mayores de 65 años).

Como ya lo expresé en una carta anterior, dicho proyecto sería una medida humanitaria para contemplar a TODOS los detenidos mayores de 70 años que en ALGUNOS casos, aunque no todos, incluirían a los detenidos que cumplen pena de prisión en el Establecimiento de Reclusión del INR-Unidad de Internación N°8 «Domingo Arena» . Entonces, si nuestra Constitución para beneficios tan amplios como el indulto y la amnistía no pone más condición que obtener ciertas mayorías, cómo no habría de hacerlo para conceder por razones humanitarias una forma alternativa de prisión, sin más trámite que la comprobación del juez actuante del requisito de la edad. Las objeciones interpuestas por la prescindencia de los jueces en la ejecución de la norma proyectada apuntan  a impedir que ella beneficie a un grupo específico de personas por su actuación en hechos del pasado; se les identifica como los detenidos en Domingo Arena a semejanza del Derecho Penal del Enemigo, estos ciudadanos son «no-personas » y por tanto no merecen la aplicación de las garantías y derechos de la ciudadanía.

Si bien la prisión domiciliaria sería un bálsamo a la injusta situación que atraviesan los detenidos, la solución última se halla en el restablecimiento de la voluntad del soberano expresada a través de dos consultas populares.

Apelando al sentimiento cristiano de  nuestros legisladores, además del de justicia, los exhorto a que tengamos una Navidad sin Prisioneros Políticos aprobando sin más dilaciones aquel proyecto.

«Si la justicia existe, tiene que ser para todos; nadie puede quedar excluido, de lo contrario ya no sería justicia». Paul Auster

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