¿HAY ESTADOS TERRORISTAS?

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En estos días está en discusión el proyecto por el cual se busca indemnizar moral y económicamente a las víctimas de la acción de grupos armados, por cuyo accionar hayan afectado la vida o dejado secuelas permanentes en sus víctimas.

Como vemos, estas discusiones y asuntos siguen ocupando el quehacer nacional, con estos temas que no terminan de cerrar haciendo aflorar diferencias insalvables.

Sin duda, la política de adoptar lo que se ha dado en llamar “silencio austero” que domina el comportamiento de las fuerzas del orden desde 1985, ha permitido dejar un vasto terreno libre para que las organizaciones guerrilleras, grupos de izquierda, intelectuales y toda la movida conocida como Revolución Cultural Marxista, hayan formulado su sesgada historia y relato, sin contrapartida en cuanto al relato de los enfrentamientos y de la guerra en sí.

Casi cuarenta años después, han comenzado a aparecer en forma más insistente, voces que proclaman poner las cosas en su lugar, presentando documentación, recortes de prensa, libros, y hasta varias organizaciones, que hacen sentir su voz divergente, contrarrestando relatos y medias verdades hasta ahora casi indiscutidas.

Los cronistas de la guerra subversiva cuando no fueron los propios guerrilleros escribieron sin contar con el relato de las fuerzas del orden, esa es la realidad.

Un gran predicamento utilizado en forma por demás insistente y machacona por parte de los grupos terroristas, es atribuir, que debieron enfrentar al llamado “terrorismo de estado”.

Este argumento se ha impuesto por el viento a favor que recibe desde muchas organizaciones internacionales, hasta la propia ONU.

Organizaciones que dictan tratados que no se ajustan a nuestra realidad nacional y que siempre tienen un notorio sesgo ideológico.

Por medio de esa argumentación se pretende hacer ver o creer, que hubo una acción premeditada, organizada, dirigida por parte del Estado uruguayo, que deliberadamente ejecutó actos clandestinos e ilegales contra grupos de inocentes ciudadanos perseguidos solo por tener una postura ideológica diferente a la autoridad estatal.

Ya lo hemos considerado este asunto y lo volvemos a analizar, reiterando, que lo que tuvimos en nuestro país fue, la agresión de un grupo terrorista, guerrillero, clandestino o ilegal, que, en una asociación ilícita, pretendió tomar el poder mediante la lucha armada, establecido esto en sus propios documentos.

Agresión que contó con el apoyo material, logístico y entrenamiento, de cientos de militantes, que fueron adoctrinados y preparados por potencias extranjeras, fundamentalmente la ex Unión Soviética y Cuba.

Que, por estas agresiones, por el desborde provocado por su accionar traducido en muertes por ejecución, secuestros extorsivos, robos y caos generalizado a pesar de estar en un periodo democrático, el gobierno de la época debió recurrir a votar un ¨estado de guerra interno¨, con el único fin de detener la anarquía descontrolada que la acción de la guerrilla castro cubana estaba provocando, todo ello en el marco de la guerra fría entre la URSS y USA.

Misión encomendada a las Fuerzas Armadas, ante el desborde de la acción policial.

Las llamadas Fuerzas Conjuntas, se transformaron desde ese momento en el mero brazo ejecutor legal del propio Estado uruguayo, para poder dar un combate efectivo a un enemigo implacable en objetivos y formas de accionar.

La decisión del gobierno fue acertada pues frenó las acciones terroristas.

El frente político no sería tan fácil de derrotar ni sería parte de la misión de las fuerzas del orden, sino de un plano superior de gobierno, el de la Estrategia Nacional.

Como todos sabemos, las guerras son crueles, los enfrentamientos entre conciudadanos son más crueles aún y cuando se alimentan de un componente ideológico fanatizado, se convierten en desastre.

Hoy vemos claro que esto es lo que hemos vivido en estos cincuenta años.

Eso es en pocas palabras lo que hubo en Uruguay, un enfrentamiento producto de la llamada “guerra fría”, que nos dejó muertos, fractura y división social.

El parlamento y el sistema político en general, debió recurrir a sus FFAA, para dar un combate al cual únicamente éstas podían dar, por organización, fuerza, recursos y formación, ante un enemigo tan poderoso por operar en las sombras.

“La pérdida de los puntos de referencia” fue la aceptación en su momento de los propios mandos, de los excesos que toda guerra lleva implícita, donde se mezclan pasiones, cumplimiento de órdenes, perdida de camaradas, instinto de supervivencia, juramentos de defensa de las instituciones y compatriotas, por nombrar solo algunos elementos que inciden en el comportamiento de los seres humanos enfrentados.

Nunca sabremos, cuál sería el método de represión o combate que hubieran propuesto todos esos defensores de los derechos humanos, exguerrilleros y revolucionarios marxistas que se han encaramado en los organismos supranacionales.

No hemos leído ni escuchado cuales serían las estrategias para enfrentar actos o grupos terroristas, antes o actualmente.

En los años sesenta y setenta, seguramente tendríamos asegurada la instalación de un régimen marxista, de no haber prevalecido la acción del Estado uruguayo, ya que quienes integraban esos grupos, pertenecían y pertenecen al conglomerado de izquierda y han recibido su apoyo y justificación, salvo alguna declaración en contrario del Ex Gral. Seregni, que hacia el final de su vida comprendió el gran error cometido o pareció haberlo hecho.

Ante una alternativa de gobierno, cosa ya acontecida, sería bueno saber, cuales serían sus planes de acción ante la actuación de grupos terroristas.

¿Contestamos con esto la pregunta del título?

Intentamos responder lo sucedido en Uruguay, pero no en todos lados podemos decir lo mismo.

¿Cuándo EE. UU. realiza una operación preparada durante meses para encontrar donde vive Bin Laden y finalmente lo encuentra y ejecuta, es terrorismo de estado?

¿Cuándo los servicios secretos de Israel en la década de los años sesenta, incursionan en Argentina y secuestran a Adolf Eichmann para ser juzgado y ejecutado como criminal de guerra, es terrorismo de estado?

¿Las operaciones de intervención en múltiples lugares y conflictos que llevan a cabo tropas de EE. UU., son parte del terrorismo de estado?

¿Los atentados llevados a cabo en Buenos Aires contra la Embajada de Israel o la sede de la AMIA, con la participación de agentes identificados con el estado iraní, fueron terrorismo de estado?

¿El apoyo financiero, logístico, en entrenamiento brindado por la ex Unión Soviética y Cuba a cientos de militantes de grupos terroristas, incluidos uruguayos, es terrorismo de estado?

¿La presencia de integrantes de grupos terroristas de origen islámico, iraní en América Latina, dando apoyo y entrenamiento a grupos sediciosos del continente, es terrorismo de estado?

¿Las acciones llevadas a cabo por países como España, Francia, Alemania, Holanda, Bélgica contra el accionar de grupos terroristas locales e internacionales son terrorismo de estado?

Como se aprecia, es muy vasto este asunto de los Estados, según con que dirección o intención actúan y que acumulación de poderío detentan para ser catalogados con esa definición.

Temas de la esfera política que esta debe resolver, pero no a costa de las vidas de sus ciudadanos.

Hoy se ve, por ejemplo, a todos los legisladores del Frente Amplio, preocupados e insistentes con que se tenga en cuenta que aquí hubo terrorismo de estado.

Yo insisto y me niego a reconocer semejante definición, que solo pretende confundir, restar importancia y gravedad a la verdadera agresión que el país recibió, que fue preparada y planificada por grupos insurgentes con apoyo de potencias extranjeras para tomar el poder.

Esto me parece medular entender, diferenciar y saber, que las FFAA fueron llamadas por el poder político para dar respuesta contundente a los momentos que se vivían, ya que no había nadie preparado y en condiciones de combatir a ese enemigo.

Que ese poder político, años más tarde haya olvidado y despreciado a esas mismas FFAA a las que recurrió, cual bombero para apagar el fuego, son consideraciones o análisis de otros momentos, con una certeza, las FFAA cumplieron con la orden recibida.

 No puedo dejar de considerar una noticia reciente.

Ante la inauguración de un memorial en instalaciones del Comando del Ejército, que hace referencia a todas las víctimas caídas en el cumplimiento del deber en todos los tiempos, el Sr. ministro de Defensa, no autorizó la colocación de una placa alusiva a las víctimas de la sedición.

Nuevamente, una discriminación incomprensible e inaudita, que el propio ministro de las FFAA no autorice un homenaje y recordatorio a quienes dieron su vida en condiciones tan trágicas, como ser asesinados por la espalda y sin defensa posible, es por lo menos un desprecio considerable.

Mientras tanto, el propio ministro, facilita el apoyo de recursos de la Fuerza Aérea para realizar trabajos en la búsqueda, otra vez, de lugares de posibles enterramientos de los llamados desaparecidos.

El Sr. ministro representa al poder político, quien, con su actitud, da la espalda a sus propios subordinados, dando una palmada en la espalda a un asunto que todos sabemos es poco claro, congrega intereses económicos millonarios y poco de genuina preocupación humana, pero no parece un asunto que requiera tal atención de esa cartera.

Creemos y lo decimos, que el Sr. ministro se equivoca con sus decisiones, que parecen más basadas en ser políticamente correcto, que en mostrarse como un conductor y líder del Ministerio que comanda.

En un asunto que está implícito en el tema que nos ocupa, no podemos dejar de mencionar que es un imperativo moral, la pronta liberación de los presos políticos privados de libertad, por haber sido partícipes de dar cumplimiento a las órdenes recibidas para combatir el movimiento subversivo.

Personas de muy avanzada edad, enfermos, sin juicio y con el estigma de ser acusados de representar a un terrorismo de estado inexistente, mantiene una brecha abierta al llegar a otro fin de año, algo que anhelamos se resuelva y se respete el doble veredicto que la ciudadanía emitió.

Me tomo este espacio final para escribir algo que no es muy novedoso, pero al llegar al fin de otro año, elevar mi copa imaginaria, para brindar por un venturoso año 2023.

A los lectores, que acompañan en el acuerdo o la discrepancia, cada semana estas notas, mis deseos de salud, paz y prosperidad en el Año Nuevo, que estará lleno de desafíos y nos encontrará aquí, tratando de dar nuestra opinión.

¡Feliz 2023!

11 COMENTARIOS

  1. Retribuyo los deseos de salud, paz y prosperidad en el Año Nuevo, feliz 2023. Leyendo este artículo trajo a mi memoria una carta que había escrito y luego archivé al desistir de enviarla a los medios, cosa que ahora hago para tratar de desenredar la madeja del «terrorismo de estado» o «crímenes de guerra». Cordiales saludos.

    • Muchas gracias don Roque. El tema terrorismo de estado es agitado permanentemente por la izquierda. Toda vez que puedo trato de desmistificarlo en su falsedad. Hoy le pusimos fuerza al asunto ya que en el parlamento al discutir la ley de reparación a las víctimas de la guerrilla, se preocuparon mucho por destacar que no se obviara ese tema.
      Cordial saludo

    • Muchas gracias Claudua. Se agradece el elogio, se agradece el estar siempre con comentarios que alientan. Deseos compartidos de continuar compartiendo. Excelente año.
      Cordial saludo

  2. Si hay Estados terroristas y suponiendo que en Uruguay existió un «terrorismo de Estado» porqué nunca se investigó a los integrantes del Consejo de Estado que gobernó al país entre 1973 y 1985? No eran responsables por lo que pasaba en el Estado? Todos eran políticos que en su mayoría pertenecían a los Partidos Blanco y Colorado pero parece que la historia no quiere ser recordada en su totalidad y se sigue mirando de manera sesgada.

    • Muchas gracias Juan José por el comentario. Tal cual, es un buen punto ese. Sucede que la historia es contundente, el sistema político busco auxilio en las FFAA ante la notoria incapacidad de resolver esa terrible situación de caos. Después se han dedicado a aplaudir el discurso políticamente correcto presentado por la izquierda donde nadie se anima a reconocer lo que sucedió, eso los dejaría en evidencia y tendrían que reconocer la labor que se hizo.
      Cordial saludo

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