Por Raúl Blanco
«La revolución es lo que se lleva en el alma, no en la boca para vivir de ella», decía Ernesto «Che» Guevara.
Cultura e Ideología son cosas diferentes, una es una expresión del alma, del sentir, del espíritu; la otra es un pensar lo exterior, lo cotidiano, lo material.
Ambas cosas son muy válidas y propias del ser humano, pero son como el aceite y el agua, tienen diferente consistencia, diferente origen, y diferente fin.
Cultura es Educación, y es clave la ética a todo nivel. Es hablar de Valores, de generar Saberes, Reflexiones e Intercambio. Ejes que se han ido perdiendo.
Si seguimos con el mismo sesgo ideológico discursivo, que no ha funcionado en décadas, es obvio que el deterioro social en valores seguirá llevando a la decadencia total en la educación y la cultura.
Una sociedad donde da lo mismo ser honesto que traidor, ignorante que letrado, ladrón o estafador que generoso, no tiene futuro.
Una sociedad donde nuestros niños sueñan con ser jugadores de fútbol o narcotraficantes, antes que llegar a ser bachilleres, técnicos terciarios (recordemos que el Uruguay ofrece como carreras terciaras reconocidas y gratuitas muchas – que abarcan lo técnico y el área de servicios – oficios calificados) y también la posibilidad de quien quiera volverse un universitario; esto nos confirma que la educación está fallando.
Hay responsabilidades y falta de compromiso, que no se quiere reconocer por los directamente involucrados, y que por acción o por omisión, se sigue promoviendo una fisura social para sacar rédito político.
El compromiso de todos es estimular la capacitación adecuada, la creatividad y la responsabilidad.
La realidad cultural nos interpela, sea cual sea nuestra posición social.
La cultura es una sola, la cultura es cultura, no es política, no es lucha de clases, no es división social, y como tal debemos mantenerla en lo más alto de nuestra consideración.
