Cuando hablamos de pobreza nos encontramos frente a una “verdad” absoluta que mora en el mundo y es peor que el más virulento -valga el término- y mortal de los virus.
Pobreza contiene un significado de estética trágica, su etimología contempla una situación precaria que determina lo que poco produce, del latín «paupertas”
Su referencia proviene a la condición de pauperos, que significa «parir o engendrar poco» y se aplicaba a la tierra pobre, es decir, infértil y con esta al ganado de poco rendimiento de poco rendimiento. En otras palabras, falta de potencialidad o capacidad de producir, cuya semántica despunta de la carencia misma de una serie de bienes y servicios básicos. Pobre, original y específicamente, no es quien tiene poco, sino quien produce poco.
Con este título se desea enfocar un concepto que se ha manejado en función o tenor de innumerables objetivos. Por ello, se ha tergiversado la connotación de su objeto o significado. Ante este marco de apreciación este trabajo tiene como principal objetivo hacer honor a la verdad y reprochar a quienes en potencia y acto la manejan con egoísmo y perversidad.
Ante una posible verdad y en honor a ella, Nietzsche (Alemania,1844-1900) filósofo, poeta, músico y filólogo, decía lo siguiente:
“El amor por la verdad, que nos conducirá hacia muchas peligrosas aventuras, esa famosísima veracidad de la que todos los filósofos han hablado siempre respetuosamente, ¡cuántos problemas nos han planteado ya! ¡Y problemas singulares, malignos, ambiguos! A pesar de lo vieja que es la historia, Parece que acaba de suceder (…) Nos encontramos frente a una encrucijada de cuestiones y problemas. Y parece, a final de cuentas, que no han sido planteados hasta ahora, que hemos sido nosotros los primeros en percibirlos, en atrevernos a enfrentarnos con ellos, ya que implican un riesgo; quizá el mayor de los riesgos”
No hay nada más cierto, lo que postula Nietzsche es una concepción vera del manejo de la verdad cuya tergiversación las más de las veces se torna en una patética realidad deslindada de la verdad. En donde, lo único cierto es el manejo perverso de conceptos que impresionan e indignan al observar que quienes mienten suelen endilgar sus consecuencias, no a quienes la producen —no a ellos mismos— sino a otros. Por ejemplo, quienes y como producen miseria y por qué causa.
En consecuencia, ante este episodio al que Calderón De la Barca llamaría el teatro del mundo tenemos la tesis literaria de Ortega y Gasset quien formula que el mundo ha desarrollado una especie de idolatría por quienes emiten en sus discursos una apasionada anarquía y el subsecuente desapego a lo establecido legal, moral y ético, en su rebelión de las masas contempla un desprecio por lo genuino y una empatía por el desorden y el caos por parte de seguidores de lideres productores de miseria.
Esto explicado; sin lugar a duda, es pobreza mental, que se podría calificar como histeria colectiva (Huxley) ante una enajenación inminente y producto de un discurso sofista y falaz. Sea, lejos de toda verdad. En consecuencia, quien no logre diferenciar la mentira de la verdad, sufre de pobreza mental y espiritual. En tal sentido se debe entender que, hasta determinado momento, quien padece de credulidad acerca de lo que oye de principio sin la respectiva evidencia empírica o expresa con detalles y ejemplos probables, está siendo enajenado. En este punto se podría decir que la peor miseria es la ignorancia. Esta última, ligada a la escasez de conocimientos de política es la que manejan los zánganos con aguijón que manifiesta Platón en la “República o el Estado”, e insinúa también Nietzsche en pueblos y patrias en la obra “más allá del bien y del mal”. La peor pobreza es la ignorancia, es la misma que ha llevado a los pueblos a su destrucción. La pobreza mental, intelectual, y espiritual es propia de los miserables y quienes la manejan son los creadores de miseria.
Estos creadores de miseria y los respectivos miserables son un conjunto patético que conforman un estado propio de decadencia. Es, lo que pauperas determina. En estas circunstancias el individuo marcado por tal estigma está imposibilitado, no físicamente, sino mentalmente a producir, en ello califica algo interno, es la poca capacidad de concebir un potencial propio de la virtud humana, el uso de la inteligencia en su mejor forma, delegando la solución de sus propias necesidades básicas a otros, en ello se enfoca el victimismo aunado a la creencia de que sus precariedad no es producto de su poca voluntad de producir sino al efecto de una otredad de carácter imperante e impositiva. Por lo cual no observa de sí mismo, ni el valor de su existencia.
Esto último anterior es todo lo contrario a “conócete a ti mismo”, plasmado en el dintel de uno de los templos dedicados al Dios Apolo en la antigua Delfos, que significa saber las limitaciones y alcances que cada uno como especie humana contiene en virtud de reconocerse un verdadero hombre.
Esta triste verdad duele. Actualmente, el populismo como patrón político utilizado por los partidos de extrema izquierda e izquierda, es el ejemplo clásico del manejo de la pobreza. ¡Es verdad que hay pobreza monetaria en el mundo, pero esta es salvable en la medida de la voluntad de producir, por lo cual y, literalmente deja de ser pobreza! Muchos países del globo terráqueo padecen de esta clase de miseria por factores adversos a lo que se está planteando en este trabajo. Empero, la praxis déspota del liderazgo megalómano que ha afectado a muchas naciones es lo que ha producido más miseria. El liderazgo populista es uno de ellos. Maxime cuando contiene un discurso donde se pretende repartir riquezas sin producirlas mediante la transformación de recursos naturales (demagogia). Ergo, para mantener la población pobre, acaban con la industria, hipotecan el erario nacional, explotan y venden los recursos naturales, controlan y racionan los servicios públicos, acaparan la producción de energía y someten a la población a la dependencia alimentaria. Para protegerse de posibles altercados que los amputen del poder, denuncian a un enemigo de la nación, sino lo crean indispensablemente, paralelamente crean ejércitos alternos al que posee la nación, y a los generales de este los compran con cargos gerenciales, ministerios y moneda. Sin embargo, la peor inducción a la miseria es la desmoralización del individuo. Por ende, su conformismo.
La politóloga guatemalteca, Gloria Álvarez determina al populismo socialista con una veracidad sarcástica contundente, para lo cual afirma:
“Los socialistas (globalistas) aman tanto a los pobres que los multiplican”
Irónicamente, para eso si son buenos. Son los peores embusteros e hipócritas (demagogos) que han nacido en los tres últimos siglos de la historia política, son buenos para producir pobreza. A estos productores de miseria se les identifica por la poca capacidad de crear algo que se les determine de su originalidad que no sea la calumnia, la ofensa a la inteligencia de quienes piensan y el escarnio en contra de sus opositores políticos a los cuales consideran enemigos. El peor -más patético- ejemplo de cinismo es el discurso en contra de la prensa y la oposición de Vladimir Ilich Uliánov, apodado El Lenin (Rusia,1870-1924) en un bodrio literario llamado “proletariado internacionalista” donde, en uno de sus capítulos patentiza ridiculizar y desmoralizar a la oposición. Fidel Castro, en sus puntos estratégicos para mantener el poder plantea sembrar delitos a sus opositores y desmoralizar al pueblo, más antes, Gramsci en su escritura de resentido carcelario, determina enajenar la mentalidad de los escolares mediante el adoctrinamiento victimista. Del nacionalismo fascista y tendencia chauvinista del Nacismo hitleriano tenemos el discurso falaz de J. Goebbels que, tal parece, fue adoptado como método de propaganda por el comunismo ruso, cito, parafraseando:
“Una mentira repetida mil veces termina creyéndose verdad (…) Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa para convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental por realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.”
En contra de esto anterior y con un pensamiento sencillamente filantrópico Mario Moreno apodado Cantinflas, cito (parafraseando):
“La pobreza no está en los bolsillos sino en la mente (…) El respeto al derecho ajeno es la Paz, lo contrario es querer imponer por la fuerza sus ideas. Los rojos venden el derecho del proletariado y éstos no tienen derecho a la huelga, oprimen una serie de naciones sin dejarles escoger el gobierno que deseen. La mejor forma de obtener derechos es respetar el derecho de otros y la Paz en el trabajo.” (M. M. en “el profe” y “Si yo fuera diputado”)
Respetar el derecho ajeno es no ofender la inteligencia de quienes piensan de forma distinta al opositor, esto es un desarrollo consensual que debe asumir el líder que quiere intervenir en el concurso político en un pueblo que tiene la esperanza en mantenerse a la vanguardia de la civilización, aun cuando sus limitaciones científicas y tecnológicas atiendan a la importación. Aun cuando lo apropiado es crecer genuinamente sin la necesidad de injerencias externas. ¡La peor desgracia para una nación es tener que importar médicos para mantener la salud de su pueblo y, jueces para aplicar justicia!
Respecto al pietismo y la acepción sagrada tenemos al apostolado de Jesús de Nazaret que según Mateo 19:24 afirmaba:
“Y otra vez os digo que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios”
Esta frase no es hacer alarde de una falsa esperanza para el desposeído, como llamaría Pablo Freire a la gente con bajas posibilidades o imposibilitado por factores externos de obtener recursos, sino de considerar que el cielo no es en verdad lo divino y esperado, el cielo es más terrenal que esotérico. Es en sí, una abstracción, pero tiene en su haber la presencia de recurso en las manos de gentes favorecidas por riquezas y fortunas las más de las veces obtenidas por su capacidad de producir, el rico supuestamente no aspira el cielo para disfrutar de su fortuna. En cambio, el pobre debería no conformarse con su pobreza sino comprender que ser pobre no debería hacerlo malo en la medida de no tener dinero en su bolsillo, sino inspirarlo a salir de pobre, trabajar para conseguir tanto dinero como alivio espiritual, y eso, solo se logra adquiriendo sabiduría.
“Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición.” (Proverbios 13:11)
“Mejor es adquirir sabiduría que oro preciado; Y adquirir inteligencia vale más que la plata. (Romanos 13:7)”
“No te afanes por hacerte rico; Sé prudente, y desiste. (proverbios 10:22)”
“Contentamiento es a los hombres hacer misericordia; Pero mejor es el pobre que el mentiroso.”
Como se puede observar, las directrices de estos versos basados en la metáfora y la parábola literaria de los escritos sagrados contienen un mensaje de amor que exhorta a adquirir tres cosas importantes para fortalecer el espíritu: Sabiduría, prudencia y veracidad. Son tres cosas de las que adolecen los lideres izquierdistas y por supuesto de lo que se adolece no se puede compartir, menos ofrecerlo en comunión.
Los peores ejemplos de la miseria política y el descaro verbal son los que han venido planteando los adláteres del desarrollo más embustero que ha afectado la cotidianidad social y económica de los países latinoamericanos en las últimas décadas del siglo XX y el actual S. XXI, dando como mal ejemplo la misma denominación que se han impuesto. O sea, al comunismo o socialismo, ahora también progresismo, pero antes globalismo. Mi pregunta es ¿cómo puede llamarse progresista a un mecanismo adoptado por la política déspota de los gobiernos socialistas si donde ponen sus garras lo que crean es miseria y destrucción aunado a la generalización de la mediocridad?
De estos tenemos al difunto Hugo Rafael Chávez (Venezuela), de quien tenemos exteriorizado por uno de sus generales -Guaicaipuro Lameda- la siguiente frase: “la idea que el sentido de la revolución es mantener a los pobres, pobres, pero con esperanza”. De Andrés López Obrador (México) tenemos: “ayudar a los pobres no es asunto personal, es estrategia política, cuando los necesitemos ahí estarán ellos para apoyarnos” y, de Gustavo Petro (Colombia) “la idea no es sacar a los pobres a la clase media porque después se olvidan de lo que fueron y perdemos su apoyo.”
Y así, piensan todos los legionarios de la desesperación revolucionaria del marxismo, en ningún momento conciben acabar con la pobreza de sus con nacionales, sino la de sus bolsillos. Ahí es donde la guatemalteca brilla de lucidez, como a los panes el nazareno, los socialistas multiplican a los pobres.
Parece ser que la única idea de la concepción etérea del manejo de la pobreza, no obstante, del desprecio a la vanidad y a la mentira para promover el victimismo la obtuvieron del conformismo para exhortar a los miserables a ser pobres mentalmente. por ende, de conducta como en Mateo, 25:11
“Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; No me des pobreza ni riquezas; mantenme del pan necesario.”
Joise MORILLO
Venezuela-USA