LIBERTAD ACADÉMICA RESPONSABLE. Por Tilio Coronel Grillo

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La «libertad académica responsable» es una poderosa herramienta, lamentablemente ya perdida en Uruguay.

Se diluyó en las turbias aguas del pensamiento mental progresista y precisamente los cultores del progresismo son quienes más bregan por su desaparición.

Y por ahí entró otra brecha, entre las muchas ya existentes, creada por nuestras provincianas ideologías de «izquierda» y «derecha». Dicho por parte de la «izquierda » «la derecha no produce intelectuales».

El pensamiento y proceso intelectual requiere siempre y en toda circunstancia libertad académica responsable. El investigador debe despersonalizarse con el propósito de ser objetivo.

Si adopta una ideología o un punto de vista político-partidario se reduce su libertad académica. Y encima puede dejar de ser responsable si se deja llevar por otra pasión que no sea la que debe animar toda investigación: la de encontrar la verdad.

Así se indica en cualquier curso de metodología de investigación. O si se lee la obra de Umberto Eco como «Hacer una tesis».

Las teorías planteadas y las variables a manejar han de estar establecidas en forma muy clara.

El trabajo puede ser cualitativo o cuantitativo o combinado. Pero es la búsqueda y colección de información donde se debe seguir una senda objetiva. Las muestras analizadas han de ser suficientes y deben permitir conclusiones basadas en terreno firme.

En general no ocurre eso. Los estudiosos, de inicio, ya coleccionan muestras tendenciosas. Por ende, las conclusiones terminan siendo acomodadas a un criterio ya ajustado a los preconceptos del autor.

Y eso no es libertad académica, ni menos responsable. Es una indecencia intelectual, practicada para apoyar el criterio político partidario/ideológico que arrime agua al molino de alguno de los partidos políticos. Hay muchos ejemplos de este tipo de cosas en lo Uruguay llamamos «la academia».

Tampoco faltan ejemplos a nivel internacional. Decía el doctor Carlos Vaz Ferreira en su » Moral para intelectuales» que muchos profesionales observaban que muchos casos establecidos como «cosa juzgada» en Europa, cuando se descubría su equivoco allá, acá ya hacía mucho tiempo que se habían descubierto sus flaquezas, pero nuestra actitud provinciana nos impide cuestionarlas.

Ocurre eso actualmente con la novedosa teoría de «El choque de civilizaciones» de Huntington, quien trató de establecer una brecha entre Occidente y Oriente, pero solo logró darle un marco de justificación para las grandes potencias y traer para este lado los recursos energéticos. Un paraguas político, que le llaman.

Eso es un muy mal uso de la libertad académica responsable.

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