Los políticos modernos tienen la particularidad de mezclarse entre sí para decir (para sí) todos lo mismo: “me enriqueceré a costas del Estado y la sociedad que se maneje como pueda y o la dejemos”; ellos mismos tienen la dialéctica del entrevero anteponiendo palabras o frases que no son entendidas por nadie, hablan y dicen en forma y segura lo que habría que hacer sin decir cómo ni el modo.
La sociedad necesita seguridad eso no es misterio para nadie, no necesita que el Estado intervenga en asuntos personales necesita que ése mismo Estado sí intervenga en la protección del ciudadano que labura, ése mismo al cual el político moderno tiende a embaucar para luego reírse de él y hacer lo que dicte su partido, su ideología o vaya a saber que otros orígenes invisibles existan.
Cada vez que los escucho hablar entro en la tristeza de entender su doble vocabulario basado en un egocentrismo tácito el que se demuestra cada vez que los legisladores de alguno de los partidos se van de sala antes de una votación ello es de una cobardía sublime para con sus votantes porque para ellos mismos le da lo mismo cualquier actitud total ya llegaron donde querían o cuando hablan del otro como si fueran ellos los hacedores de bondades cuando por lo menos son buenos…mentirosos.
Esta política moderna es execrable como mínimo pudiendo llegar a posiciones más detestables aunque no se lo propongan como si fuera su derrotero escrito con anterioridad.
Y ahí vamos como sociedad votando al menos malo y a pesar ser un País laico a veces rezamos para que se iluminen y hagan lo que tienen que hacer sin hablar de vacuas promesas.
Ramiro Gomez
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