Dios se ha identificado con las súplicas del pueblo argentino que, cansados de miserias y malos políticos, no ha dudado de marcar el camino e iluminar a un Milei que se siente destinado a ser presidente de la nación Argentina por un mandato divino.
Es parte de su vida espiritual, que MILEI se sienta profeta en su tierra, creando una mística en cuanto a su figura, sin un aparato político que lo respalde, sin los apóstoles que supieron acompañar a Jesús y evitando tener un Judas entre ellos.
No debe escapar a nadie y menos a la llamada «casta política», que MILEI representa un cambio en las reglas del juego político, en el cual, hasta hoy, se han alternado las mismas figuras que prometen y no cumplen, dónde se odian y mañana se aman, dejando a tantos viviendo miserablemente y dependientes de planes y beneficios para sobrevivir.
Las alarmas suenan, Sodoma y Gomorra son recreadas en una nación desbaratada por la corrupción, que abre la puerta al Mesías, cerrando los ciclos de la creación y destrucción de una sociedad que cae en la grieta que todos han colaborado en su profundización.
Pronto se deberá enfrentar el apocalipsis de las elecciones, como sentencia la letra escrita, será el portador del signo quien llamará a los jinetes portadores de la solución final, como el Armagedón que limpia tiempo y espacio.
Quien tiene el conocimiento entenderá, quien no, lo vivirá, así es mi profecía.
