NECROFILIA IDEOLÓGICA… Por el Dr. Nelson Jorge Mosco Castellano

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Decía Atchugarry en 1987: “Hemos heredado un Estado sobredimensionado, que ahoga a nuestra sociedad, y del que se lanzan propuestas y soluciones simplistas, de los que empuñan la piqueta de demolición al grito de la iniciativa privada y de nuestra supuesta izquierda revolucionaria que se aferra al mayor de los conservadurismos, tratando de retrasar el avance de la sociedad, negándose a aceptar cambio alguno del rol y estructura del Estado. Tal negación, aun yendo a contramano de lo que sus correligionarios más desarrollados están promoviendo en la Unión Soviética con la “Perestroika” y con el socialismo de España, demuestra una sacramentalización, una adoración a las formas olvidando la sustancia, condena a nuestra sociedad al atraso y le impide crecer. Claro, algunos pensarán que eso adelanta la revolución”.

Con estas palabras Alejandro estaba declarando la necrofilia ideológica de quienes después de que cayó el Muro exponiendo el mayor holocausto padecido por la Humanidad, a cargo del socialismo de Lenin, Stalin, hasta Gorbachov, siguen utilizando sus manuales para hacer pervivir ideas muertas en su egoísta beneficio.

Esos tipejos que especulan con el ropaje de aquella izquierda que había surgido como reivindicación contra la oligarquía que abusaba sobre el resto de la sociedad. Una posición ideológica que defendía a los más postergados, que bregaba por justicia igualitaria, que reclamaba la protección del derecho de propiedad de quienes se esforzaban por salir adelante emprendiendo actividades productivas, justamente en contra de las salvajadas de quienes les quitaban lo esencial con impuestos.

Ya no hay más izquierdas ni derechas; ahora hay “truchos” que sostienen o adhieren a gobiernos totalitarios de izquierda o de derecha.

El FA manda a Abdala a “representarnos” a los uruguayos con Maduro (supuestamente socialista); manda a Hagobian a representarnos con Putin (reconstructor del Imperio ruso). Apoyan con alma y bagaje la corrupción allí donde esté: la de los Kirchner en Argentina, la de Lula en Brasil, y encubren todos los hechos corruptos aquí, en Uruguay. Se sienten felices con el triunfo de gobiernos que quieren abolir la propiedad; los que proponen más impuestos, igualando en la limosna mendicante ante el poder; los que plantean dividir a la sociedad en sexos enemigos. Como Boric y Petro, manteniendo en estado de expatriación a sus gobernados. Esos que sin reconocer el abismo a que condujeron propuestas idénticas, llegados al poder por haber impedido crecer a naciones naturalmente ricas, las aplicarán igual o más profundamente.

Solo resta sumar a la desesperanza que cunde en sus gentes, pasar a tierra liberada a narco-dictaduras, y eternizarse en sojuzgar a sus pueblos. La izquierda teórica murió al intentar ser aplicada. Fracasó, si alguna vez sus “líderes” pensaron en otra cosa que en ellos mismos. No obstante, les viene bien la rémora a quienes quieren alzarse por sobre su cadáver para abusar del poder y esclavizar como Cuba y Venezuela.

No le interesa tener capacidad crítica para diferenciar dictaduras instaladas, o corruptas en proceso de instalación; y eso la gente lo siente. Movilizan violentamente a los estudiantes con ocupaciones para conservar su espacio de poder, repiten recetas de violencia para provocar conflictos. Vulneran constituciones, leyes, principios éticos y morales. Buscan un mártir estudiantil para tirar sobre el gobierno cuando intenta recuperar el espacio usurpado. Ha quedado claro que no se les opone ninguna “derecha cerril”, sino un gobierno legítimo que intenta gobernar en medio del caos paralizante de sindicatos del terror.

Estos dictadorzuelos, hoy dueños del partido minoritario, haciendo oposición radicalizada, no asume la responsabilidad de oponerse con ideas transformadoras de la sociedad. Desdeñan la vía institucional que siempre despreciaron. Se movilizan en ejercicio militante, violentamente. Ponen a mujeres, niños y jóvenes delante de la manifestación, jugados a cualquier precio, para impedir mejoras, cautelar sus privilegios, como antes, como siempre. Todo se parece demasiado a la guerra fratricida inconclusa que inundó de sangre a América Latina en la década del 60.

No tiene ningún sentido ocupar instituciones, para discutir la mejor reforma educativa. Salvo que pervivan los manuales de Gramsci que infiltraron la educación para exacerbar los calenturientos ánimos juveniles. Se busque provisión, otra vez, de mano de obra guerrillera, y centros de estudio para ocultar arsenales.

Ese tipo de formación militante, lejos de respetar la laicidad, es un medio de destruirla. De opresión contra el disidente, ese que, paradójicamente, va a clase a estudiar, a formarse para aprovechar una educación que fue ejemplo de laicidad, de ser solventada por toda la sociedad para beneficio del estudiante. La han transformado, nuevamente, en un “master class” en inclusión obligatoria de la ideología degenerada, antinatural, que cultiva un sexismo extremo escupiendo el cuerpo femenino desnudo.

Obligan al Estado a ser sutil y delicado para enfrentar una guerra: dirigentes sindicales que impiden a sangre y fuego avanzar sobre su terreno salvajemente conquistado. Lo mismo ocurre con las llamadas “ollas populares”, un coto de caza de voto cautivo de indigentes, público objetivo construido con paciencia y maldad. Un sabotaje a los recursos públicos (aunque no los hayan votado) para robar delictivamente recursos para las arcas “compañeras”. Lejos, muy lejos de sensibilizarse ante el desamparo social.

En igual sentido, se oponen a que ANCAP se asocie o liquide un área a pérdida como el portland, o atienda a menor costo la reparación de la refinería. Lo mismo resulta de la oposición bloqueante de otro sindicato que se opone tenazmente a la construcción a costo privado de una planta para potabilizar agua para OSE. Organismo también que el frentismo dejó enterrado en barro ahogando al río Santa Lucía.

Nada apunta a defender el interés público o las empresas públicas. Todas son acciones paralizantes del cambio imprescindible para sostener organismos públicos que dejaron “en la lona” o debajo de ella. Únicamente buscan, sin tapujos, defender cuotas de poder sindical, evitar exponer aún más la mentira su gestión en defensa de “nuestras” empresas públicas, fundidas por ineptitud y corrupción.

Esos desastres que ni siquiera cubrieron creando nuevos impuestos al trabajo, a las pasividades, y concentrando la recaudación de la salud. No fueron suficientes esos recursos para la dilapidación de la plata de la gente; esa que el slogan de izquierda dice defender sin ruborizarse, ni responsabilizarse por sus acciones.

La “izquierda” cargó, además, de deuda futura hasta a los uruguayos no natos. Redistribución de la pobreza a futuro. Paradójicamente rescatan a los “ricos”, subsidiando el portland para construcciones de lujo a costa de “nuestra” ANCAP; o dejando sin abastecimiento de agua para quienes no podrán acceder a proveérsela a costo propio. Quisieron convencernos que mantener una aerolínea de “bandera” era imprescindible para la conectividad; en realidad la única bandera que ondeo en el remate, colofón fatal de los aviones que inadvertidamente pagamos los contribuyentes, fue la pirata de quienes nos birlaron más de 300 millones de dólares del bolsillo de cada uruguayo.

Pero, no fue penado el autor responsable del desastre, fueron dos perejiles, que marcharon calladitos la boca; y “nuestro” Banco que todavía tiene en rojo el aval. Únicamente una pseudo ideología que le convenga atentar contra la educación, insista en gasto público a pérdida, o se congratule con que este gobierno no pueda mejorar las urgencias de pobreza, desempleo, seguridad, educación y paralización productiva, puede mantener una posición beligerante antinacional; seguimos en GUERRA.

Necrofilia ideológica, un extraño amor por las ideas muertas. Una adicción al populismo. Un sector importante de votantes enfermos de antagonismo contra unos políticos que muchas veces no cumplen, prefiere que los engañen de sensibilidad por izquierda, mientras no tenga que reconocer que otra vez se equivocaron. Otros absolutamente interesados, corren detrás de cada curro; alguien con nombre y apellido que saca partido, sin transpirar, del dinero que todos pagamos en impuestos y préstamos a los ricos del mundo.

En reciente entrevista con Haberkorn, el Coronel retirado Eduardo Ferro, especializado en Inteligencia Militar, planteó varias aristas que requieren la atención pública y en especial del Gobierno, sobre zombies (muertos vivientes) responsables de una acción disolvente de nuestra sociedad.

Sostiene que el Partido Comunista aún tiene un aparato armado hasta hoy, mucho más poderoso de lo que fue el del MLN. Debe tenerse en cuenta que Esteban Valenti reconoció utbi et orbi que fue el responsable de ese aparato armado, lo que corrobora esta versión.

Preguntado sobre si aquella guerra que iniciaron los tupamaros continúa, este especialista en inteligencia militar señaló: “Sin lugar a dudas. Y lo sostengo estudiándolo. Acá (se refiere a la cárcel de Domingo Arena) me han dado tiempo para estudiar más. Hoy el conflicto se desarrolla en el campo psicosocial, en las políticas LGTB, raciales, indigenistas. Ya no es la burguesía contra la clase obrera. No hay tiros ni armas, se lucha por la hegemonía cultural.

El aparato armado se creó en 1962, antes que existieran los tupamaros. Seguía la línea de la Unión Soviética y esperaba órdenes desde allí. Había integrantes que escondían cosas y no sabían qué. Simplemente por disciplina. Guardaban armas sin saberlo. Les decían: “guardá esto o enterrá tal cosa”.

Dicen que nosotros los perseguíamos por sus ideas, pero le aseguro que nunca nadie fuera perseguido porque tuviera ideas comunistas. Sí porque era del aparato logístico, sanitario o de propaganda”.

¿Dónde se ve esa “guerra” hoy? “Por ejemplo: la manifestación donde atacaron a Robert Silva. Hay muchos que quieren ascender dentro de la UJC. El que lleva gente, el que la agita, ese se va destacando. Juegan deseando que haya una represión y capaz que un muerto. Otro Líber Arce, otra Susana Pintos.

Por eso el presidente, que debe estar bien asesorado, ordena que no haya nadie lastimado. Insiste en eso. En el gobierno de Pacheco se cayó en esa dinámica de reprimir con violencia, no evitarla, dejar víctimas y alimentar el círculo. ¿Quiere que le diga la verdad? Lo que hay que evitar es llegar a la violencia. Nosotros podemos discrepar acá, y pelearnos en el buen sentido. Pero después que se desata la violencia, capaz que uno es desmedido cuando pega. Y después uno tiene la obsesión del objetivo: ¿dónde está tal cosa? Porque yo sé que él sabe. Y ahí empieza… Por eso se empiezan a romper las reglas. Cuando el sistema falla, se empiezan a saltear las reglas. Es lamentable, pero no lo podemos negar”.

El Partido Comunista es una organización que yo admiro. Ojalá pudiéramos ser como ellos. Sus detenidos eran personas de 30 años para arriba, sus principales generales tenían 50, 60 años, mucha cabeza, alto nivel intelectual, décadas de militancia y una total autoconvencimiento: el Partido era una religión para ellos. Tenían un gran compromiso de no fallarse entre ellos y una disciplina muy importante.

Pero ¿cómo hace usted para que individuos de esas características hablen? ¿Cómo hace para que digan dónde están las armas? No estoy justificando la tortura, pero lamentablemente una cosa lleva a la otra”.

Yo también me he preguntado por qué surge mi nombre. Y como deducción personal encuentro dos motivos. Uno es que yo participé en operaciones de inteligencia, con servicios extranjeros, controlando la embajada rusa y las del bloque soviético. Yo creo que mi nombre aparece en relación con eso. El otro motivo, es que he sido manipulador de agentes del Partido. Capté gente del Partido. Y logré que hablaran otros que no eran captables. Fuentes importantes. De muy alto nivel. Eso el Partido no me lo perdona. Soy el enemigo”.

“De todos modos, me gustaría recalcar lo que ha provocado la justicia con su mala praxis. Han logrado que se retraiga la información. Y yo no sé si eso no es lo que buscan, porque los operadores del Partido son muy inteligentes”.

«El presidente Lacalle le tiene miedo a la izquierda, y los legisladores se cuidan mucho. Tienen miedo porque el Partido Comunista les está marcando el ritmo del paso. Se ve en muchas cosas. Acá hay dos plebiscitos, pero parece que los usamos cuando conviene. Y nadie se escandaliza de que el coronel Gómez haya estado más de tres años preso por una actuación interesada de la jueza Elhorriburu, ratificada por el Tribunal de Apelaciones»

Yo le escribí un correo electrónico al presidente Lacalle Pou. Le prometí a él no revelarlo, pero se lo puedo contar. Le decía quién soy, qué había hecho, le hablaba del fiscal Jorge Díaz, que era del Partido Comunista, le hablé de las armas de Feldman. Y le decía que yo esperaba volver a mi patria para que se cumpliera la ley.”

¿Lo decepcionó este gobierno? Sí, señor. El gobierno y los legisladores. Lo que pasa es que el Partido no tiene el gobierno, pero ya tiene el poder”.

 Es muy raro, que este contenido de denuncia del Coronel Ferro no haya tenido contendores públicos aclarando, o desmintiendo los graves hechos que denuncia. Una falencia de Inteligencia, política y estratégica, que involucra a muchos actores, y habla muy mal del estado de nuestra democracia; y debiera hacernos reflexionar.

Si lo que sostiene Ferro fuera cierto, y la Justicia está infiltrada por el PCU, cosa absolutamente grave para la Democracia, todos los involucrados, al menos para darle certezas al pueblo uruguayo, deberían saltar a contradecir esta muy preocupante versión, que a esta altura tiene varios elementos que la corroborarían.

Si así fuera, además, quiere decir que una justicia con sesgo ideológico está procesando con prisión, cosa que sorprende jurídicamente, además, porque diferir una eventual condena, manteniendo al indagado preso sine die, por no tener prueba definitiva va contra el principio de la norma más favorable al indagado. Pero adicionalmente, se estaría planteando un encarcelamiento de oficiales muy jóvenes en la década del 70, cuya única alternativa ante el mando era desertar y dejar la guerra en manos del enemigo.

Y finalmente, y por sobre todo, si en realidad nuestros servicios de inteligencia ignoraran que la sociedad uruguaya está siendo nuevamente agredida violentamente, tal como ya ocurriera, por un sector fenecido ideológicamente, pero que conserva intacto su poder de fuego incorporado ahora en esa guerra cultural, se estaría enviando un mensaje a las nuevas generaciones de oficiales, en cuanto a que si fueran llamados a defendernos de una nueva explosión violenta por fuerzas externas totalitarias, no respondan a ese llamado, porque luego, no tendrán respaldo institucional alguno que cubra las acciones de guerra absolutamente inevitables.

O sea, nos dejaría inermes frente al enemigo de ayer y de hoy. Los restos necrológicos del comunismo, incinerados por los fracasos y la corrupción de la izquierda, aún cremados y odiados por quienes han sobrevivido a sus miserables tiranos, gozan de buena salud. Asumen la tarea que mejor han cumplido: desestabilizar con violencia para destruir el sistema institucional democrático tradicional, un delito de lesa concordia social, que se volverá de lesa humanidad si el gobierno no asume prestamente el desafío, y está a su altura.

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