NUESTRO MUNDO ABSURDO…Por Nelson Jorge Mosco Castellano

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En el año 1978 en la Universidad de Harvard Aleksandr Solzhenitsyn, dio un discurso espectacular que debiera enseñarse a cada ciudadano libre:

Dijo Solzhenitsyn: “El lema de Harvard es «Veritas» Muchos de ustedes ya han aprendido y otros lo aprenderán a lo largo de sus vidas que la verdad nos elude si no nos esforzamos plenamente en seguirla. E incluso mientras nos elude, la ilusión por conocerla todavía persiste y nos lleva a algunos desaciertos. Además, la verdad raramente es grata; casi siempre es amarga. También hay algunas amarguras en mi discurso de hoy. Pero deseo suscitar esa ansiedad no como un adversario sino como un amigo.

Hace tres años en Estados Unidos, dije ciertas cosas que parecían inaceptables. Hoy, sin embargo, mucha gente coincide con lo que yo he dicho…La división del mundo de hoy es perceptible incluso contemplado superficialmente. Esta profunda y múltiple ruptura conlleva el peligro de múltiples desastres para todos nosotros, según la antigua verdad de que un Reino – en este caso, nuestra Tierra – divido contra sí mismo no puede subsistir.

Si yo estuviera hoy hablando en un auditorio en mi país, examinando el diseño general de la ruptura del mundo me habría concentrado en las calamidades del Este. Pero dado mi forzado exilio en el Oeste desde hace cuatro años, y ya que mi audiencia es occidental, pienso que puede ser de mayor interés concentrarme en ciertos aspectos del Occidente en nuestros días, tal como los veo”.

NUESTROS DEFECTOS IGNORADOS

El declive de la valentía: El mundo Occidental ha perdido en su vida civil el coraje, tanto global como individualmente, en cada país, en cada gobierno, cada partido político y por supuesto en las Naciones Unidas. Tal descenso de la valentía se nota particularmente en las élites gobernantes e intelectuales y causa una impresión de cobardía en toda la sociedad.

Vida legalista: He pasado toda mi vida bajo un régimen comunista y les diré que una sociedad carente de un marco legal objetivo es algo terrible, en efecto. Pero una sociedad sin otra escala que la legal tampoco es completamente digna del hombre. Pero una sociedad basada sobre los códigos de la ley, y que nunca llega a algo más elevado, pierde la oportunidad de aprovechar a pleno todo el rango completo de las posibilidades humanas. Un código legal es algo demasiado frío y formal como para poder tener una influencia beneficiosa sobre la sociedad. Siempre que el fino tejido de la vida se teje de relaciones juridicistas, se crea una atmósfera de mediocridad moral, que paraliza los impulsos más nobles del hombre. Y será simplemente imposible enfrentar los conflictos de este amenazante siglo con tan sólo el respaldo de una estructura legalista.

La orientación de la libertad:

La sociedad occidental actual nos ha hecho ver la diferencia que hay entre una libertad para las buenas acciones y la libertad para las malas. Un estadista que quiera lograr algo importante y altamente constructivo para su país está obligado a moverse con mucha cautela y hasta con timidez. Miles de apresurados (e irresponsables) críticos estarán pendiente de él. Constantemente será desairado por el parlamento y por la prensa. Tendrá que demostrar que cada uno de sus pasos está bien fundamentado y es absolutamente impecable. El resultado final es que una gran persona, auténticamente extraordinaria, no tiene ninguna posibilidad de imponerse. Se le pondrán docenas de trampas desde el mismo inicio. Y de esta manera la mediocridad. En todas partes es posible, y hasta fácil, socavar el poder administrativo. De hecho, este poder ha sido drásticamente debilitado en todos los países occidentales. La defensa de los derechos individuales ha alcanzado tales extremos que deja a la sociedad totalmente indefensa contra ciertos individuos. Es hora, en Occidente, de defender no tanto los derechos humanos sino las obligaciones humanas. Por el otro lado, a la libertad destructiva e irresponsable se le ha concedido un espacio ilimitado.

¿Y qué podemos decir de los oscuros ámbitos de la criminalidad? Los límites legales (especialmente en los Estados Unidos) son lo suficientemente amplios como para alentar no sólo la libertad individual sino también el abuso de esta libertad. El culpable puede terminar sin castigo, o bien obtener una compasión inmerecida, todo ello con el apoyo de miles de defensores en la sociedad. Cuando un gobierno seriamente se pone a erradicar la subversión, la opinión pública inmediatamente lo acusa de violar los derechos civiles de los terroristas.

El sesgo de la libertad hacia el mal se ha producido en forma gradual, pero evidentemente emana de un concepto humanista y benevolente según el cual el ser humano – el rey de la creación – no es portador de ningún mal intrínseco y todos los defectos de la vida resultan causados por sistemas sociales descarriados que, por consiguiente, deben ser corregidos.

La orientación de la prensa
La prensa, por supuesto, goza de la más amplia libertad. Pero ¿cómo utiliza esta libertad?

Aquí, otra vez, la suprema preocupación es no infringir el marco legal. No existe una auténtica responsabilidad moral por la distorsión o la desproporción. ¿Qué clase de responsabilidad tiene el periodista de un diario frente a sus lectores o frente a la historia? Cuando se ha llevado a la opinión pública hacia carriles equivocados mediante información inexacta o conclusiones erradas ¿conocemos algún caso en que el mismo periodista o el mismo diario lo hayan reconocido pidiendo disculpas públicamente? No. Eso perjudicaría las ventas. Una nación podrá sufrir las peores consecuencias por un error semejante, pero el periodista siempre saldrá impune. Lo más probable es que, con renovado aplomo, sólo empezará a escribir exactamente lo contrario de lo que dijo antes. Dado que se exige una información instantánea y creíble, se hace necesario recurrir a presunciones, rumores y suposiciones para rellenar los huecos; y ninguno de ellos será desmentido. Quedarán asentados en la memoria del lector.

HOY EN URUGUAY

Estamos asistiendo a un acorralamiento de quienes intentan volver a la senda de la libertad económica, social, y de orden en la organización pública. Son violentamente atacados por querer respetar las formas, habiendo ejercido con diligencia legal las acciones que los involucraron.

La intención de cubrir banalidades de principiante de quien de buena fe recibió la presión obscena de un manipulador, que le impuso colaborar con urgencia, para superar la demora justificada en analizar el otorgamiento de pasaporte a un criminal, sin antecedentes locales, retenido y preso por usar pasaporte falso, impedido por indocumentado para salir del país al que intentó engañar, implicó a todo el gobierno en una telenovela venezolana (como dijo el fiscal Machado). La divulgación auspiciada desde la propia fiscalía ha mistificado este abuso de buena fe, y ha creado un monstruo ficticio, que debió archivarse por falta de interés penal. La libertad de informar lo que pasa en una investigación fiscal, debió ser absolutamente reservada, para evaluar, con la calma necesaria, si se cometieron delitos, claramente diferenciados de faltas o errores administrativos. La libertad de informar cualquier cosa de dicha investigación, se ha vuelto un hecho político al servicio y para sevicia de la oposición.

El público está ávido de saber “la verdad” esa que ya advirtió Solzhenitsyn: “… aprenderán a lo largo de sus vidas que la verdad nos elude si no nos esforzamos plenamente en seguirla. E incluso mientras nos elude, la ilusión por conocerla todavía persiste y nos lleva a algunos desaciertos. Además, la verdad raramente es grata; casi siempre es amarga”.

Y la verdad más amarga se vio mientras se inauguraba un Hospital en el Cerro, una pequeña parte de quienes eran los beneficiarios de la obra, la usaron para insultar. Y, no quedó allí. Quienes nada han hecho por 15 años para auxiliar la salud de esa gente marginada de servicios públicos, promueven una movilización por corrupción. Justamente, quienes han hecho de la corrupción un sistema de Estado con connivencia internacional, para destruirlo, devastar nuestra economía, y nuestra libertad.

Como dijo Sendic: “De cada uno sé vida, obra y milagros. Si yo hablo, van todos presos.”

POR ALGO ESTAMOS EN NUESTRO MUNDO ABSURDO.

Y Solzhenitsyn finalizaba su espléndido “racconto” de nuestros absurdos de la siguiente forma: “Si el mundo no se ha acercado a su fin, al menos ha arribado a una importante divisoria de aguas en la Historia, igual en importancia al paso de la Edad Media al Renacimiento. Demandará de nosotros un fuego espiritual. Tendremos que alzarnos a la altura de una nueva visión, un nuevo nivel de vida, dónde nuestra naturaleza física no será anatematizada como en la Edad Media, pero, más centralmente aún, nuestro ser espiritual no será pisoteado como en la Edad Moderna. La ascensión es similar a un escalamiento hacia la próxima etapa antropológica. Nadie, en todo el mundo, tiene más salida que hacia un solo lado: hacia arriba».

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