Cada año cuando llega el 27 de junio todos los uruguayos casi sin excepciones nos sumamos a esta frase.
Nos pasa con ella algo parecido a los que nos pasa cuando vemos la «celeste» en un Mundial. Es un factor que nos aglutina.
Pero al igual que con la celeste unos elogiamos a algunos jugadores y otros los relajamos de arriba a abajo. Unos queremos al entrenador y otros pensamos que debería irse. Sin embargo, la celeste y el Nunca Más es algo que nos da identidad nacional.
Todos queremos (o casi todos) que NUNCA MAS haya dictadura. Pero no todos coincidimos en el análisis de las causas ni en la adjudicación de responsabilidades.
Sin embargo vemos el NUNCA MAS en tantas y tantas publicaciones que termina convirtiéndose en un eslogan más que en un razonamiento de madurez colectiva.
Hay gente que sigue creyendo que la culpa fue de los «others». Mucha gente obvia el examen de la dualidad de la Guerra Fría mundial y como eso nos había impactado también a nosotros. Nadie hace un mea culpa para ver si en algún momento su propio sector político o social no coadyuvó para que el orden institucional se rompiera. Muchos militares se creen que en su doctrina de la Seguridad Nacional ellos fueron una suerte de Superhéroe de historietas que nos salvó de ser Cuba en ese entonces. No estoy ni estaré de acuerdo, pero también me consta que en aquella época llegaron con una ciudadanía que pedía que alguien -no se quien- restableciera el orden perdido. Yo no los justifico ni defiendo. Eso jamás. No obstante, ello, entiendo el fenómeno y lo sucedido. Pero lo más grave es que aquellos sectores o grupos que atentaron contra la democracia (buscando en la vía armada la solución) no reconocen su responsabilidad en haber contribuido al caos que llevó a una dictadura. Siempre sostengo que no quiero dictadura de signo alguno para mi país. Sueño con un futuro democrático y en paz para mis paisanos.
Miro las redes sociales y quedo espantado leyendo el NUNCA MAS en perfiles y muros de personas a las que las veo día a día haciendo todo lo posible por socavar los cimientos de la democracia.
Veo escribir NUNCA MAS a tipos que desestabilizan a diario el sistema o actúan desde sus trincheras para paralizar a un país por el solo hecho de no estar coyunturalmente en el poder.
Escriben NUNCA MAS algunos que justifican a los que adulteraron documentos para generar licencias sindicales truchas o los que «caranchearon» con las muertes en una pandemia.
Escriben NUNCA MAS muchos que aún sueñan con tener un país donde lo político pisotee a lo jurídico y unos cuantos que si pudieran besarían las botas de cuanto dictador latinoamericano les cante la internacional socialista mientras conculca libertades a sus propios pueblos.
Mi NUNCA MÁS no tiene nada que ver con ellos. Mi NUNCA MAS se basa en las urnas, en la legalidad, y en la libertad como bandera y la igualdad de oportunidades como quimera.
Para que el NUNCA MAS no sea hueco hay que cuidar la democracia con hechos en el día a día, y no con eslóganes.
jrrpuppo