Policía del Pensamiento

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Por Anonimous

Echando un vistazo al pasado de nuestro país, el siglo veinte podría dividirse en dos períodos bien diferenciados en cuanto a libertad de ser sentir y pensar. En grandes trazos, podemos decir que una cosa fue la sociedad que vendía carnes y cueros a los países en guerra durante las primeras cinco décadas del siglo y otra fue vivir el mundo de la recuperación económica de Europa, Japón, Alemania y del estallido económico industrial y tecnológico de USA, como potencia mundial prevaleciente. La primera mitad del siglo fue la época en que lucíamos ante el mundo como una sociedad pacífica y culta, plural y abierta a todas las culturas y formas de ser pensar, en las calles se respiraba respeto por el otro, se gozaba de las amistades y de la familia, de una manera muy normal y profunda a la vez. Era la vida del hombre y la mujer común. La segunda mitad del siglo nos vio perder el tren de la industrialización y la productividad, la inflación vació nuestras mesas y bolsillos, vimos venir el racionamiento y la escasez. Y vimos surgir un flagelo que nos carcome hasta hoy, la guerra fría y con ella una nueva izquierda que dejó de ser socialdemócrata y se adscribió al marxismo leninismo y sus múltiples transformaciones neo marxistas, desde Mao a Gramsci y desde la Escuela de Frankfort al Foro de San Pablo. En Agosto de 1967 Fidel Castro crea la Asociación Latinoamericana de Solidaridad, OLAS, verdadera precursora del ¨Grupo de Puebla¨ actual, dando forma a un movimiento que alentado y financiado desde la Unión Soviética, nos trajo la revolución a la casa. Comenzábamos a importar revoluciones ajenas a nuestra cultura y realidad, comenzaba el adoctrinamiento como práctica de infiltración mental, la policía del pensamiento se volvía método y arma revolucionaria. Ya en 1961 el Che Guevara como gobernante cubano y triunfante de la revolución insular, dio una supuesta conferencia de economía en la Universidad de la República que no fue otra cosa que falacias y adoctrinamiento. Qué lejos parecía entonces de nuestro Uruguay el modelo de Stalin o de Lenin o de Mao, con sus historias de crímenes y muerte por disentir con el poder central del partido y sus cien millones de muertos. ¡Qué cerca que se ve hoy!

Por aquellos años el sistema de control social que se aplicaba en la URSS consistía en su forma más elemental, en los comisariatos políticos que controlaban en situación de vecindad, el comportamiento de los pobladores de su área con poder de deportación y muerte a quién se atrevía a defender la independencia de sus ideas. El comisario político era algo parecido a nuestros comités de base. El desacato o la expresión contraria al régimen comunista imperante significaría la extradición al ¨Archipiélago Gulag¨ siberiano, que inmortalizó el célebre escritor ruso Alexander Solzhenitsyn, aunque más no fuese que por disentir con algún líder comunista, aun en cosas triviales. Luego de una larga vida de lucha por despertar a Occidente sobre el peligro de la Rusia Comunista, dijo Solzhenitsyn: ¨No tengo ninguna esperanza en Occidente, y ningún ruso debería tenerla. La excesiva comodidad y prosperidad han debilitado su voluntad y su razón. Para nosotros, en Rusia, el comunismo es un perro muerto, mientras que, para muchas personas en Occidente, sigue siendo un león que vive¨. Las personas en la Rusia de Alexander, la anterior a 1989, no tenían más que magros ingresos para gastos personales, la comida era planificada y repartida por el Estado y hasta la ropa la repartía el partido. Algo así como la Venezuela actual. Las historias que se oían de detrás de la cortina de hierro eran de horrores y asesinatos, niños separados de sus padres y educados o entrenados por el Estado. Eran historias de un mundo en desgracia, difíciles de creer para los habitantes del Uruguay. Un mundo extraño que nos amenazaba desde muy lejos, pero al cual comenzábamos a parecernos.

Hoy hemos evolucionado mucho en términos de metodología de la revolución comunista, ya no se trata de la lucha de clases, ni se aspira a la dictadura del proletariado, hoy se trata de dividir padres de hijos, hombres de mujeres, se trata de hacer sentir el resentimiento de toda minoría discriminada, de hacerlo sentir su desgracia y quitarle su responsabilidad por su propia vida y destino. Es una forma de quitarle motivación al ser y prepararlo para marchar sin voluntad hacia donde el líder y la revolución demanden. Nos están quitando la esencia de occidente que es la idea de libertad responsable, la idea de que somos dueños de nuestro destino porque vivimos dentro de un sistema republicano que nos garantiza el libre ejercicio de una ciudadanía consciente y constructiva. Se diría que vivimos en el Panóptico de Bentham, concepto desarrollado por Michel Foucault, psicólogo y sociólogo francés de renombre, en su obra ¨Vigilar y Castigar¨. Para Foucault nuestra sociedad es una prisión donde un solo guardia puede vigilar muchos prisioneros gracias a un sistema de diseño central y vidrios en las ventanas. A su vez el guardia no puede ser visto. Para Foucault ¨la visibilidad es una trampa¨, mediante la vigilancia de unos por otros se tiende a la normalización del pensamiento. En el pensamiento de este filósofo y catedrático, todo saber implica poder y los micro poderes circulan en el orden social, todo el discurso está atravesado por relaciones de poder y en la sociedad moderna existe un nuevo tipo de prisión continua de máxima seguridad donde maestros, policías y otros actores están interconectados para lograr que todos seamos iguales y respondamos mejor al sistema dominante. Hoy en día la revolución comunista se sirve de estas ideas y de la tecnología existente y lo hace desde hace muchas décadas, mediante el frente sindical y el estudiantil. Pero lamentablemente no son los únicos medios y la base se ensancha constantemente.

Se ha producido, a su vez, una peligrosísima conjunción de intereses con los poderes que detentan el gran capital y que están generalmente ocultos. Fidel Castro ya no dependería de Rusia ni del petróleo venezolano para financiar su dominio continental. En lo que pareciera la paranoia del momento, tendemos a acepar que hay un supra poder que nos domina. No creo que este sea el caso. Sin embargo si vale la pena prender una luz de alarma por la concentración de poder que se va haciendo más y más desembozado. La agenda de la ONU para la gobernanza mundial en 2030 es un buen ejemplo de esta normalización y modelado del pensamiento de las instituciones nacionales y de las culturas locales. Los fines expresados son muy loables, como es el caso del calentamiento global y el cuidado del medio ambiente, pero detrás de eso está la posibilidad de manipulación del consumo de todo tipo de productos, hasta de sistemas políticos y electorales. Cabría preguntarse qué pasaría si el Foro e San Pablo, por ejemplo, o el Grupo de Puebla, trabajasen en coordinación con los grandes Carteles que operan desde México al Sur del Continente y obtuviese financiación oculta o no tan oculta, del gran capital interesado en explorar desarrollos a partir de la Marihuana o la Cocaína. Cuánto dinero estarían, los inversores, dispuestos a dedicar para que estos sistemas de márquetin, nos prepararan para aceptar estas acciones y productos sin mucha oposición. Qué efecto lograrían en los comportamientos sociales de nuestro Uruguay. Y tal vez la pregunta definitiva es si esto constituye una amenaza o un factor de peligro latente y si vale la pena que alguien en el sistema institucional del País le preste atención y prenda la alerta, o prepare los recursos necesarios para cuando llegue el momento de actuar.

Hay ejemplos de sobra para prender la alarma sobre la amenaza de este control cuasi policial de nuestra manera de pensar. Venezuela era hasta 1992 el país más rico de América, Perú era la promesa, Chile era y aún es, un buen ejemplo en casi todos los órdenes de la vida republicana. Pero nadie duda que están en grave riesgo. Y otro tanto ocurre con Colombia o Argentina y Nicaragua. Hay una tendencia peligrosa y hay suficientes señales alarmantes de esa línea de pensamiento uniformizado, donde el que se expresa en sentido contrario, el que va a trabajar en día de huelga o defiende la vida contra el aborto, es identificado y estigmatizado desde todas las tiendas. Lo políticamente correcto se impone. Hubo que modificar nuestros Código Penal y todo el parlamento lo aprobó en forma unánime. Es como si nuestra constitución debiera ser la Agenda 2030, por una tenaza, y por la otra debiera ser como lo pide el Foro de San Pablo. Y en el medio estamos nosotros con nuestras creencias y valores, con nuestros miedos y objetivos, tratando de ser actores y construir sociedad y familia y de paso ser felices.

El Hombre libre es incómodo para las elites, pero hoy lo es mucho más y nunca hubo tanto poder para moldearlo. ¿Dónde irá a parar nuestra libertad con responsabilidad si no luchamos por ella? Lo más probable es que vaya a la fosa de las Marianas o a la isla de plástico del Pacífico. Siempre la libertad hubo que conquistarla y esta era no es diferente.

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