PRÓDIGOS. Por Joise Morillo

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En un artículo anterior expuse un concepto que huelga en las esferas de la conducta humana.
Maxime, en sectores de gentes que circunscriben un mundo de intereses egoístas, donde las partes juegan a: uno contra todos y todos contra todos. En esa medida la empatía se define por intereses particulares y se vende la amistad al mejor postor. Ese concepto es, “mezquindad”.
Hoy me refiero a uno que tiene un contenido propio de los neurasténicos, en todo caso de aquellos que desean de alguna forma y, casi obsesiva, ser el punto de atracción. Sea, por causa de un victimismo auto inferido o por causa internas como resentimientos. Sin embargo, no se puede o debe descarta la injerencia externa como: exclusión o desaprensión; ese es el pródigo.
El pródigo tiene en su haber la necesidad de ser apercibido, para ello hace cuanta cosa sea necesaria en llamar la atención de quienes tiene a su alrededor y toda gente que forma parte de su desenvolvimiento o entorno cotidiano, hasta aquí la cosa podría ser normal, pues todo individuo tiene derecho a pertenecer y con ello disfrutar de identidad propia.  El dilema que plantea el pródigo es que su estima compete a ganar indulgencia obsesivamente. Para ello, no escatima esfuerzo en derrochar cuanto recurso tiene a su alcance; las más de las veces ajeno que cae en su posesión por causas de la necesidad de otros quienes incautos le otorgan el manejo de sus bienes y haciendas a su responsabilidad sin ninguna previsión.
¡Por tal motivo el Altruismo del pródigo es nefasto!
Según la RAE, proviene del latín prodĭgus.
1. adj. Dicho de una persona: Que desperdicia y consume su hacienda en gastos inútiles, sin medida. No obstante, este tipo de personaje hace de la hacienda de otro, instrumento de su derroche.
Ahora bien, cuando esta hacienda pertenece o es patrimonio de un erario; tal despilfarro linda con la violación de las leyes de la nación afectada; de modo que es un imperativo categórico la voluntad de la razón para el ejercicio de la justicia en contra de ese prodigo violador. Este ha sido el caso de muchos gobernantes de Estados a través de la historia económica del mundo. El caso Venezuela atiende a uno de los más bizarros episodios de la conducta prodiga en Latinoamérica, protagonizada por el difunto expresidente castro comunista Hugo Rafael Chávez quien sintetizó su resentimiento social y su vanidad en aras de una geopolítica de corte altruista antes que económica para conseguir una imagen de estadista cooperativo en el área del Caribe y algunas latitudes foráneas allende de nuestras fronteras. Para ello despilfarro en dadivas y concesiones cooperativistas asimétricas en contra del erario nacional al punto de llevar a la miseria la calidad de vida del venezolano; por causa de la desinversión y malas praxis políticas, entre ellas: expropiaciones de empresas y haciendas para entregarla a agente administrativos foráneos y comerciantes con empresas de maletín, manejos dolosos con respecto a concesiones mineras del mismo tenor antes mencionado y asignaciones gerenciales a nepotes sin ningún conocimiento de las industrias en efecto. Otro tanto comprendió la fundación de entes financieros como el Fondo Chino y la elaboración de presupuestos para compras militares sin ninguna auditoria ni licitación.
El colmo de la prodigalidad se destacó con la asignación de la Dirección del tesoro nacional y un fondo milmillonario de inversiones con dineros petroleros a una enfermera ex militar que le atendió durante los momentos álgidos de la enfermedad que –supuestamente- le mató. Ella es Claudia Diaz Guillen, quien durante su función pública se ocupó de colocar parte del dinero manejado con tráfico de influencias en cuentas personales en Bancos de Miami USA.
Otro bodrio de corruptela fue la asignación a la misma ex militar de un fondo fraudulento llamado Fondo de Desarrollo Nacional (Fondén), creado por Chávez en 2005 para invertir los millonarios recursos que recibía el país por concepto de exportaciones de petróleo.
En este marco de apreciaciones acerca de lo que es la ignorancia en cuestiones de filosofía de la política se debe entender que el ciudadano común no está moral ni éticamente obligado a conocer de política. Sin embargo, esta condición no da merito para no condenar a quien fungiendo de funcionario público, base sus principios en el
refrán popular “no me den, pónganme donde hay” para enriquecerse a costa del dinero de la nación y luego en modo de defensa ante un tribunal de justicia alegar que solo cumplía órdenes.
La explicación anterior determina el grado de perjuicio que ocasiona el individuo pródigo al cual se le asigna una responsabilidad en derivación de una imagen de madurez espiritual y de carácter, únicamente demostrada con un deseo de poder en un discurso demagógico.
Ofrecer con bombos y platillos el exterminio de la pobreza con la distribución de las riquezas equitativamente –como prometen los progresistas, comunistas, socialistas- es el índice principal que determina el carácter prodigo del individuo o la institución política (partido) que apoya esta propaganda, puesto que, cualquier repartición que hagan queda a instancias de lo que no les pertenece, ni a este, ni a estos, sino a otros, en este caso al pueblo.

Joise MORILLO
[email protected]
Venezuela USA

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