SOLIDARIDAD COMPLICADA Por Alfredo Oliú

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Hace unos años fallece el padre de  un buen amigo quien tuvo que hacerse cargo de todos los trámites judiciales y administrativos que ello conlleva con todo el dolor a cuestas que ello significa. Dentro de los temas a resolver, se encuentra con que debe dar noticia al Fondo de Solidaridad debido a que el fallecido era profesional universitario. Saca número y se hace presente en la sede del organismo. La persona que lo atiende lo escucha atentamente y para su sorpresa le responde “tiene que venir el interesado”.

El Fondo de Solidaridad es creado por ley en el año 1994. Su objetivo es otorgar becas a estudiantes de nivel terciario que por sus condiciones no puedan cubrir los gastos que generan dichos estudios. Se financia con el aporte de los egresados de la Universidad cinco años después de haber iniciado el ejercicio de la respectiva profesión. En el año 2001, también por ley, se crea lo que se denominó el “adicional” del aporte al Fondo de Solidaridad pero con una peculiaridad: lo recaudado iba para la Universidad de la República. Ello se fundaba en la situación de crisis económica que se vivían en aquellos años en nuestro país y fue una solución que se encontró para colaborar con el presupuesto de la Universidad. Este “adicional” era provisorio sin embargo rige hasta este año 2022.

La administración de dicho Fondo de Solidaridad, estuvo inicialmente a cargo de un Consejo Honorario. Años después es sustituido por un Director rentado. Cuenta con una dotación aproximada de unos treinta funcionarios. El sueldo del Director terminó siendo muy superior al del Rector de la Universidad. Los funcionarios, que tenían buenos sueldos, tenían como “premio” parte de los fondos destinados originariamente para becas. En el año 2017 se da a conocer esta situación en el Parlamento y se termina rebajando el sueldo de Director y reencauzando los fondos destinados a becas y que debían aplicarse en becas.

La semana pasada, el Senador Jorge Gandini hizo público un proyecto de ley de su autoría mediante el cual se pretende bajar gradualmente hasta su supresión total la contribución “adicional” y “provisoria” al Fondo de Solidaridad pero que no iba al Fondo de Solidaridad. Creo que corresponde. Comprendo que sea gradual pero debe ser eliminada.

El Fondo de Solidaridad fue una buena creación. Con él se atienden más de 8000 becas anuales para universitarios y más de 1000 becas para Magisterio. El número de egresados de la Universidad y que usufructuaron dichas becas supera el 22%. Los resultados son buenos.

Si uno se detiene a analizar esta apretada síntesis de este buen organismo, se encuentra con una historia repetida. Comienza con una buena iniciativa, cuenta con el apoyo y la financiación debida pero luego empiezan los dolores de cabeza porque se utiliza la herramienta para otros fines. No puede el Director ganar más que el Rector de la Universidad, no pueden los funcionarios que tienen buenos sueldos atender de esa forma, no puede utilizarse su nombre para destinar fondos a otro organismo por más loable que sea la intención. Porque todas estas “disfunciones” por llamarlas de alguna manera afectan la credibilidad y el prestigio de la organización.

Me parece por tanto que quitar el “adicional” es un buen comienzo para reencauzar el Fondo de Solidaridad. Y por favor: que atiendan bien a los contribuyentes.

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