UN POCO DE HISTORIA. Por Sebastián Castro

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Me tocó esta semana hablar en la escuela de mis hijos sobre el 25 de agosto. Para la gran mayoría de los uruguayos esta fecha la recordamos por algo mucho menos patriota. La tan esperada noche de la nostalgia y ese fin de semana largo si “ligamos” que cae sobre el fin de semana y algún faltazo si no es así. Recordar que nos declaramos independientes sin serlo, y dependientes y unidos de las Provincias Unidas del Río de la Plata y lejos de ser una fecha más importante que otras, es tema de debate hasta nuestros días.

En Argentina por ejemplo, el 25 de mayo se festeja con locro (una especie de guiso criollo argentino) y el espíritu del 9 de Julio con churros y chocolate caliente. Estas fechas son sin dudas mucho más importantes para ellos que para nosotros nuestro 25 de agosto. Así es el uruguayo. Bailamos el pericón nacional en las escuelas porque se declaró patrimonio inmaterial uruguayo, pero nadie lo baila, lo bailó o lo bailará ni en un boliche nocturno ni en alguna aparcería de campaña arrendada para la noche más esperada del año. Y no es porque nuestra evolución en gustos musicales haya cambiado. Sino porque realmente no tenemos ni remota idea de su historia, porque se bailaba en algún momento del siglo IXX y porque creemos que es un símbolo patrio.

Quizás porque los Peruanos tienen la “Marinera”, los Chilenos la “cueca” y los argentinos bailan el “Gato” y nosotros que creemos que somos distintos, únicos y a veces mejores, debíamos tener el nuestro. Disputamos una rivalidad rioplatense que se remonta a los años Artiguistas en donde Bs.As. nos quería unidos para obtener al río más importante de América del sur como interno y la banda oriental unida para lograr coronar a Montevideo como la capital del Río de la Plata. En el medio quedó la Convención Preliminar de Paz y un tal “Lord Ponsonby” que nos inventó a fuerza de intereses. Y con el éxito obtenido, volvió a Europa y promovió la creación de Bélgica. Un fenómeno sin dudas, aplausos.

Luego, la historia más o menos ya la conocemos. Fuimos creando identidad, nos fabricamos héroes y anti héroes y promovimos una rivalidad cultural que siempre estuvo más lejos en los hechos que en las palabras. Y el relato se fue perpetuando por generaciones. Que Artigas quería ser Argentino, que Rivera mató a los indios, que Rosas le mandaba la cabeza de sus rivales en cajas a sus familiares, etc. Lo cierto es que somos Uruguayos, con o sin una declaratoria que a la luz de los hechos, no fue más importante que otras fechas, menos recordadas y tristemente olvidadas.

No podemos cambiar nuestro pasado. Pero será nuestro mandato más importante, escribir nuestro presente para recuerdo de nuestros nietos con la pluma de aquel Pavo Real con cien ojos, que nos recuerda aquel gigante “Argo” que dormía con 50 ojos cerrados y 50 ojos abiertos. Vigilando que nuestro relato de la historia sea al menos un poco menos mentiroso.

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