25 DE AGOSTO DE 1825, DÍA DE LA INDEPENDENCIA NACIONAL

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Por: Mario A. Menyou.

El día que indica el título, es una de las principales fechas patrias de nuestro país. Junto con el 18 de julio de 1830 – Jura de la Constitución, son los momentos cumbres de nuestra conformación como Estado.

Ambas fechas conmemoran un fin muy parecido, pero en momentos diferentes. Mientras en la primera estábamos empuñando las armas para conquistar nuestra independencia, en la segunda ya nuestros héroes empuñaron la pluma para definir nuestra organización como un nuevo país, libre e independiente de los demás del orbe. 

Por la importancia que ambas tienen para nuestro país, vale recordar que cuando se avecinaba el centenario de ambas, se conformó una comisión para que analizara en cuál de las dos fechas se debería conmemorar el advenimiento de nuestro país, resultando que los eruditos que tuvieron esa importante misión, optaron por asesorar que se festejaran ambas fechas y así se hizo con grandes festejos, en 1925 la Declaratoria de la Independencia y en 1930 la Jura de la Constitución.

En la oportunidad y dada la proximidad de esa fecha, nos referiremos a la Declaratoria de la Independencia.

Este hecho de capital importancia para el desarrollo futuro de las acciones en la entonces Provincia Oriental, tuvo lugar en la villa de San Fernando de la Florida, la que actualmente es la ciudad de Florida.

La causa de que se desarrollara en ese lugar la Asamblea de Representantes de los pueblos orientales que elaboraron y firmaron las tres Actas que allí se emitieron, obedeció a haberse previamente instalado allí, el gobierno provisorio que se había establecido gracias a la invasión a nuestro suelo por parte de los “33 Orientales”.

En tiempos de Artigas, nuestro primer gobierno estuvo instalado en la Villa Nuestra Señora de Guadalupe, actual ciudad de Canelones, puesto que Montevideo, la principal ciudad en aquella época, estaba ocupada por los españoles; al momento de “La Cruzada Libertadora”, Montevideo estaba ocupada por los Brasileños.

La necesidad de ocupar posiciones que le brindaran seguridad a las tropas que se iban organizando para la lucha por la libertad, llevó a la instalación en las afueras de Florida, de lo que a la postre fue el primer Cuartel de los Orientales, lugar próximo al Arroyo Pintado, en la periferia de la actual ciudad y donde hoy se levanta un monolito que recuerda al acantonamiento militar que existió allí en 1825.

Por motivos similares de seguridad, el gobierno provisorio se instaló donde la fuerza pudiera defenderlo. Desde la villa mencionada, convocó a todos los representantes de los pueblos y villas que fueron adhiriéndose al movimiento independentista, y así se desarrolló la primer acción legislativa de la renaciente Provincia Oriental, que había quedado en las sombras tras la ocupación portuguesa primero, brasileña después y cambiada su denominación a Provincia Cisplatina, integrando el Imperio del Brasil.

Convocar a esta Asamblea no fue un hecho casual ni producto de la marcha victoriosa de “la Cruzada”. Desde un primer momento el General Juan Antonio Lavalleja, comandando todas las acciones que se fueron llevando a cabo desde la organización de la invasión en Buenos Aires, tuvo siempre muy presente los aspectos administrativos que se debían respetar, para el logro de los fines que se perseguía. Así, lo primero que se hizo al pisar nuestro suelo, un 19 de abril de 1825, fue emitir una proclama a todos los Orientales, militarmente: dar organización a las tropas que se fueron incorporando y desplegar las mismas en orden de batalla en todo el territorio, y políticamente: determinar ya el 14 de junio, un Gobernante para nuestra provincia, lo que recayó en el Representante por el pueblo de Colonia del Sacramento, Don Manuel Calleros, lo que constituyó el Poder Ejecutivo. Este Poder designará a los máximos líderes de la revolución, al Gral. Lavalleja como Comandante en Jefe del Ejército y al General don Fructuoso Rivera como Inspector General del Ejército. 

También se tomó resolución en convocar una Sala de Representantes, la que pasaría a constituirse en el Poder Legislativo de la Provincia. El 20 de agosto se instaló en la Villa de la Florida con 14 representantes, bajo la presidencia del Diputado por Guadalupe, Presbítero Juan Francisco Larrobla.

Claramente se puede apreciar que, desde un principio nuestra gente se organizó en base a un sistema republicano, con una clara separación de los poderes del Estado. Reafirmando este concepto, el Poder Ejecutivo nombrado cesó en sus funciones al instalarse la Asamblea, puesto que se consideró competencia de ésta, designar el Poder Ejecutivo que dirigiría el derrotero de la Provincia. 

Así, fue designado Gobernador y Capitán General, al Señor Gral. Lavalleja, con un mandato por tres años. También se dispuso la creación de tres Ministerios: de Gobierno, de Guerra y de Hacienda, quedando constituido de esa forma el Poder Ejecutivo. 

Cabe acotar que además se nombraron en la oportunidad, tres Diputados para incorporarse al Congreso de las Provincias Unidas, ya dando la pauta que las intenciones de la revolución eran de liberarse del yugo brasileño e integrarse a las Provincias del Río de la Plata, de las que siempre se sintieron parte los Orientales.

El glorioso 25 de agosto de 1825, por medio de tres leyes fundamentales quedó establecida la Independencia de la Provincia, del Rey del Portugal, del Emperador del Brasil y de cualquier otro del universo; su anexión a las Provincias Unidas del Río de la Plata, a quién siempre perteneció por los vínculos más sagrados que el mundo conoce y la creación de un Pabellón Provincial que debería señalar su Ejército y flamear en los pueblos de su territorio,

Cupo al General Lavalleja, ya Brigadier General, contemplar la acción de nuestra primer Asamblea Legislativa, siendo Gobernador de la Provincia; también tendrá más adelante, el honor de presidir como Gobernador, los homenajes al momento de Jurarse la Constitución del país en 1830.

Vale recordar aquí, una anécdota del momento de la Asamblea que no por menor deja de señalarnos los valores y motivos que movían a nuestros ancestros de aquellos días, tanto hombres como mujeres. Se cuenta que, presentándose el Señor General don Juan Antonio Lavalleja, Jefe de las Fuerzas Militares Orientales, armado de su sable en la sala de sesión de los Representantes, a rendir su espada ante el poder civil, la Señora Bernardina Fragoso de Rivera, esposa del Gral. Rivera, acompañada de otras distinguidas señoras, instó al héroe de la Agraciada, que concurrió con sus ropas empapadas por la lluvia invernal que en esos momentos caía, a mudarse antes de entrar a la sesión a lo que este contestó: “Gracias Señoras, pero eso lo haremos después que tengamos Patria”

Las tres leyes aprobadas por la Asamblea General tienen un orden determinado y una causa para ser así. 

La primera, llamada Acta de Independencia, establece eso, nuestra independencia, ser libres para elegir cómo gobernarnos y cómo vivir y disfrutar de nuestro suelo. También establece que los Magistrados de la naciente República borren todo documento dispuesto por el gobierno luso-brasileño en señal de no acatar en más cumplimiento alguno, a esas disposiciones dictadas que significaron “un absoluto despotismo desde el año 1817 hasta el presente 1825”.

Ésta primer ley era necesaria para poder emitir la segunda, llamada Acta de Unión, por la cual se establece incorporarnos a las Provincias Unidas del Río de la Plata, “en virtud de la soberanía ordinaria y extraordinaria que legalmente reviste” a esa Asamblea y que se la había impuesto la primer ley. Agrega como motivo irrefutable: “por ser libre y espontánea voluntad de los pueblos que la componen, manifestada con testimonios irrefragables y esfuerzos heroicos desde el primer período de regeneración política de las provincias”

La tercera acta establece la Ley de Pabellón, por la que se establece “el pabellón que debe señalar su Ejército y flamear en los pueblos de su territorio. Se declara por tal, el que tiene admitido, compuesto por tres franjas horizontales, celeste, blanca y punzó, por ahora y hasta tanto que incorporados los Diputados de esta Provincia, a la Soberanía Nacional se enarbole el reconocido por el de las Unidades del Río de la Plata, a que pertenece”. Aquí se refiere a utilizar provisoriamente a la bandera que nosotros actualmente conocemos como “Bandera de los Treinta y Tres”, como bandera provincial, donde se respetan los colores elegidos por nuestro Prócer Artigas, durante sus luchas por la emancipación. Una vez incorporados a las Provincias Unidas, se utilizará como Pabellón Nacional, a la bandera creada por el Señor General don Manuel Belgrano en Villa del Rosario (hoy ciudad de Rosario, Argentina) el 27 de febrero de 1812, que luego fue adoptada oficialmente como símbolo de las Provincias Unidas en el marco del Congreso del 9 de julio de 1816, concretamente el 20 o el 25 de ese mismo mes, siendo entonces de tres franjas horizontales iguales, blanca la del centro y celestes la inferior y superior. Posteriormente en 1818, el Directorio porteño dirigido por don Juan Martín de Pueyrredón la modificó incorporándole al centro de la franja blanca, el “Sol de Mayo” o el “Sol incaico”, resultando la que hoy conocemos como Pabellón Nacional Argentino.

Analizando la Historia Nacional, vemos que en todas estas actuaciones, sin que se lo nombre está presente el ideario Artiguista, en el cual se habían formado los patriotas que dirigían las acciones militares de ese momento, así como varios de los Representantes que legislaban con estas actas.

Se dictaba por ley la libertad de la patria, se establecía su propio gobierno y se sujetaba su accionar a las Provincias Unidas tal cual preconizara el máximo prócer de nuestra tierra.

Hasta estos hechos, se puede sentir sin que se lo mencione, la presencia del Jefe de los Orientales de todos los tiempos; su ideario estuvo en las medidas y disposiciones que se tomaron para nuestro pueblo; de ahí en más, con el advenimiento de la Convención Preliminar de Paz, que se firmara un 4 de octubre de 1828, las ideas de Confederación y/o Federación que se había preconizado y por las cuales se había combatido contra todo poder extranjero que quiso imponerse en nuestro suelo, fueron dando paso a injerencias políticas de otros Estados que culminaron en 1830 con la elaboración de una Constitución Nacional, que si bien respetó los principios republicanos que siempre fueron guía de nuestro precursores de la nacionalidad, impuso un carácter unitario y centralizado en la organización del nobel Estado. 

Se contrariaba de esta forma, lo que motivó 10 años de lucha de Artigas y los Orientales contra los reinos de España, el Portugal y el centralismo bonaerense; la continuación de estas luchas con la “Cruzada Libertadora” del Gral. Lavalleja y sus “33 Orientales” contra el Imperio del Brasil; y la reconquista de las Misiones Orientales por parte del Gral. Rivera, donde aplicó en los terrenos recuperados, los ideales federales y de autonomía de los pueblos que había aprendido de su Gral. Artigas.

Pero de todas formas, integrando la Patria Grande o siendo un Estado independiente, los Orientales pudieron disponer de su suelo a su manera, se fue organizando el Estado, sobrevino el desarrollo y el progreso, la conformación de instituciones que dieron sustento al país, defendiendo su soberanía y libertad en el concierto internacional de las naciones, y gracias a aquellos que un día juramentaron liberar nuestro suelo o morir en la demanda, hoy somos la República Oriental del Uruguay, que bajo el pabellón celeste y blanco, coronado por el sol de la patria podemos gritar a los cuatro vientos, lo que aquellos “Patricios del 25” juraron sobre la Piedra Alta, que:

“reasumiendo la Provincia Oriental la plenitud de los derechos, libertades y prerrogativas, inherentes á los demás pueblos de la tierra, se declara de hecho y de derecho libre éindependiente del Rey de Portugal, del Emperador del Brasil, y de cualquiera otro del universo y con amplio y pleno poder para darse las formas que en uso y ejercicio de su soberanía estime convenientes.”

2 COMENTARIOS

  1. Gracias por lo ilustrativo de ese trayecto d la historia.Tan claro que no deja dudas de como se desarrollaron los hechos en ese tramo de nuestra historia de la cual nos sentimos orgullosos.Creo q después de leer eso no deberían haber ciudadanos que renieguen d nuestros antepasados y quieran imponernos otra ideología que nada que ver con esta parte d la historia en la cual fue forjada x igual para todos los ciudadanos sin excepciones.Muchas gracias

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