En estos días se cumplieron cuarenta y nueve años del quiebre Institucional, por el cual se disolvió el Parlamento Nacional, asumiendo la conducción del país, un gobierno de características cívico militares.
Llamado Dictadura, Gobierno de Facto, Proceso, etc., dicho periodo abarcó desde el año 1973 a 1985.
Se han escrito libros, artículos y demás consideraciones, tratando de explicar las causas y orígenes de la mencionada intervención.
No podemos dejar de considerar, cuál era la situación nacional, regional y mundial para poder dar contexto a las consecuencias del quiebre institucional.
A impulsos de la Revolución Cubana, con Fidel Castro como líder, grupos de izquierda entendieron que ese era el camino para hacerse del poder.
Las ideas fueron prendiendo en tantos jóvenes, generalmente universitarios, por la difusión que las mismas, siempre han encontrado campo fértil en esos recintos formadores de líderes y profesionales.
En el propio juego de la Guerra Fría, en curso entre EEUU y la ex URSS, el enfrentamiento nunca los tuvo como protagonistas directos, pero si en nuestro continente especialmente, convertido en un campo de batalla.
Grupos guerrilleros, fueron sumando adherentes, armas, entrenamiento, apoyo logístico y dineros, producto de robos, secuestros, extorsiones.
La situación, que hemos considerado en notas anteriores, provocó en la medida de su crecimiento y descontrol, la intervención de la policía y de las FFAA posteriormente, a instancias del propio poder político legal.
El caos que se vivió en los años 60 y 70, donde las muertes, robos, secuestros de hasta personas extranjeras, huelgas interminables, pérdidas de clases, la inacción de un poder político de espaldas, en muchos casos, al reclamo generalizado de la inmensa mayoría de la población de orden y paz, fue abonando el terreno para cambios inesperados.
Hubo una notoria acción de algunos políticos que se involucraron con los movimientos guerrilleros.
Tal es así, que el entonces Senador Enrique Erro, fuera acusado por la Justicia Militar e investigado por sus pares, al ser acusado de sus vinculaciones con grupos sediciosos.
Por entonces la Comisión del Senado determinó: Encubrimiento de atentado a la Constitución, semiplena prueba del delito de lesa Nación, declaraciones de un testigo, el Dr. Agapito Cantera, que atendió en su casa a tres sediciosos traídos por Erro, uno de los cuales podría ser José Mujica. Testimonio de Amodio Pérez confirmando el contacto con sediciosos clandestinos, y la descripción con detalles de la propia casa de Erro, como prueba irrefutable.
Algún discurso pronunciado por el senador, nos muestra sus inclinaciones por los grupos guerrilleros, “no son delincuentes son idealistas, que quieren la liberación del pueblo, gente que ha mostrado que antes de ser esclavo, prefirió perder hasta su vida, y que en la cárcel y fuera de ella, están dispuestos a pelear y crear el gran sentido de la revolución nacional, yo exijo el respeto por la gente que se juega más allá de las palabras, porque en la hora que habremos de hacer la auténtica revolución nacional, ellos serán la avanzada en la conquista de la libertad nacional”
A confesión de parte, relevo de pruebas, dicen los abogados habitualmente.
Traemos estos detalles, ya que el mencionado senador, sería el protagonista principal de uno de los acontecimientos claves de la historia reciente.
Estas acusaciones trajeron como consecuencia, la discusión en el parlamento de la censura y desafuero del senador en razón de esas acusaciones.
¿Pero que aconteció entonces?
No hubo los votos suficientes para el desafuero, por lo cual, el Presidente de la época, el Sr. Bordaberry, procedió a la disolución de las Cámaras.
Una vez más, el sistema político, encorsetado por lo políticamente correcto, más una mezcla de temerosos y cobardes, no estuvo a la altura de las circunstancias, cuando había tantas evidencias de la relación del citado senador con los movimientos sediciosos.
Cuando el movimiento Tupamaro y sus aliados cometían todo tipo de delitos y barbaridades, bien que optaron por recurrir a las FFAA, únicas capacitadas para combatir y librar una guerra, no querida por éstas, pero que tenía al país desestabilizado y jaqueado.
El parlamento no asumió el costo de la guerra desatada. Se lavó las manos. Dejó solo al Poder Ejecutivo que tuvo el coraje que la hora demandaba, para disolver las cámaras legislativas y nombrar un Consejo de Estado.
Derrotada y encarcelada la subversión, hecho el trabajo sucio que significa combatir a un enemigo en las sombras, el sistema político pretendía regresar al estado anterior, sin tener en consideración el caos, el deterioro de las propias instituciones que estaban siendo comidas por un virus interno.
Es por ello, que cuando aconteció el golpe, tantos ciudadanos sintieron el alivio de que por fin alguien vendría a poner un poco de orden. Esa fue la sensación predominante.
Y con esto, no queremos justificar nada que se aparte de lo democrático y republicano, pero la intervención era un clamor general para que sucediera.
Se que tomar estas posiciones, nos pone como blanco de críticas e insultos de todo calibre, pero solo tratamos de reflejar una realidad que se ha distorsionado durante cincuenta años.
Podremos discutir si duró muchos o pocos años, si esto o aquello, pero no dejemos de considerar algunos aspectos como por ejemplo la realización de grandes obras, las rutas principales, los accesos a Montevideo, un país pacificado y trabajando.
Suma y sigue, las represas de Salto Grande y Palmar, los puentes con Argentina en Paysandú y Fray Bentos, la Boya Petrolera, Antel, el plan Adas y el plan Norione, por nombrar algunos casos, que habitualmente se omite mencionar en qué momento se realizaron de manera eficiente y barata si comparamos con las debacles del siglo xxi como la regasificadora, la central de ciclo combinado, el Antel Arena, la UAM, etc.
Es común, cuando intercambiamos opiniones con personas testigos de la época, que escuchemos el comentario, “a mi nunca me pasó nada”, “nunca me molestaron”, “había seguridad”, etc., en el entendido, que aquellas personas que se dedicaron a ser ciudadanos trabajadores, honestos y pacíficos, continuaron con su vida en forma normal.
Para ser una dictadura, tan mal calificada y considerada así tantas veces, recordamos que, en el año 1980, ante la consulta a plebiscito sobre determinados cambios constitucionales, el resultado fue negativo para la propuesta del gobierno. Y se respetó la voluntad popular. Cosa que el Frente no supo hacer.
Referida a aspectos relacionados con la seguridad nacional básicamente, se acató el resultado, estableciéndose a partir de allí, un cronograma de etapas para volver a la normalidad del funcionamiento democrático.
Estos días, como en años anteriores, que se recuerda esta fecha, hemos escuchado todo tipo de discursos, algunos repetidos, melosos y de un cierto tono cercano al ridículo.
Cuando hay declaraciones que se rasgan las vestiduras, tantos hacen gárgaras sobre la democracia y su defensa y vemos a quienes integraron los movimientos sediciosos, o apoyaron y justificaron el no juzgamiento del senador Erro, subidos a este barco, lo menos que podemos hacer, es reírnos por tanta hipocresía.
Y para frutilla de la torta, recordamos algunos hechos que arrojan un poco más de luz sobre esos personajes que nos seducen con tanta defensa de las instituciones democráticas.
Año 1983, acto del Obelisco, preparando lo que sería la primera ley a votar por el primer parlamento en el año 85, escuchamos la declaración referida a los integrantes del movimiento subversivo por parte del orador:
“dignos ciudadanos víctimas de su integridad moral y de su altivez cívica, privados de su libertad por causa de sus ideas” ¿Esto es lo que piensa el sistema político de los guerrilleros y sus compañeros de ruta?
Esta es la visión de la mayoría del sistema, plasmada en la votación de la generosa “Ley de Amnistía General e Irrestricta”, para aquellos que atentaron contra las Instituciones. Linda forma de defender la democracia, linda forma de congraciarse con un enemigo implacable que siempre terminará decapitándolos.
Para estos sesudos defensores de la democracia y de la voluntad popular, en una demostración de cómo se sustentan sus convicciones, debemos recordarles, que la convocatoria de dos plebiscitos para derogar la Ley de la Pretensión Punitiva del Estado, donde la voluntad popular por dos veces se expidió a favor de aplicar la misma, ha sido olímpicamente desconocida, vulnerada y pisoteada.
Eso ha traído como consecuencia, que ancianos, otrora convocados por el poder político a combatir a la subversión armada, estén pagando con injusta cárcelpor acontecimientos de hace más de cincuenta años. Es un acto injusto y vil que debe ser subsanado.
Oroza, el chofer de Cutcsa está muerto, mientras su asesino Antonio Más Más, con ocho asesinatos en su haber, murió hace pocos años en Francia luego de una larga y feliz vida en libertad.
¿Entonces, esos lagrimeadores profesionales, llorones de todas las horas, invocadores de tantos sanos valores y rasgadores mediáticos de sus vestiduras, donde se suponen que están, cuando en plena democracia se mantienen detenidos soldados sin acusación, sin juicio, sin pruebas, sometidos al escarnio público, por hechos que ya caducaron luego de cincuenta años?
Esto lo saben todos, del Sr. Presidente, hasta Mujica.
Actualmente, tenemos a la izquierda, protagonista principal de todos estos hechos lamentables, que describimos anteriormente, en una actitud confrontativa y desgastante hacia el gobierno.
Provocando conflictos, malestares, generando discordias en la sociedad, pérdidas millonarias en exportaciones, con un discurso corrosivo que pretende además generar situaciones de enfrentamiento.
Si anteriormente no cuidaron la democracia, sino que más bien atentaron contra ella, protegiendo y justificando a quienes tomaron las armas, esta actitud actual, no parece la forma más adecuada de defender la democracia tan invocada.
Una cosa es el juego democrático entre gobierno y oposición y otra, es estar en forma continua en la generación de situaciones fuera de aquel juego y violando las propias reglas de ese juego.
En aquellos días previos al quiebre institucional, el Presidente Bordaberry, aislado y encerrado por la situación que se vivía, convocó al pueblo a la Plaza Independencia, con la consigna de defender la Democracia.
Las crónicas de la época, nos dicen que dicha convocatoria no logró reunir más de doscientas personas en dicha plaza.
Solo un síntoma de lo que pensaba y sentía la gente.
Viajando a nuestros días, ante tantos defensores de nuestro sistema de gobierno, algunos me provocan incertidumbre y miedo, espero que no tengamos que volver a convocar al pueblo a la Plaza, a defender la Democracia.
Si los iluminados de su mome to fruto quizás d su juventud no hubieran pretendido tomar el poder x las armas hoy no estaríamos sufriendo esta grieta y esas diferencias antagónicas q tiene nuestra sociedad hoy en día.
Creo que de todas formas los enemigos de la libertad siempre van a provocar la grieta porque pensamos y queremos mundos antagónicos con valores diferentes. Gracias por tu comentario
Mientras la izquierda este enquistada en tantos lugares favorablemente estratégicos para su cometido de destrucción como lo son el Puerto,la educación la salud….estaremos en lucha constante hasta que a los amos de Oz y el martillo hoy disfrazados de gremialiastas sean condenados por la perdida económica que causan al País y que se averigüe dónde van los fondos millonarios de dinero que manejan…estamos ahorcandonos de forma lenta pero mortal ….
Un saludo enorme D.G el escritor que expone con su pluma imparcial la realidad del Pais semana a semana!! gracias
Muchas gracias Claudia, eso es una triste realidad enquistada malamente en nuestra sociedad. Nunca terminaré de entender cual es la lógica de contratar un funcionario público para que trabaje permanentemente de sindicalista. Dónde está ese puesto o rol en el estado? Tenemos notorios funcionarios que hace años no concurren a trabajar porque su función es ser sindicalistas. En que país del mundo esto funciona así? Es como un contra sentido que le paguemos sueldos a personas para trabajar para destruir el propio estado. Legislar para regular la actividad sindical es un debe del sistema político. Gran saludo!!