EL ROSTRO CIENTÍFICO DE ARTIGAS

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El pasado 26 de octubre en el MAVEA organizado por la Dirección General de Cultura de la Intendencia y el Grupo Identidad Florida, en el marco del 80 aniversario del Museo Departamental, el Dr Osvaldo Arén -eminente médico oncólogo floridense, ahora radicado en Maldonado-, presentó el rostro científico de Artigas.

El destacado galeno es un admirador de Artigas y siempre le preocupó no contar con un retrato del Caudillo lo más aproximado a la realidad. Por razones casuales pudo tomar contacto con un experto del F.B.I en identificación facial radicado en Nueva York, se trata de Stephen Mancusi y con él acordaron, previo depósito de sus honorarios profesionales, la realización del trabajo.

El mismo consistía en tomar como base el retrato de perfil de Artigas hecho por el científico francés Alfredo Demersay en Asunción en 1847, cuando Artigas contaba con 83 años de edad, con más los relatos fisonómicos de época y en base a la más moderna tecnología reconstruir el rostro de frente. Culminado el trabajo el Dr Arén, acompañado del periodista y ensayista Nelson Caula, recibieron la obra culminada, que tiene entre un 85% y un 87% de coincidencia con el auténtico rostro que tendría Artigas a los 83 años.

Este notable logro se llevó a cabo hace diez años y dio mérito a que en el tercer tomo de Nelson Caula “Artigas ñemoñaré” apareciese en la tapa el rostro logrado por Stephen Mancusi.

En la Feria Internacional del Libro de Montevideo, en estos días, se dará un paso más al presentarse un rostro de Artigas cincuentón, durante la época de su apogeo político. El Dr Arén fue claro en su exposición en cuanto a que su objetivo no es sustituir las imágenes clásicas, sino de complementar la iconografía sobre el Jefe de los Orientales.

Al no existir en su época la fotografía, la reconstrucción de su cuerpo y rostro, pese a las descripciones morfológicas que hicieron algunos de sus contemporáneos como Larrañaga o de María entre otros, dispararon la imaginación de célebres pintores, que en su afán de construir una imagen a venerar, que no podía lograr la litografía de Demersay, se apartaron de la realidad.

Así surgieron los óleos de Blanes, Carbajal, Maraschino, Herrera o Benzo, o en cuadros de composición de Juan Luis Blanes o de Diógenes Héquet. Todo ello sin entrar a los rostros de las obras escultóricas de Zanelli; José Luis Zorrilla de San Martín o de Stelio Belloni.

En el año 1923 en el seno del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay se pretendió “oficializar un retrato del héroe máximo, que no contradiga la historia y que sea también fuente de inspiración y recuerdo perenne de los orientales”, no obstante, prevaleció la opinión del Dr Gustavo Gallinal de que “No corresponde al Estado fijar inmutables cánones a los artistas, ni definir criterios históricos que les sirvan de norma. El mejor criterio es, a mi juicio, la libertad”.

Sin perjuicio de ello ha prevalecido el óleo de Artigas en la Puerta de la Ciudadela, con uniforme de Blandengue pintado por Juan Manuel Blanes en 1884 por encargo del Presidente de la República Tte Gral Máximo Santos, y conocido públicamente en 1908. Es una obra en que al decir acertado del historiador Carlos Demasi “el hallazgo más destacable del cuadro es la milagrosa reconciliación simbólica de Artigas con la ciudad de Montevideo, dos elementos que resultan históricamente antagónicos y que era imprescindible reunir si se pretendía la construcción de una historia común”.

Juan Manuel Blanes había sido absolutamente sincero al expresar: “Este óleo, sin duda, se parece tanto al célebre Caudillo, como un huevo a una castaña; pero yo no soy historiador, sino artista y para una obra pictórica no me da base el dibujo que se supone de Bonpland (debió decir Demersay), que fue sin duda un hombre de ciencia, pero no un retratista ni cosa que lo valga. El dibujo del sabio francés, más que un retrato de cualquier viejo, me hace el efecto de la caricatura de una vieja”.

Un país, sin fe de bautismo en regla al decir lúcido del Dr Luis Alberto de Herrera, necesitaba para consolidar su identidad un óleo icónico que unificara a los orientales, desangrados por constantes guerras fratricidas. Pero ello se apartaba de la realidad histórica. No se trata de desvalorizar la construcción artística e histórica decimonónica, sino de darle insumos a las nuevas generaciones, para que puedan abordar críticamente nuestro pasado y descubrirlo como lo que fue y no como nuestros antepasados quisieron que fuese. En ese camino, no exento de incertidumbres, el contar con un rostro científico de Artigas, merece ser valorado y encomiado.

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