Perfectamente podría ser el título de una novela o una película, sabiendo que Gerónimo fue un famoso jefe Apache nombrado en tantas películas del oeste.
Pero no, en realidad hacemos alusión a un personaje relativamente nuevo, que apareció hace cerca de un mes y algo, en ocasión de un conflicto estudiantil en el famoso IAVA.
Sin entrar en detalles de lo que sucedió allí, cosa que la prensa se ha ocupado bastante, el tema es esta nueva figura, un adolescente de 16 años que lidera el gremio estudiantil de ese Instituto.
Gremio por demás alicaído de apenas 30 agremiados en 3000 estudiantes, pero que hace mucho ruido gracias a una amplificación artificial de los medios.
De un día para el otro, medio Uruguay está hablando de Gerónimo y Gerónimo habla por todos lados, una lluvia de micrófonos y cámaras persigue y atiende a todo lo que dice esta nueva estrella gremial. Todo el andamiaje propagandístico y mediático del frente ha sido puesto a sus pies.
El joven estudiante, además, tiene la particularidad, cual producto moldeado por el marketing político contemporáneo, de hablar en el llamado lenguaje inclusivo, una deformación lamentable de nuestro preciado y rico acervo cultural occidental, sabe vestirse con ropa indefinida, ser transgresor, que deja traslucir su inclinación sexual, obviamente cumpliendo el requisito de moda impuesto por la ideología de género.
Es como si hubiera habido una audición tipo show de talentos, y Gerónimo fuera el elegido luego de un arduo trabajo de los jurados.
El nuevo personaje, complementado con los detalles antes mencionados, agrega una clara definición política e ideológica cuando en sus declaraciones nos hace saber sin vueltas sus posturas en ese sentido.
Y no es neo marxista sino un clásico y ortodoxo marxista leninista, producto de la ideologización de nuestra enseñanza pública.
Con el aval y apoyo de todas las fuerzas que trabajan para demoler el sistema educativo, los valores tradicionales, sanas costumbres y principios que nos han distinguido como Nación, vemos como apañan y apoyan desde el Pitcnt, gremios de profesores, Frente Amplio y otros agentes culturales de la izquierda, para que nuestro personaje haya ido tomando cada vez mayor protagonismo.
Los que tenemos algunos años y fuimos testigos en los años sesenta y setenta de tantas refriegas, ocupaciones, así como la utilización de centros educativos convertidos en centros de adoctrinamiento, liberación sexual, material panfletario, fabricación de cócteles molotov, también de bombas con trágicos finales, como otros elementos que se utilizaban para agredir a las fuerzas del orden, solo podemos alarmarnos.
Hace algunos días, en ocasión que un grupo de estudiantes se manifestaban en nuestra principal avenida, cortando el tránsito, una policía se acercó a este muchacho Gerónimo, para solicitarle en muy buenos términos, así como con explicaciones fundadas, que cuando cambiara la luz del semáforo permitieran circular a los vehículos.
Sin embargo, el adolescente, en una clara demostración de irrespetuosidad, dijo que ellos estaban ejerciendo un derecho y que no iban a dejar de hacerlo, desoyendo y desobedeciendo a la autoridad que le pedía una acción de civilidad, sin dejar de ejercer la protesta.
Cuando la policía invocó que la LUC imponía la libertad de circulación, así como la libertad de protestar, el chico Gerónimo se despachó con que “la LUC no me representa porque fue una ley super injusta”
Y acá se deja visualizar, a que grado de subversión de valores han sido sometidos jóvenes como éste, para que puedan ser capaces de argumentar barbaridades que no son, por cierto, muy diferentes a las que vemos a diario en otros conflictos en boca de dirigentes sindicales.
Clases de Educación Cívica se nota que no se dan, cuando hay estudiantes son capaces de dar este tipo de respuestas, pero este personaje tiene muy bien aprendido su libreto y sus mentores están allí para apoyarlo y acelerar su pulso.
Ahora entramos en una escalada de ocupaciones, donde van alternando los centros a ser sometidos a control estudiantil.
Una medida que está claramente prohibida siendo un delito ocupar un Instituto de enseñanza, pero pese a eso, los estudiantes desafían violando claramente las reglas, exhiben además al viento los colores rojo y negro de sus banderas, desconociendo olímpicamente normas vigentes, constituyen clara muestra de su formación anárquica.
En esas modalidades podemos apreciar cómo han movido los bancos de los salones, generando un caos de tránsito interno o colocándolos en el exterior de algunos establecimientos como aconteció estos días en el liceo Zorrilla.
Interesante, tanto como lamentable, es apreciar el estado de deterioro que los mismos tienen, estando rayados y despintados, por estos mismos actores.
En las protestas hemos visto que reclaman la presencia de sicólogos, el deterioro edilicio y tantos otros asuntos como el ascensor, el salón gremial, etc.
¿Qué curioso no? Sobre mediados del mes de mayo aparecen estos reclamos, lo que resulta por lo menos sospechoso, que no se hayan presentado antes.
No se ve que nadie se fije con tanto detalle algo que rompe los ojos, cuando vemos las pintadas, dibujos grotescos, grafitis y un estado de suciedad de las fachadas de los Institutos, que en un alto porcentaje ha sido producido por los mismos que protestan y reclaman.
Nuevamente, además, el principio de autoridad no se ejerce y además, funciona en complicidad con estos grupos minoritarios y con accionar de patota, al arrogarse derechos e imponer acciones sobre el resto de estudiantes, que en una mayoría desea estudiar y no participa de estas seudo movilizaciones.
Directores de Liceos acompañan a estudiantes ante la policía para demorar un desalojo, argumentando que se encontraba en su despacho trabajando, como si esto fuera razón para permitir una ocupación.
Los resultados de nuestra educación son calamitosos, los índices que miden todas las variables dan cifras alarmantes, cuando por ejemplo sabemos que un 60% no terminará la enseñanza secundaria.
Paralelamente, aparecen estos productos de la agitación, con claras acciones de desobediencia y burla ostentosa a las autoridades, con la protección y aliento de sindicatos, grupos políticos y dirigentes, que deberían ser llamados a ejercer actos de responsabilidad.
Es muy claro lo que se busca con todo esto, un clima de caos, incertidumbre, inseguridad, que se sume al resto de acciones de jaqueo permanente al gobierno, al que se distrae con problemas artificiales, o al que se acorrala con acusaciones de cualquier tipo, como el caso del agua, por ejemplo.
Comprender que estamos en guerra, la que no abarca únicamente situaciones donde haya disparos o tropas que combaten, sino que existe la guerra cultural en la que estamos participando, cuyo objetivo es conquistar la voluntad y decisiones de las personas, que es una estrategia de largo plazo y que no han variado un ápice desde los sesenta.
Específicamente el área de la educación siempre ha sido un espacio sensible al que la izquierda apunta y siempre trata de conquistar y ocupar.
¨Obreros y estudiantes, siempre unidos y adelante¨, era el cántico repetido sin entenderlo cabalmente, allá lejos en los sesenta.
Para ello se valen de los Gerónimos de ayer y de hoy, como ya pasó con Líber Arce, quienes son utilizados ya sea como mártires, con el sugestivo nombre del anteriormente mencionado, o como cuadros con proyección a futuro, para rédito de estos verdaderos responsables de tanto caos que debemos sufrir a diario.
En alguna polémica que he mantenido en alguna de las redes, he encontrado contrincantes que justifican a este tipo de muchachos, a quienes colocan en un inexistente pedestal de méritos, porque argumentan sobre su lucha, su firmeza, lo que conquista para sus pares, siendo tan joven, que es un ejemplo, etc, etc.
Y cuando en algunas declaraciones que andan por ahí, este joven se impuso como objetivo derrocar a este gobierno, solo nos genera tristeza al comprobar que alguien lo sedujo, a tener una misión casi mesiánica, al erigirse como una especie de “vengador anónimo” que nos salvará de este gobierno de coalición.
Hay asuntos que requieren de atención para nuestro futuro próximo, donde las nuevas generaciones se deben formar para este mundo que plantea desafíos constantes, inteligencia artificial, relación con otros países, conquistar nuevos mercados, generar nuevos empleos de calidad, todo lo que requiere esfuerzo, disciplina, estudio, capacitación, prevención y acción.
Eso es lo que deben enfocar quienes tienen responsabilidad sobre la educación en general, esas bases son la que hay que seducir a los jóvenes para que entiendan, que esta etapa y ese ímpetu propio de la edad, tiene una duración relativamente corta y es el tiempo para construir su futuro.
Hay fuerzas disolventes que pretenden erosionar constantemente nuestros valores, le hacen creer a los jóvenes que su mundo es de lucha, reclamar, gritar, tocar el bombo y que eso los convierte en luchadores por la justicia.
Ya lo hemos visto, los años nos dan la perspectiva de comprender, que las ilusiones y buenas intenciones del espíritu juvenil, han llevado a generaciones enteras a despertar tarde y darse de frente con una realidad que termina generando frustrados, resentidos e inconformes.
Fuimos jóvenes y también nos equivocamos muchas veces, guiados por el ímpetu y la energía que nos acelera, comprendemos en el tiempo, que los gustos y las pasiones cambian.
Hay que retomar una senda de concentración en el esfuerzo, cimentada en criterios de disciplina y constancia para que la juventud forje un futuro prometedor y certero.
Uruguay no necesita adolescentes convertidos en líderes de la insurrección, del desacato de normas o la reivindicación de consignas irracionales, o de medios ansiosos de amplificar la inconducta, cuando existen muchos chicos que se destacan en lo que hacen y deberían ser ejemplos que mostrar.
Uruguay tiene déficit de jóvenes formados en la disciplina informática con los empleos de alto ingreso que esta actividad genera, antes de pensar o alentar la existencia de supuestos “luchadores sociales” destinados a aumentar frustrados.
Lo que hemos titulado “Las aventuras de Gerónimo”, deberían finalizar ya, como lo que son, una aventura.
Hola. Un amigo me compartió su artículo. También fuí un joven estudiante y en alguna que otra revuelta me quisieron meter y zafé. Hoy, con 79 años, habiendo llegado a la educación terciaria y realizar dignamente la profesión médica, gracias al enorme esfuerzo de mis padres, me siento muy identificado en la lectura de su artículo.
Muy de acuerdo en lo expresado.!! Estos jóvenes se hunden en la irracionalidad de dogmas que no conllevan valores culturales y humanísticos.
Lo felicito y anhelo que este tipo de notas cobren la mayor difusión posible por el bien de nuestros jóvenes.