LA EVOLUCIÓN DEL ORGULLO: de Stonewall a la comercialización de la intimidad. Por Marcelo Martín Olivera

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La revuelta de Stonewall, ocurrida el 28 de junio de 1969 en la ciudad de Nueva York, fue un evento histórico para la comunidad homosexual. En aquel entonces, los homosexuales (gays, lesbianas y trans) se enfrentaban la discriminación y opresión de la sociedad estadounidense.

El suceso tuvo lugar en el bar Stonewall Inn, un establecimiento frecuentado principalmente homosexuales, en ese tiempo, las leyes en Estados Unidos consideraban ilegal la homosexualidad y la policía realizaba redadas en bares o lugares de encuentro. La revuelta estalló cuando la policía intentó llevar a cabo una de estas redadas. En lugar de someterse y permitir el arresto, decidieron resistir y enfrentarse a la opresión.

Durante varios días, se llevaron a cabo protestas y enfrentamientos violentos entre los manifestantes y la policía en las calles de Greenwich Village. La comunidad homosexual y sus aliados se unieron en una lucha colectiva por la igualdad y el fin de la discriminación.

Fue un punto de inflexión para el movimiento de liberación homosexual. Marcó el inicio de una mayor visibilidad y una lucha más organizada por los derechos de las personas homosexuales.

Los valores que impulsaron la revuelta de Stonewall incluyen la dignidad y la justicia. Los manifestantes buscaban ser tratados con respeto, rechazando la discriminación basada en la orientación sexual. Luchaban por la justicia, exigiendo igualdad de derechos y el fin de las leyes y políticas que criminalizaban la homosexualidad. Además, la revuelta fue un acto de autenticidad, se negaron a ocultar su identidad y se unieron en solidaridad para afirmar su existencia y derechos.

De la lucha a la venta de los valores.

Si bien es cierto que el avance en la aceptación de la diversidad sexual ha generado oportunidades, también existe una flamante explotación comercial y una superficialidad en la forma en que se presentan y tratan los asuntos que preocupan a los homosexuales. Es importante cuestionar si esta comercialización está impulsada por un verdadero compromiso con la inclusión y la igualdad, o si se trata simplemente de una estrategia para obtener ganancias económicas.

El poco conocido “Capitalismo rosa” hace de elementos como el arcoiris un recurso de marketing. perdiendo su significado original como un símbolo de lucha por los derechos y la igualdad.

Lo mismo sucede en ciertos ámbitos políticos que se hacen eco, hipócritamente, para obtener resultados electorales.

Todo esto se une a un hecho no menor, la extravagancia y exhibicionismo de la sexualidad semi explícita en mitad de la calle, como un componente de los desfiles.

Si bien la visibilidad y la libertad sexual son aspectos importantes de la lucha por la igualdad, también es necesario encontrar un equilibrio para no imponer la sexualidad de manera intrusiva o irrespetuosa hacia aquellos que puedan sentirse incómodos o no deseen participar en un ambiente sexualizado. La diversidad sexual no debería significar una presión para expresar la sexualidad de manera explícita en espacios públicos, sino más bien una defensa de la libertad y el respeto para que cada persona pueda vivir su sexualidad de la manera que elija.

Por detrás de todas las lentejuelas tenemos otra realidad.

Hoy en día muchos homosexuales siguen enfrentando desafíos en áreas fundamentales de sus vidas. La falta de acceso a la educación adecuada y a oportunidades laborales limita sus posibilidades de desarrollo y éxito personal. La salud pública, particularmente en relación a las enfermedades de transmisión sexual, sigue siendo un tema tabú que llevan a que muchos se vean marginados incluso dentro del mundo gay, lo mismo sucede con la violencia en parejas homosexuales que se mantiene oculta para no afectar la imagen de una supuesta «agenda de derechos».

Por todo esto es esencial saber que Stonewall representó más que una simple revuelta en un bar de Nueva York en 1969 y es importante recordar que ser homosexual no implica estar de acuerdo con los postulados de lo “LGBT”, muchos estamos por fuera de este dogma, nos ganamos nuestros lugares con respeto y trabajo duro. No merecemos caer en la misma bolsa.

Mientras algunos se aferran al glamour y a la superficialidad, es hora de recuperar el verdadero espíritu. Recordemos que la verdadera lucha es por nuestros méritos, por el acceso a oportunidades reales y por la erradicación de la discriminación. Dejemos de lado el unicornio rosa y enfrentemos con valentía la cruda realidad para construir un futuro donde la igualdad y la dignidad sean nuestro mayor orgullo

2 COMENTARIOS

  1. ¡Excelente! Siempre tuve la duda sobre el origen del 28 de junio y sabía algo del bar en EEUU, pero no lo había visto expuesto de una forma tan clara, separando la paja del trigo.

    Si todos los gays fueran como Marcelo de seguro tendríamos orgullo del bueno y no el mamotreto que venden hoy en día.

  2. Es la tercera columna que este autor hace en referencia al tema gay, recuerdo la de la Marcha de la diversidad y la de la violencia en las parejas homosexuales.

    Es increíble lo claras que son y lo invisible del tema, necesitamos urgente un cambio de paradigma como sociedad. Pero mientras el arcoiris sea coptado por la izquierda y el vil metal, difícil que el chancho chifle.

    El análisis sobre la comercialización y superficialidad en torno al Orgullo es muy pertinente y plantea una preocupación válida.

    Me voy con una sensación de reflexión y un mayor entendimiento de los retos que aún enfrenta la comunidad gay, además me llevo un tema de conversación para poder plantear con los más jóvenes.

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