Quien no vote en las internas, gane quien gane, será cómplice de todo lo que pase.
Es nuestro deber ciudadano tomar posición y participar en la elección de cada partido, definiendo quien representa nuestro propio pensamiento.
El no votar o votar en blanco es un atentado al deber que reclama nuestro compromiso en la construcción del futuro, hoy marcado por las opciones de más estado, continuidad del actual estado o reducirlo a un estado efectivo, racional, que es lo que nos ofrece el espectro político.
No podemos permitirnos caer en el descalabro económico que nos propone la izquierda, ni el sobrevivír navegando entre el déficit fiscal y el devorador de impuesto, hay que aceptar el desafío que nos proponen quienes, con acertada visión, ven el estado del sentido común que da esperanza al trabajador, al productor y al inversionista.
Será el voto del sentido común el que defina el menú electoral, saliendo de la inercia del voto de siempre, de la tradición electoral y la fantasía de la promesa fácil.
Aquí y ahora, por tres veces será el voto constructor de futuro, con la capacidad de crear ese estado que, íntimamente, todos queremos, sin favores políticos, sin gastos indiscriminados, sin políticas monetarias que esconden la realidad económica, buscando la libertad individual, el desarrollo de la producción nacional, optar por la inversión adecuada al país, la preservación de la riqueza nacional para no venderla al bajo precio de la necesidad.
Yo voto, yo decido, yo soy la diferencia y soy parte de la construcción del futuro de esperanza real.
Roberto Alfonso Azcona