¡APOLOGÍA A LA TRAICIÓN! Por Joise Morillo

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Hegel plantea que: «lo real es racional y lo racional es real», para él; lo racional 

representa lo ideal en sí mismo en términos filosóficos y, en su figura misma es el símbolo del erudito, de la sobriedad, ejemplo del ciudadano moralmente bueno, correcto y civilizado.

Sin embargo, para reconocer lo real como verdad el pensante debe enfrentar la miseria humana. Por ende, enfrentar una comprensión más humana y natural, capaz de adentrarse hasta lo más terrible de la vida.

Como pudiera ser el hambre, el miedo o la muerte. Por tal motivo, cuando se quiere concebir una solución a los problemas político no se debe apartar el rostro de lo

que en el fondo somos como especie, aunque ello no guste o no agrade moralmente, principalmente y en relación con la conducta de quienes ostentan gobiernos.

Por lo explicado anteriormente se puede abordar el postulado de Schopenhauer en el sentido de aceptar lo irracional como algo sustancial e impronta con lo que después se construye lo racional, y no a la inversa. Esta concepción nos permite comprender nuestra parte subjetiva, no como algo que se debe suprimir, amputar o desechar, sino aceptar. 

Una forma irracional de la conducta es “La Voluntad”, observada como tal antes de la concepción racional o lógica del pensamiento occidental. Esta debe ser contemplada como parte esencial de lo que es el individuo humano, asumirlo por cuanto emerge en la naturaleza misma.

Una forma emblemática de esta conducta irracional es la voluntad de poder como lo plantea Nietzsche, quien la define como: el motor principal del hombre: la ambición de lograr sus deseos, la demostración de fuerza que lo hace presentarse al mundo y estar en el lugar que siente que le corresponde. 

Empero, todas estas manifestaciones, sin posibilidad de restricción, ni medida, son las que de forma perversa -voluntad de poder del malo- representan la conducta del mal gobernante, del tirano. De lo cual, el pueblo debe estar consciente, para poder reaccionar ante toda causa del deterioro de la política que debe imperar en las naciones.

El caos social, político y económico que sufre Venezuela es originario por la voluntad de poder de Hugo Chávez Frías, un pródigo parricida platónico con un elevado índice de irracionalidad que instigado por un resentimiento social patológico e inspirado por el tirano Fidel Castro y su proyecto Hegemónico,  ocupó la peor de las miserias que puede observar un Estado. Haber traído a emisarios de la tiranía cubana al país para ocupar cargos claves como: notarías públicas, identificación, salud e injerencia en el ministerio de la defensa poniendo en peligro la seguridad y soberanía de la nación, máxime a sabiendas que la tiranía cubana fue la única fuerza militar que invadió el territorio venezolano ilegalmente -Machurucuto año 1967- después de la independencia política de Venezuela, es el índice más elevado de traición a la nación.

Luego le ha seguido Nicolás Maduro Moros un reposero de oficio, de conducta insoportable en la infancia y advenedizo de la política venezolana, adoctrinado en un instituto de capacitación comunista -escuela del comunismo- cubano, quien ha seguido la pauta de sometimiento al pueblo con hambre, terror, cárcel y muerte para mantener su cuota elevada de irracionalidad inédita y con esta su voluntad de poder del malo-, sin ninguna aspiración, ni intención de concebir racionalidad para traer felicidad al pueblo. En él la pasión se identifica con la idea de ambición mantener el gobierno, la demostración de fuerza que lo hace presentarse al mundo y estar en el lugar que siente que le corresponde a costa de una anti política en contra del pueblo venezolano.

Su discurso insólito y absurdo por demagogo, falaz y embustero, presenta programas dignos de la indignación y repudio hacia él, en la medida de ofrecer a otras naciones ayudas y convenios energéticos mientras su pueblo padece de privación de suministro de combustible, de gas doméstico y de electricidad a pesar de que Venezuela tiene yacimientos enormes de petróleo (comprobados por API) y la represa hidroeléctrica más grande de Latinoamérica.

Ese gesto de irreal solapado como una opulencia real es el emuló descarado de un traidor que asume la insolencia como sinceridad, la licencia como libertad y la venganza como justicia, como si el pueblo se mereciera por ignorante de política -concepto que ningún pueblo tiene la obligación de saber ni conocer- ese trato infame. Una evidencia clara de esta infamia es el petróleo que se le envía a Cuba diariamente y el ofrecimiento de suministro de energía eléctrica que le participó recientemente a su homólogo, comunista corrupto ex presidiario, presidente del Brasil Inácio da Silva (Lula).

La actitud irracional de Maduro representa una verdadera apología a la aseveración de Schopenhauer respecto a la inmanencia conductual originaria del individuo, la cual se debe asumir como esencia del ser humano. Pero no aceptar en la medida de no abordar la intención de tornar a lo racional en función de la libertad y felicidad de la nación. Por lo contrario, Maduro representa todo lo inverso a lo erudito, a la sobriedad, al ejemplo del ciudadano moralmente bueno, correcto y civilizado. En otras palabras, en derivación de sus actos, al decir esto:

«Venezuela es única, estamos jodidos pero felices»

Cínicamente, parece que disfruta de un orgasmo patológico, haciendo, irracionalmente, apología a la privación de libertad y felicidad que genera, aunada a la traición que comete contra la nación venezolana.

Joise MORILLO

[email protected]

Venezuela-USA

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