CIERRE ESTO SR. PRESIDENTE

Por: Daniel García.

La barriga duele más de una vez, dice el viejo y sabio dicho. 

Nuestra historia está marcada por luchas internas entre orientales, guerras que dejaron muertos y dolor en tantas familias, degollados, fusilados, etc.

Pero de una u otra forma, decisiones de hombres con un horizonte y visión de futuro, supieron zurcir aquellas cicatrices y heridas provocadas por tantas luchas.

Años más cercanos, las luchas volvieron, la formación de grupos armados en los años 60, con la inspiración, como también el apoyo, en la Revolución Cubana y Fidel Castro, encontró a un grupo de jóvenes “iluminados”, que entendieron que a través de la lucha armada podían hacerse con el poder.

Sin entrar en detalles de hechos, ante un claro desborde y descontrol producido por el accionar guerrillero, el parlamento de la época decretó la intervención de las FFAA para combatir a un enemigo diferente a cualquiera conocido hasta el momento, que actuaba con una clara visión de guerra para cumplir sus objetivos.

Las FFAA de la época intervinieron y con una respuesta claramente militar lograron desarticular a estos grupos, deteniendo y juzgando a la mayoría de sus integrantes.

Estas guerras, denominadas irregulares, antisubversivas, guerras “sucias”, por tener un desarrollo y características particulares, obligan a utilizar muchas veces, métodos que resultan no comprensibles para tanta gente.

Me hago cargo de lo que digo, no es secreto para nadie, que la obtención de información vital para el desarrollo de operaciones es una circunstancia común en todos los conflictos, con mayor significado cuando el enemigo no se ve claramente, ni se sabe quién es.

Para ello hubo personal militar que debió estar en la primera línea de fuego, recibir amenazas a su familia, no regresar a sus casas por muchas jornadas y jugarse la vida enfrentando a un enemigo que no ahorraba en crueldad ni métodos para imponer sus consignas.

La generosidad de los hombres de la época, me refiero al año 1985, regresado el país a la normalidad democrática, decretó una amnistía general e irrestricta para todos aquellos guerrilleros que estaban cumpliendo aún las condenas más largas.

Todos sabemos que así fue, quedando todos en libertad, abarcando hasta aquellos que nunca estuvieron detenidos a pesar de sus fechorías.

Posteriormente se dictó la ley de caducidad de la pretensión punitiva del estado, por la cual se pretendió extender la amnistía a quienes el Estado había encomendado la tarea de combatir a los insurgentes.

Ley sometida a plebiscito en el año 1989 y en el 2009 y claramente apoyada por la ciudadanía para mantenerla activa. Nuevamente el pueblo oriental entendió necesario, como la historia lo recordaba, perdonar y dar vuelta la página para mirar al futuro sin rencores ni cuentas viejas.

Cosa que no ha sido posible hasta el momento, ya que esta historia, generada por luchas ideológicas básicamente, ha frenado la ansiada reconciliación.

Aquí llego a lo medular de mi nota de hoy, la que tiene por objetivo realizar un llamado a las autoridades públicas, encabezadas por el propio Presidente de la República, así como un alerta de cosas que ojalá no sucedan.

Empiezo por lo último. Ya que nadie puede saber qué cosas nos depara el futuro, hoy tan cambiante y dinámico.

¿Cómo sabemos si acontecimientos imprevisibles no pueden llevar a que las FFAA deban ser llamadas a intervenir en algún momento, para controlar hechos que escapen al manejo de otras fuerzas de seguridad?

¿Con qué espíritu y respaldo actuarían?

En los años 70 ante la escalada incontrolable de los grupos armados, el sistema político no dudó en llamar a sus FFAA para combatir y derrotar a un enemigo fuera de control. Que luego el propio sistema haya dado la espalda, casi olvidando lo que aquellas fuerzas hicieron para salvar las Instituciones, participar en un enfrentamiento, ni buscado ni querido, es un hecho sobre el que quiero llamar la atención, ya que repercute directamente sobre un escenario hipotético de futuro que no debemos soslayar.

Con las cartas vistas, queremos decir, quien se jugaría, cuando vemos como día tras día militares llamados en el pasado a dar lo mejor de sí mismos en defensa del sistema democrático, son detenidos por hechos sucedidos hace 50 años.

Esto sigue sucediendo y en forma vergonzosa para la República, hombres de 90 años son llamados a declarar en una secuencia interminable de clara venganza.

Aunque el Ministro de Defensa Nacional, declare que en Uruguay no hay presos políticos, esta triste realidad es imposible de ocultar y menos dejar de considerar en su dimensión irregular.

Obvio, no merece el tratamiento, discusión en programas o periodistas que investiguen la situación debidamente y en profundidad, porque una clara inclinación ideológica tiene a este barco escorado sobre babor.

Sin entrar en detalles, de una historia groseramente tergiversada, por la cual quienes se alzaron en armas contra el Estado, casi han pasado a ser héroes.

Suena hasta ridículo decir esto, que un país ejemplo de generosidad a través de su historia, dando tantas veces vuelta páginas de dolor y muerte, no lo pueda hacer ahora, contando con garantías legales que darían un marco además incuestionable.

Hablamos de dos plebiscitos favorables a mantener una ley, con lo más contundente y evocado siempre por el sistema político, que es el cuerpo electoral o el soberano. ¿Por qué no se respeta ese pronunciamiento supuestamente sagrado?

Se menciona el Estatuto de Roma para invocar o amparar detenciones por supuestos delitos de lesa humanidad. ¿Si entró en vigor para nuestro país allá por el año 2006, si mal no recuerdo, porqué se hace retroactivo a hechos sucedidos en los años 60 y 70? ¿No se violan principios básicos del derecho?

Por último, me tomo la libertad de dirigirme al Sr. Presidente de la República, a quien le pido, actúe Sr. Presidente, tome este tema y anímese a cerrarlo para siempre. Ponga el último sello que necesitan los orientales para seguir adelante y dejar este pasado cruel en su lugar.

No es lógico, y menos humano, que en épocas que se invocan tantos derechos,   ancianos enfermos estén siendo llevados a un escarnio innecesario, soldados que dieron convencidos su esfuerzo para combatir, porque esa fue la orden recibida en esa guerra, al enemigo que usted bien sabe utilizó métodos repudiables. Sr. Presidente, usted conoce el grado de cumplimiento del militar cuando se le asigna una misión por el superior, lo ha comprobado en su gobierno.

Uruguay no se merece estar pasando por estas situaciones, debe haber alguna forma legal que le permita volver a dejar la ley de caducidad en forma activa, es necesario dar ese paso, muchos se enojarán tal vez, pero esos tampoco nunca lo apoyarán haga lo que haga en cualquier asunto.

Deje ir a esa gente a su casa, familias enteras están con la espada de la venganza dando vueltas sobre sus cabezas desde hace 50 años.

Merecen el reposo del guerrero, Uruguay se merece el reposo de la historia turbulenta que ha separado tanto. Lo veo haciendo el anuncio con el aplomo que hace tantas cosas difíciles, allí, desde el lugar en que tantos luchamos para que estuviera.

¡Cierre esto Sr. Presidente, se impone un caro legado Artiguista, que clama desde el fondo de la historia!