EN EL PUERTO DEL BUCEO, LIBERARON ESTA MADRUGADA AL DR. PELLEGRINI

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EL PASADO RECIENTE CONTADO POR LOS MEDIOS DE PRENSA DE LA ÉPOCA

Fecha: 21 de Noviembre de 1969 – Diario “El Día” – En Portada

EN EL PUERTO DEL BUCEO, LIBERARON ESTA MADRUGADA AL DR. PELLEGRINI

A las dos y cuatro minutos de la madrugada de hoy apareció, al menos oficialmente, el Dr. Gaetano Pellegrini Giampietro cuya liberación por sus secuestradores extremistas habíamos calificado como “inminente”.

A las 3.00 de hoy, era imposible señalar los detalles de su largo secuestro, que duró 73 días. Pero podemos informar que apareció en el llamado “muelle de pescadores” del Puerto de Buceo, en perfecto estado de lucidez mental, vestido con traje azul. Se le encontró al lado de un yate llamado “Cangrejo” y no quiso -o no pudo- informar cómo había llegado allí.

En momentos de cerrar esta edición se encontraba en los altos de la Seccional 9ª -donde funcionan las oficinas de “Servicio de Inteligencia e Información”- declarando ante el Ministerio del Interior, el Jefe de Policía y otros jerarcas.

Aviso Anónimo al Dr. Baroffio

Según nuestras noticias, de carácter extraoficial, el Dr. Pellegrini no fue abandonado al azar. En efecto, mientras era dejado por sus captores en la entrada del muelle (lo condujeron hasta el lugar en un auto de color rojizo) otros individuos hablaban por teléfono a la casa del Director de “El Diario”, Dr. Eugenio Baroffio para decirle, escuetamente: “Vaya a buscar al Dr. Pellegrini en el puerto del Buceo: la misión está cumplida”. El Dr. Baroffio que, con su amigo y compañero, Dr. Manini efectuó últimamente dos donaciones por quince millones de pesos -para “acelerar la liberación”- se dirigió inmediatamente al lugar. Llegó cuatro o cinco minutos después, ya que vive muy cerca, en Villa Biarritz. El Dr. Pellegrini, en esos momentos, salía caminando rumbo a la rambla, acompañado por dos o tres personas, habitués al club del Buceo, que lo habían reconocido.

Aviso a la Esposa

Es imposible señalar con precisión, a la hora de este cierre, los acontecimientos. Según nuestras noticias, el Dr. Baroffio al arribar con su automóvil al lugar, agradeció a las personas que acompañaban al Dr. Pellegrini la deferencia, hizo subir a éste a su automóvil y lo llevó a su casa. Cuando llegó eran cerca de las dos de la madrugada. Entraron en la casa del Dr. Baroffio, donde se dio al Dr. Pellegrini un café y, de inmediato, se llamó telefónicamente -por pedido de Pellegrini- a su casa en Carrasco.

En la Seccional 9ª

Terminada esta comunicación y mientras Pellegrini descansaba, el Dr. Baroffio se puso al habla con el Ministro del Interior y el jefe de Policía. Les comunicó la novedad y el Cnel. Zina Fernández le aconsejó “que llevara de inmediato al Dr. Pellegrini” a la oficina de “Información e Inteligencia”, situada en los altos de la Seccional 9ª, adonde él concurriría de inmediato. La novedad fue impuesta también al Ministro del Interior.

Fecha: 21 de Noviembre de 1969 – Diario “El Diario” – Pág. 15

UN COMANDO FUERTEMENTE ARMADO CONSUMO EL OPERATIVO SECUESTRO

RAPTADO EN SU PROPIO AUTO DESDE EL DIARIO

Cuando pocos minutos después de la cero hora de hoy, el Dr. Gaetano Pellegrini Giampietro se confundia en un emocionante abrazo con el Director de EL DIARIO, Dr. Eugenio Baruffio, se cerraba un triste episodio iniciado a las 8.15 hs. Del 9 de setiembre pasado, que lo había tenido como protagonista involuntario y que mantuvo en vilo a la población por espacio de setenta y dos días.

En efecto, en tanto se acallaban los ecos que el secuestro es Río de Janeiro del embajador de Estados Unidos, C. Burké Elbrick, a manos de terroristas,habían provocado en la opinión pública mundial, el país entero era sacudido por la noticia de que el Dr. Gaetano Pellegrini Giampietro -secretario de la Asociación de Bancos del Uruguay y Director Gerente de la empresa que edita “El Diario” y “La Mañana”- había sido secuestrado por un grupo de extremistas.

Era la segunda vez en poco más de un año que un grupo de elementos antisociales, privaba de la libertad a dos ciudadanos, hecho insólito en el país. El 7 de agosto de 1968, fue el Dr. Ulysses Pereira Reverbel, presidente del Directorio de UTE. El 9 de setiembre de 1969, el Dr. Pellegrini Giampietro. El Uruguay tampoco pudo escapar a esa ominosa forma de violencia, practicada frecuentemente en el extranjero.

El secuestro

Aquella mañana del 9 de setiembre se presentó fría. En el edificio de cinco pisos de SEUSA, comenzaba una jornada más de labor.

Los funcionarios que desempeñaban las tareas de portería, advirtieron la presencia de dos individuos bajo una de las ventanas del Museo de Historia Natural, sobre la calle Bartolomé Mitre, frente a la puerta principal de SEUSA.

Les había llamado la atención la insistencia con que desde hacía más de quince minutos, aquel individuo de unos 30 años, de complexión gruesa y cara redonda, intercambiaba miradas con el otro, más delgado y vestido con ropa sport.

“Parecía que esperaban algo o a alguien…” diría más tarde uno de los testigos.

A las 8 y 15 hs. -como todas las mañanas- el Peugeot azul, modelo 1962, matricula 508.377 del Dr. Pellegrini Giampietro, tomó por Bartolomé mitre hacia arriba, conducido por su propietario. En momentos en que Pellegrini se aprestaba a hacer la maniobra para estacionar el automóvil, los dos sujetos que habían estado aguardando evidentemente esa oportunidad, abordaron resueltamente al Peugeot abriendo las dos puertas delanteras.

Peripecias y fuga

Sacando a relucir sendos revólveres, los delincuentes obligaron a Pellegrini a correrse hacia el centro del asiento, tomando uno de ellos el volante.

Una falla en la caja de cambios del Peugeot, que obviamente no era conocida por los extremistas, les impidió emprender la marcha.

Precisamente en ese momento, un empleado administrativo de SEUSA llegaba como todos los días en su automóvil.

Advirtió lo que estaba ocurriendo y sin vacilar, intentó interceptar la fuga de los delincuentes. Pero desde un taxímetro mercedes Benz negro, matrícula 350. 911, que con el motor en marcha cubría la operación, el acerado cañon de una metralleta apenas asomado por una de las ventanillas y un enérgico gesto de quien la esgrimía, hicieron desistir al anonadado emplead.

Cinco personas tripulaban el taxímetro robado poco antes en la zona del Parque Rodó. Entre ellos, una mujer de lacios cabellos oscuros, que los utilizaba para cubrirse el rostro.

Al comprender lo que estaba ocurriendo, quien estaba al frente del taxímetro no vaciló. Apoyando el paragolpes delantero del taxi, al trasero del Peugeot, pisó nerviosamente el acelerador y empujó bruscamente a éste hasta la calle Buenos Aires.

Entonces sí arrancó el Peugeot que prosiguió la marcha solo. Después de su liberación Pellegrini expresó que lo condujeron entonces hasta la parte de atrás del cementerio Central, donde lo trasbordaron a otro vehículo que allí esperaba.

Las investigaciones policiales revelarían más tarde, que casi cuarenta personas intervinieron en las distintas fases de la operación.

Aparece el taxímetro

El taxímetro, que después de empujar al Peugeot comenzó a fallar, tomó por Buenos Aires hasta Juncal y por allí, hacia la Rambla. Pero al tropezar con el inconveniente de esa falla mecánica  del automóvil, los cinco ocupantes optaron por abandonarlo en Juncal, entre Canelones y Maldonado, donde lo encontró la Policía pocos minutos después.

En él, se encontraron cuatro cargadores de metralletas PAM, tres de ellos caseros, pero todos repletos de balas; una canana, un revólver, un sobretodo gris espigado y un carnet de boletos de estudiante que permitiría descubrir la identidad de uno de los secuestradores.

El operativo, en su fase final (secuestro y fuga) había insumido poco más de dos minutos.

El Peugeot de Pellegrini apareció en horas de la tarde en el Prado, en la calle Lucas Obes y Juan Carlos Blanco.

IDENTIFICAN A SECUESTRADORES

La policía busca por el secuestro del Dr. Pellegrini Giampietro, a los extremistas que han sido identificados como Juan Pablo Schroeder Orozco, Raúl Bidegain Greissing, Néstor Peralta larrosa y Sergio Emidgio Da Rosa. Los Mismos son acusados además de diversas acciones terroristas, destacándose la responsabilidad de Schroeder Orozco y de Peralta Larrosa, en la muerte de Cembrano, Guardia de la Metropolitana. En cuanto a Raúl Bidegain Greissing, que acompañaba al cura extremista cuando fue ultimado, se le acusa de la muerte del funcionario de investigaciones Viera Piazza.

ACRIBILLADO POR LOS FLASHES NARRO HOY PELLEGRINI SU AMARGA AVENTURA

PESE AL AGOTAMIENTO HABLO CON SERENIDAD

Prácticamente aplastado contra un banco de madera de la seccional 9ª por cuarenta periodistas y fotógrafos. El Dr. Gaetano Pellegrini Giampietro narró de madrugada los principales detallles de su penosa odisea. Hablando con agilidad, pero mostrando claramente en su físico inocultables huellas de la tragedia vivida, reconstruyó prolijamente los tres refugios en los que le obligaron a soportar su cautiverio de 1.743 horas, describió los movimientos de los treinta o cuarenta hombres y mujeres que lo tuvieron como rehén y los definió como “personas que quieren construir un movimiento popular pero no saben la forma de hacerlo”.

Ofrecemos a continuación el relato completo afectuado por el Dr. Gaetano Pellegrini Giampietro, tomado por nuestros cronistas.

Dramático relato

“Fui liberado a las doce menos diez. Me dejaron donde está el Museo Oceanográfico en esa bajada a la playa y ahí me dijeron que esperara que me venía a buscar de unos minutos el Dr. Baroffio. Efectivamente avisaron por teléfono al Dr. Baroffio y después de unos veinte o veinticinco minutos el Dr. Baroffio llegó. Yo estaba ahí esperándolo y después fui a su casa y nos pusimos en contacto con todos.

Me siento bastante cansado por un lado, además ya es bastante tarde de la noche y fundamentalmente les voy a pedir de ser lo más breve posible porque todavía no he visto a mis hijos y son 73 días que no los veo.

El trato en general ha sido bueno, fundamentalmente al principio y al final. En la parte central de mi detención, no sé si a propósito o sí por descuido por parte de ellos, me hicieron oir que había fallecido papá y que habían fallecido dos hijos, lo que evidentemente me afectó bastante y me dejó en una situación de nerviosidad bastante fuerte.

Por otra parte, la primera parte de la detención  fue en un lugar bastante incómodo. Posiblemente era en el campo. Yo estuve en tres lugares. El primer lugar donde me llevaron era un pozo cavado en una choza, donde había prácticamente el espacio para estar acostado. La altura: yo sentado me llegaba unos diez o veinte centímetros arriba. No tenía aire, venía exclusivamente por dos caños negros.

Era como un sepulcro

Siempre me alimentaron bien. Vino dos o tres veces un médico a verme para ver la situación en la cual me encontraba. Al final después del problema de los hijos me dieron unas pastillas que me hicieron bastante bien.

En la primera fase no podía hacer otra cosa que estar acostado en este sepulcro en el que me encontraba. Allí estuve cuatro días, los primeros. No podía moverme, la respiración era bastante difícil, había poco aire y la alimentación me la pasaban por un boquete.

Al Buceo fui trasladado en un auto, con los ojos vendados, nunca fui drogado.

En el segundo lugar estuve en una carpa instalada en una pieza. En esta pieza había dos paredes de muro y otras dos de género. Del primer lugar al segundo me trasladaron en una especie de camión. Yo me enteraba del traslado en el momento mismo de realizarse.

Me explicaron que yo estaba de rehén por el conflicto bancario. Ellos me sindicaban como uno de los más intransigentes de la Asociación de Bancos, uno de los principales responsables del conflicto. Y la primera cosa que me dijeron fue que me detenían con un plazo hasta el 16 de setiembre que era el martes próximo, para que se resolviera el conflicto bancario.

Me enteré del rescate pagado por mi en los últimos días, en la última semana, cuando me lo dijeron personas de la dirección central.

Aislado del exterior

Los que me detuvieron eran todos hombres. Los que permanecían en custodia a veces eran mujeres.

Yo no sé cuales fueron las cartas que llegaron, en realidad escribí cinco cartas de las cuales llegaron tres y ellos mismos me dijeron que dos no las habían enviado.

Siempre actuaban con una capucha como el Ku Klux Klan.

El segundo lugar permitía una cama, dos sillas y había un pequeño corredor de unos pocos centímetros donde yo podía mover las piernas de vez en cuando.

Me daban todas las mañanas una palangana de agua donde yo podía lavarme la cara y las manos.

De la actualidad estuve informado exclusivamente en la última semana. En el último lugar donde estuve, en el tercero, me daban los diarios de mañana y de tarde.

Este tercer lugar era mucho más amplio, era una pieza donde había una cama, una mesa, una silla, donde podía caminar mucho más cómodamente y moverme mejor.

Yo todavía no he decidido lo que hacer de inmediato; todavía no he hablado con mis familiares.

Del segundo al tercer lugar fui trasladado en una camioneta. Las distancias eran más o menos de una hora o de hora y media.

“No tienen ideas claras”

Nunca me enteré que la policía haya estado cerca. No demostraron nunca nerviosismo.

Eran unas treinta a cuarenta personas.

Yo los definiría como hombres que no saben dónde quieren llegar en un cierto sentido. Tienen una impresión de querer crear un movimiento popular pero no creo que tengan las ideas muy claras sobre cuáles pueden ser después las posiciones que tomarían.

Con algunos de ellos dialogué mucho. Además había gente de todo tipo. Quienes tenían mayor instrucción, que habían evidentemente estudiado.

Me han hecho varios interrogatorios. Más que un juicio fue lo siguiente: ellos me dijeron al principio que yo estaba por el problema bancario. Esto fue el martes. El martes siguiente me comunicaron que el conflicto bancario había terminado pero dado que seguía, según ellos la represalia o que no estaba terminado del todo y que además querían dar un poco de ejemplo, me tomaban a mí como ejemplo para que yo pagara las culpas mías, propias, que según ellos tenía muchas y la de todos los bancos que habían actuado en la situación anterior.

Los interrogatorios

Después me hicieron tres interrogatorios. En ellos quisieron averiguar cuál era la posición de los Bancos, de cada uno de ellos en las diversas alternativas que había tenido el conflicto; después entraron a hablar de mi Banco, de problemas que yo desconozco, de carácter político, de vinculaciones personales con personajes políticos, después de Sociedad Editora Uruguaya, de mi vinculación con la empresa, después quisieron saber los nombres de todos los Directores del banco y de SEUSA.

A la terminación del tercer interrogatorio me dijeron que habían resuelto que mi detención tenía que durar quince días más. En aquel momento estábamos a 15 días de la detención. Pero después cuando volvieron a hablar conmigo me dijeron que habían ocurrido una serie de hechos por los cuales ellos por un lado habían estado empeñados en otras actividades y por otro lado yo tenía que pagar un poco la culpa por lo que estaba pasando en el país o por lo que había pasado, y que por lo tanto habían pensado otra forma para resolver el problema.

No firmé ningún testimonio pero grabaron todas las declaraciones que yo hice.

Atención médica

Quien me trató, por lo menos me dio la impresión de que era médico. Además me dio remedios que me sirvieron. Yo hablé con el médico, que estaba encapuchado como los demás, así que tampoco le vi la cara.

Todos estaban con chaquetas de tipo militar, de manera que tampoco había diferencias en las vestimentas.

Es muy difícil poder decir la edad de personas a las que no se les ve la cara.

Ninguno de los lugares de mi cautiverio daban a la calle: eran piezas internas que habían sido confeccionadas a propósito. Sólo podía oír algún auto que pasaba, pero evidentemente no es suficiente como para poder saber dónde estaba.

Nunca me permitieron abandonar el cuarto donde me hallaba. El único ejercicio que podía hacer era mover las piernas un poco.

El día de mi cumpleaños yo estaba todavía bajo la sensación de la muerte de papá y de uno de mis hijos. La persona de la dirección, los que eran más responsables siempre desmintieron la noticia, pero los otros dejaban la cosa un poco en el aire. Yo les pedía noticias de mi familia, decían que estaban bien, pero lo que decían alrededor mío era otra cosa.

LENTO CAMINO HACIA LA TOTAL LIBERACION

Son las tres menos diez de la mañana. El Dr. Pellegrini Giampietro comienza sin darse cuenta a vivir su cuarta hora en libertad, sentado ante el despacho del Director de Información e Inteligencia en el segundo piso del vetusto edificio de 18 de Julio y Juan Paullier.

Afuera, atenazados por un estricto cordón policial, los periodistas soportan la tortura de la espera, que ya arrastran desde 72 días atrás. Entre unos cuarenta cronistas, fotógrafos, camarógrafos y narradores de radio que se agolpan contra la puerta de la Comisaría 9ª, una anciana que olvidó disimular su ropa de dormir logra escabullirse y apropiarse de la mejor posición. Le será inútil, porque a las tres y veinte, cuando el Comando policial deja de escuchar a Pellegrini y se autoriza el ingreso a la prensa, todos deben trasponer un doble control de credenciales profesionales.

La expectativa ante el último e inminente episodio de la gran noticia del año está a punto de estallar. Los diarios se van a cerrar y los fotógrafos disparan a quemarropa sus flashes contra la figura escuálida del hombre que soportó 72 días de cautiverio.

Después se retiran y entonces los periodistas quedamos solos ante él. Son decenas de mentes para pensar, cientos de incógnitas para develar, miles de preguntas para cerrar interrogantes que nos han acompañado a lo largo de tantas semanas. Y sin embargo hay un instante de silencio, durante el cual la imagen de Pellegrini en medio de la penumbra del patio de la Comisaría adquiere una proyección impresionante.

Por fin él mismo se decide y nos arrastra hacia un banco de madera que comparte con el Dr. Baroffio. La rueda se va cerrando hasta que alguien reclama aire para el liberado, en cuyo rostro pálido no deja de insinuarse una sonrisa nerviosa.

Cuando pide brevedad en razón de que aún no ha visto a sus hijos, se le quiebra la voz, pero inmediatamente la recompone, adquiere firmeza y hasta agilidad y la modula hábilmente para proporcionar una meticulosa descripción de los hechos.

Al filo de las cuatro de la mañana, dos oficiales rompen a codazos la muralla de micrófonos que se le está yendo encima a Pellegrini. Casi en vilo un grupo de amigos y policías lo llevan hasta el auto del director de “El Diario”, que sale disparado por Paullier.

Los cronistas se abren en abanico saltando a sus autos. Al doblar la esquina, Pellegrini sonría restregándose las manos. Ahora falta muy poco para besar a los chicos y ser libre totalmente. 

(Copia fiel del original)

Fuente: www.pasadoreciente.com “Museo de la Memoria del Pasado Reciente”

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