Prof. Pablo Romero García: «En tiempos de pandemias, más que nunca, la principal vacuna que necesitamos desarrollar es educativa, antes que biológica»

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Por Redacción Contexto

Pablo Romero García, profesor de Filosofía, docente de Ética en Universidad CLAEH, maestrando en Política y Gestión de la Educación.

Imagen de portada: fotografía cedida

CE- Si bien conocemos, y reconocemos que muchos ciudadanos saben quién es Pablo Romero García cuéntenos y cuéntele a los lectores, ¿Quién es Pablo Romero? (Orígenes, familia y formación).

PR -Soy un profesor de Filosofía -formado en el Instituto de Profesores Artigas (IPA) y en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FHCE-UDELAR), realizando actualmente una maestría en Política y Gestión de la Educación (Universidad CLAEH)-,que proviene de una familia de clase media trabajadora, de la zona del Prado de Montevideo. Mis padres, Nilso y Raquel,fueron de los primeros en tener un local en el Centro Comercial del Parque Posadas, un comercio de venta de diarios y revistas. Ahí, crecíleyendo todo lo que tenía a mano, desde periódicos, historietas hasta las Selecciones del Reader’sDigest, la revista Muy Interesante y todas las de contenido educativo que andaban en la vuelta, como Charoná, Patatín y Patatán, entre otras lecturas que llegaban y devoraba. Sobre finales de la época escolar y comienzos de la vida liceal, ya realizaba publicaciones caseras, hogareñas, donde reseñaba noticias y, en plan de periodista, me animaba incluso a emitir opiniones al respecto. Aún conservo varios de esos cuadernillos. Mi padre y mi hermano Marcelo continúan adelante con el comercio familiar, ya rumbo a cumplir su medio siglo de existencia, en un rubro que comenzó siendo trabajado por mi abuelo paterno, que también se llamaba Nilso y que llegó a la capital desde Salto. Mis abuelas, Dora y Aurora, son del interior del país, de Treinta y Tres. Vinieron muy jóvenes a la capital, a trabajar y formar su familia, así que mis orígenes también están vinculados al interior. Y al viejo continente, a España, por parte de mi abuelo paterno.

Luego, conformé mi propia familia como padre, que es bastante amplia, pues tengo cinco hijos (Camila, Juan Ignacio, Juan Manuel, Lucía y Joaquín), que van entre los 25 y los 4 años, pasando por una tanda adolescente de 17, 16 y 15 años. Mi ex pareja es profesora y mi pareja es maestra, así que también desde los vínculos amorosos el campo educativoha sido decisivo en mi vida. Ellas son amigas entre sí, somos vecinos y compartimos permanentemente instancias con nuestros hijos en común, incluyendo vacaciones de verano, donde alquilamos casa en Las Flores y nos vamos con todo el familión a disfrutar y, por supuesto, a charlar de temas educativos, pues es algo que profesores y maestros parece que no podemos dejar de hacer ni siquiera en tiempos de descanso veraniego. Siempre digo que es importante tener presente que “hay vida más allá del aula”, pero lo cierto es que los educadores estamos siempre de un modo u otro con el tema en la cabeza. Y hasta tenemos tonos al hablar, expresiones corporales, formas de vestir, que nos caracterizan. A estas alturas reconozco a la distancia a un colega o si escucho su voz en la cola de una caja del supermercado o de un local de cobranzas.

CE- ¿Cómo y por qué llega a simpatizar por una determinada fuerza política? ¿Por cuál?

PR- Ciertamente, no simpatizo con una fuerza política específica, si bien he votado y he participado en instancias puntuales con algunas. Y así, en plural, porque he votado a diversos partidos y he estado vinculado también a personas y sectores tanto del Frente Amplio como del Partido Independiente, pero tengo simpatías también por varios actores del Partido Colorado (estoy encantado con lo que están haciendo, por ejemplo, los jóvenes que llevan adelante el diario El Día y con varios sectores de renovación e impronta batllista que se han conformado) y del Partido Nacional, en este caso sobre todo desde el plano cultural.

Esto me ha convertido en una especie de rara avis en el ambiente, particularmente por las usuales exigencias de adhesiones políticas partidarias en blanco o negro. Yo me considero, en términos ideológicos, un aristotélico, un cultor del justo medio, un vazferreireano que intenta evitar las falsas oposiciones, un hombre de centro que pretende conjugar (como lo plantea el mismo Vaz Ferreira en su notable obra Sobre los problemas sociales) lo mejor de los conceptos de libertad e igualdad, lo mejor del socialismo y del liberalismo, de la izquierda y la derecha. Hace unos años me hicieron una entrevista donde me definí como un liberal igualitarista, como un liberal de izquierda. Quizás me sienta cercano a esa definición, aunque no me gustan las etiquetas, porque esquematizan y limitan, pero lo cierto es que concuerdo generalmente con aquellos que están en ese eje. Y una de las cosas que tiene de bueno el haber mantenido mi independencia en términos de una adhesión partidaria marcada, constante, es que dialogo con actores de diversos sectores. Y esto es una maravilla. La gente no sabe lo que se pierde por poner en práctica sus prejuicios (o sus juicios categóricos, dogmáticos). A uno y otro lado del espectro hay buena gente, bien intencionada, con buenas ideas, solidaria, empática, que pone sus mejores esfuerzos en pro del bien común. Y también hay de lo otro, claro. Pero en ningún caso una condición u otra son patrimonio exclusivo de la izquierda, el centro o la derecha. Me permito y me reservo la capacidad de no limitarme en tal sentido cuando elijo dialogar con unos y otros.

Abrir la cabeza en este sentido de la pluralidad, de la búsqueda de afinidades, sin sentirme atado a ningún preconcepto, renovó absolutamente mi capacidad reflexiva y de acción, y mi esperanza en la posibilidad de generar políticas de consenso, miradas a largo plazo.

En todo caso, suelo decir que si pertenezco a un partido ese es el del Partido de la Educación. Y ahí, en ese equipo, quiero siempre rodearme de los mejores, de los que dialogan con todos los que entiendan interlocutores valiosos, más allá de su origen partidario, y que buscan salir adelante y atender, sobre todo, las brechas de desigualdades que nos afectan como sociedad. Poco me importa si es frentista, blanco, colorado, independiente o de cualquier otro partido.Veo personas, aprecio ideas y no juzgo desde las trincheras de la bandería. La política no puede equipararse al futbol.

CE- ¿Cree que la pandemia dejará una lección en nuestra sociedad? Y si así fuera, ¿qué cree usted que dejará en el colectivo ciudadano?

PR– Las situaciones límites nos dejan siempre enseñanzas. Y esta pandemia ha representado y representa una situación límite, que nos tiene a prueba como sociedad. Más que un análisis de efectiva probabilidad, quisiera esbozar un deseo, el de que las lecciones que nos queden tengan que ver con la importancia de percibir lo que nos une con otros, la comprensión de la otredad como elemento decisivo de una comunidad. El “cuídate para cuidarnos” ojalá termine calando fuerte. Y la solidaridad desatada, las muchas historias de apoyo respecto de aquellosque han quedado más expuestos, hacia los que se han visto más vulnerados, es otra actitud que debería extenderse definitivamente. Y el rol vital que han jugado algunas profesiones, como las de médicos, enfermeros, científicos de diversas áreas, profesores, entre otros, deben aleccionarnos respecto de lo que es prioritario, de lo que debe contar con nuestro mayor apoyo.

CE- ¿Cuál es el desafío más importante que le ha tocado transitar en la vida, y qué le dejó de experiencia?

PR– Mi desafío constante y más importante es el de la paternidad, el de cómo poder brindarle a mis hijos las mejores herramientas posibles en términos afectivos e intelectuales. El amor por un hijo es una forma del amor absolutamente diferente, que implica también responsabilidades de todo tipo, incluidas aquellas respecto de la comunidad, pues formar buenas personas que se integren en la sociedad del mejor modo, aportando en ideas y valores deseables de circular, es también parte de la tarea.

Tiene, a su vez, muchos puntos de encuentro con el ejercicio de la docencia, así que diría que mi múltiple paternidad me ha ayudado mucho en el desarrollo de mi profesión docente y viceversa. Y es una experiencia que me deja muchas enseñanzas y aprendizajes, pero, sobre todo, la del descentramiento, la del fin del ombliguismo, la de la zozobra del ego, la de la responsabilidad para con otro, la de brindar una forma mayor del amor hacia otra persona. Cuando se es padre, uno deja de ser el centro del universo y comienza a educarse realmente en la otredad.

Luego, he tenido otros desafíos concretos que han tenido que ver con reconocer e intentar superar mis propias limitaciones y prejuicios, pero el más importante, y del que más he adquirido experiencia, tiene que ver con la paternidad.

CE- ¿Cuáles entiende usted que son sus fortalezas? (Personales/Profesionales)

PR- A nivel profesional, en cuanto al ejercicio docente, creo que la capacidad de argumentar y comunicar, la de investigar y formarme permanentemente, la de establecer vínculos entre los contenidos disciplinares y la cotidianeidad, logrando que los saberes resulten más significativos para los alumnos. Y, según me lo han señalado, el de saber escuchar y dar efectivo espacio al diálogo.

En lo más personal, la capacidad de perseverancia y de esforzarme intentando dar lo mejor por los objetivos que me trazo. Y, sobre todo, la capacidad de consensuar, de empatizar y encontrar puntos de encuentro, generando acuerdos. Suelo estar de buen humor y carezco realmente de sentimientos negativos como el del rencor o algo medianamente parecido al desprecio. Se me pasan rápidamente los enojos y aun con aquellos que haya tenido alguna desavenencia siempre estoy dispuesto a remediar el asunto, a tenersegundas oportunidades.

CE- ¿Cuáles entiende usted que son sus debilidades?

PR- Debilidades entendidas como cosas a mejorar, creo que la principal es la de la ansiedad, que ha significado una batalla a lo largo de mi vida. Con la madurez, sobre todo a partir de los 40 años, creo que es algo que he aprendido a controlar de mejor modo, pero siempre está ahí. Mi cabeza suele adelantarse muchos pasos en cuanto a la proyección de una situación y en muchas ocasiones esto me ha jugado en contra. Por cierto, cultivar la paciencia, bajar los niveles de ansiedad, es de una las cosas que la filosofía también me ha ayudado a moldear. Luego, del mismo modo que mis alumnos destacan mi capacidad de escucha, de no imponer puntos de vista y habilitar diálogos, en muchas ocasiones a la interna de mi hogar se me ha señalado que me convierto en una especie de “sofista” capaz de argumentar y dar los necesarios giros retóricos con tal de lograr imponer mi mirada sobre alguna cosa en la que me interesa que realmente salgo como yo lo quiero. Evidentemente, esa es una debilidad a trabajar para subsanar.Como sea, esta pregunta es un buen ejercicio, que me ha dejado pensando, que me ha invitado a mirarme más y que probablemente haya quedado corta en su respuesta.

CE- ¿Ha tenido la sensación del fracaso alguna vez? De ser así, ¿cómo ha moldeado ello su vida?

PR– Es una sensación que inevitablemente todos tenemos en alguna instancia de nuestra vida. En todo caso, siempre tengo una mirada muy hacia adelante, de confianza en lo que hago y lo que siento, lo cual me lleva a levantarme, a perseverar en el intento, sea en lo laboral, sea en lo afectivo, sea en los proyectos de vida que sean. Es una frase muy empleada, pero muy cierta: del fracaso se aprende. Y agregaría: y se moldean las personalidades fuertes.

CE- ¿Cuáles son los ejes que considera principales para mejorar la calidad de vida de los uruguayos?

PR– Desde mi profesión y experiencia, diría que los ejes principalesson el educativo y el cultural. Desde el fortalecimiento de dichos campos se desprenden todos los demás ejes (económicos, sanitarios, políticos, por ejemplo) que pueden mejorar nuestra calidad de vida.

Nuestro principal problema está relacionado con el déficit de capital cultural, con los números que tenemos a nivel educativo y que nos comprometen absolutamente como sociedad. En Uruguay, solo 4 de cada 10 jóvenes culmina los estudios secundarios, lo cual nos ubica en el último lugar en América Latina. Esto es gravísimo. Es una tragedia social, que compromete el futuro de nuestros jóvenes y de la sociedad en su conjunto. Y dentro de ese escaso universo de egresados de secundaria, solo un 18% pertenece a los quintiles más bajos. Manteniendo estos números, vamos a tener una generación de recambio muy comprometida en su formación educativa. Esto afecta directamente nuestra calidad de vida. Como revertir este panorama es el principal desafío que enfrentamos.

CE- ¿Es usted lector? ¿Qué tipo de lectura recomienda y por qué?

PR– Soy un lector metódico, pero -vale la salvedad, que podría resultar paradójica a primera impresión- mi método es caótico, anárquico. Llevo muchos libros a la vez, leo tanto en pantalla como en papel, abordo textos de diferente tipo y temáticas, que comienzo y leo de un tirón en algunos casos, que comienzo y retomo meses o años después en otros casos, que comienzo y no prosigo o que comienzo desde un lugar del libro que me interesa, sin práctica lineal alguna. Fuera de lo que resulta inevitablemente necesario, trato de leer por placer. Hace muchos años, si no leía un libro desde la primera hasta la última letra, me agarraba cierta sensación de culpa. Pero es algo que también he aprendido a superar. Decía Borges que la lectura nunca puede ser obligatoria, que la expresión lectura obligatoria es un contrasentido, que debemos leer por placer y satisfacción y que si un libro no nos llega o nos aburre, simplemente hay que dejarlo, sin importar que tan famoso o prestigioso sea su autor o la fama de buen libro que le precede.

Recomiendo, pues, la lectura que nos emocione, que nos genere placer, interés, curiosidad, sea en el formato que sea y sin reglas preestablecidas. Yo tengo algunos libros que me han sacudido mucho. Por ejemplo, el Ecce Homo, de Nietzsche, que lo leí por primera vez de un tirón en una madrugada y no pude dormirme durante un muy buen rato. Me fascinó y me dejó “electrificado”. El cándido de Voltaire, el ya citado Sobre los problemas sociales de Vaz Ferreira, Ética para amador de Fernando Savater (que me parece la mejor puerta de entrada que se puede tener al mundo de la filosofía), la Política de Aristóteles, Ensayo sobre la ceguera de Saramago, Cien años de soledad de García Márquez, Intimidad de Kureishi, La novela luminosa de Mario Levrero, Borges oral y Siete noches de Borges, son algunos que ahora recuerdo y que me resultaron lecturas absolutamente disfrutables.

CE- ¿Qué es el Éxito para usted?

PR- La capacidad de alcanzar aquello que uno se ha propuesto como objetivo, sea cual sea y en diferentes aspectos o área de nuestra vida. Por supuesto, suele involucrar a la mirada del otro, o sea, la consideración de exitoso está muy mediada por el reconocimiento que nos brindan las personas, pero creo que el éxito más satisfactorio siempre es el de nuestra propia mirada, cuando decís “lo logré”, sea o no sea reconocido por los demás.

CE- ¿Cuáles son las fortalezas de Uruguay en el contexto mundial?

PR- Nuestra mejor carta de presentación en el contexto mundial es la seriedad institucional, el estado de derecho, el talante republicano. Más allá de las diferencias ideológicas internas que existen, no afectan nuestra estabilidad y tenemos una democracia fundada en el cultivo del diálogo y el debate de ideas. Ese es un sello de nuestra identidad que nos cotiza en el exterior. Cuidar este elemento esencial del acervo uruguayo resulta imprescindible. Y las instituciones educativas han sido, desde siempre, un espacio de construcción de ese valor, tan intangible como vitalmente efectivo. Cuando desde afuera ven esas fotos donde los últimos expresidentes se reunían a dialogar y pensar estrategias para sacar el país adelante, marcamos nuestra mejor fortaleza. Hay países donde esa foto sería imposible de lograr, donde una transición de gobierno es una guerra, donde campea la inestabilidad, donde las empresas, por ejemplo, lo piensan dos veces antes de invertir. Uruguay genera confianza. Ese es un pilar y un valor agregado que muchos países no tienen.

CE- ¿Cuáles son las debilidades de Uruguay, que dificultan una mayor prosperidad como Nación?

La principal debilidad que nos condiciona es una ya señalada, y que todavía no la visualizamos del todo en sus graves consecuencias. Me refiero al fracaso educativo (entendido en términos de no concluir una educación cada vez más básica como es la educación media), instalado en la mayoría de nuestros jóvenes. Llevamos 40 años de estancamiento, con familias que llevan varias generaciones de abandono de estudios. Y esto en un mundo que tiende a requerir cada vez más la mano de obra calificada, un mundo que va rumbo a la robotización de tareas manuales básicas. En el marco de la sociedad del conocimiento, de seguir en esos registros, serán muchos los uruguayos que van a quedar al margen, porque, además, todo esto se agrava en países como los nuestros, anclados en la región más desigual del mundo, superando incluso al África subsahariana, tal como lo siguen remarcando los recientes informes de Naciones Unidas y Cepal. Nuestra mayor debilidad está en el plano educativo. Gobierno tras gobierno lo marcan fuertemente en época de campaña electoral y luego poco y nada se logra. Es nuestra mayor condicionante de cara a un futuro más próspero.

CE- ¿Cree que hay una decadencia de valores en la sociedad?

PR- Creo que campea un relativismo valorativo que ha causado ciertos estragos. Si todo vale lo mismo, ya nada vale. Hemos llevado al extremo la relevancia de la subjetividad. Y esto en el marco de una sociedad global que de por sí ya tiene tendencia al hiperindividualismo, a lo efímero y la diversión sin ton ni son. Así que sí, creo que hay una cierta decadencia en cuanto a valores que sería deseable volver a poner en el tapete y que hoy están escasamente presentes, que parecen demodé. Me parece clave, en tal sentido, trabajar desde la ética en todos los niveles educativos. Un libro como el citado Ética para Amador de Savater y, el que le continúa, Política para Amador, serían excelentes aportes reflexivos en nuestras aulas, un lugar por donde comenzar a descubrir otras posibles valoraciones y generar un intercambio que nos arrime a construir la idea de bien común y de intersubjetividad, que son parte de los ejes que hemos ido perdiendo (y no solo en Uruguay, sino que es un fenómeno global, un coletazo indeseado de la posmodernidad).

CE- ¿Todo tiempo pasado fue mejor?

PR- No, del mismo modo que no todo presente lo es. En esa misma búsqueda del justo medio, diría que hay elementos del pasado que eran mejores y que hay aspectos del presente que también lo son. Hoy las nuevas generaciones han roto barreras, prejuicios, hemos avanzado como sociedad en muchos aspectos, particularmente en el campo de los derechos adquiridos. A su vez, incorporar, por ejemplo, ritmos de vida más pausados, percepciones de lo comunitario y valoraciones sobre el esfuerzo que se tenían en tiempos pasados, creo que aportaría mucho en el presente.

CE- ¿Qué mensaje desea dejar a la ciudadanía como referente en su especialidad?

PR- La importancia de comprender que la educación es un asunto de todos, que los primeros educadores son los padres, que en las familias comienza a jugarse buena parte del partido y que debemos trabajar en conjunto educadores y padres. La construcción de una sociedad más justa, sustentada en ciudadanos que valoran desde la autonomía reflexiva y la empatía es la gran tarea que tenemos por delante. Educar es formar ciudadanos y es una labor que nos convoca sin excepciones. En tiempos de pandemias, más que nunca, la principal vacuna que necesitamos desarrollar es educativa, antes que biológica.

3 COMENTARIOS

  1. Muy bueno. Necesitamos de personas como este profesor, capaces de articular entre partidos. Tomé apunte de sus recomendaciones de libros.

  2. Prof. Pablo Romero García: “En tiempos de Pandemias, más que nunca, la principal vacuna que necesitamos desarrollar es educativa, antes que biológica” Totalmente de acuerdo Pablo, la educación es una palabra magna que se ha esfumado sin más tramite. Que se «usa» y se menciona desde la políticas buscadoras de cargos públicos y ganar elecciones. Lamentablemente está desvalorizada, o mejor dicho se usa para etiquetar falsas orientaciones. Por eso el docente de carrera, el verdadero docente sufre este proceso desde el verdadero perfil técnico. Pablo te paso un breve trabajo literario en el que suceden situaciones de dolor y de incertidumbre en la pandemia. Este trabajo en común con colegas de Argentina fue presentado por mi con hace un par de meses. Te comento que es muy cierto lo que planteas sobre «la vacuna». Agrego a tu propuesta de potenciar lo educativo, de acuerdo, pero me gustaría agregar antes que lo biológico puro al sentimiento y afectividad del ser humano. (El texto) :
    *El Amor en Pandemia.

    Siempre lo mismo- Elegido en Maratón literaria.

    Siempre lo mismo, ahora a ella se le ocurre acercarse, desde el cercano episodio de la separación. El maldito gusano microscópico, invisible e inoportuno se reirá. Eso creo. Hace tiempo además que no tengo nada, nadie desde el divorcio soy un paria perdido en un futuro incierto. Es como si hubiera estado navegando en un barco sin timón, en una fantasía terrible de amor y muerte. Mis días de paz son como una guerra, sueño y grito por las noches. No se si alguien me escucha.
    Talvez ni yo me escuche, si pienso, pero creo que yo me hablo. Eso sí. Es terrible estar y no estar. La secuencia si es visible, va por el camino del desamparo. De todo el universo. De todo el jodido universo, que tampoco sabe donde va. ¿Que ni sabemos de donde viene, no?
    Es como si alguien, en el medio de las sombras intentara acercarse, a un acantilado de noche, sigilosamente, sin saber donde termina el borde.
    Por otro lado mis pensamientos son como letreros luminosos y carteles en medio de la niebla, como la vida que sonríe, seduce y se va.
    Estos últimos días he tratado de entender, porque ahora ella se acerca. Justo ahora. Que no sabemos quien está contaminado y quien no. Su mirada, movimientos y otros recuerdos activan mi oxidado sistema nervioso central. A veces siento que gritan las neuronas, y que saltan entre mis células agotadas, desorientadas y en riesgo de muerte sináptica, silenciosa y letal. Temo las cercanías de los implacables virus que invaden el planeta. Yo tengo miedo. Yo. Trato de ordenar mis defensas, la prevención. No quisiera que nos pase algo al volver a la intimidad post divorcio. . Justo llegó ella. Saludo con la mano cerrada. Cuando me habla, trata de sonreír, y yo también. Me dice: _Nada de catástrofes o aniquilación de nuestras vidas_ Le _digo : : Si nada de tristezas, estás tan linda, que bueno que estamos pudiendo_ (Siempre, me atrae). Me cuenta que estaba angustiada por la soledad, al separarnos rodaban las historias, ella se sentía triste.
    Mis increíbles pesadillas, que hace poco le había contado. Ella se impactó, y me dijo que había soñado con mi muerte, a manos de una Secta de mujeres salvajes. (Sonrisas) Estuve pensando en ese sueño, aunque en días siguientes lo fui alejando. Pudimos estar bien. Los desordenes vinculares se tranquilizaron. Necesitábamos estar juntos, aunque ella afirmó también que era mejor mantener la intimidad, aunque el sistema de convivir da para pensar. Entre ambos vuelven simpatías, sed de humor placer del amor, sí, juntos, en plena pandemia y futuras parafernalias. Es como si fueran escenas perdidas de nuestras vidas como pareja. Como un guión atraído en plena incertidumbre vital, histórica, dando paso aun reencuentro con perfiles, casi imaginarios. Ambos estarán en un viaje inesperado, tan imposible como fantástico, tan cósmico como deseado.
    efe

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