LA NOBLEZA DE ESPÍRITU DE LUIS ALBERTO DE HERRERA. Por Hilario Castro Trezza

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El próximo 22 de julio se cumplirán 150 años del natalicio de Luis Alberto de Herrera, más cerca de la fecha del sesquicentenario nos proponemos escribir sobre los valiosos aportes que nos legó como ensayista e historiador, los cuales han quedado marginados por su relevante actuación política. Tengo notorias diferencias con su accionar político, pero profeso gran aprecio por su labor intelectual, lo cual no significa que coincida con todos sus puntos de vista. Como tampoco coincido con todas las ideas y las políticas llevadas a cabo por José Batlle y Ordóñez, sin perjuicio de la particular admiración que siento por él.

En esta columna quiero resaltar una de las cualidades que adornó al Caudillo, como lo fue su nobleza espiritual. En el otoño de mi vida estoy muy alejado del juvenil espíritu partidista, que por naturaleza es sectario, y valoro los hechos y protagonistas del pasado desde la perspectiva que da la investigación y la meditación, en eso creo ser fiel a las enseñanzas que recibiera de Jorge Batlle en largas charlas que mantuve con él.

Pasemos a la sustancia. En la Constituyente de 1917 Batlle y Ordóñez deliberadamente no se incorporó pese a haber sido electo, ello dio motivo a que algunos Convencionales mocionarán para que quienes no se hubiesen incorporados y por ende jurado su cargo, se los emplazase bajo apercibimiento de tenerlos por renunciantes y se convocarse a los suplentes. Herrera, sin perjuicio de declararse un combatiente tenaz e implacable de Batlle y su política, lo reconoce como una de las personalidades más eminentes del Partido adversario, expresa que la moción conlleva una mezquindad de espíritu, por lo cual solicita sea retirada, lo cual ocurre.

Durante la década del veinte Batlle y Herrera ocupan cargos en el Consejo Nacional de Administración, no cambiaron jamás una palabra ni se saludaron. Muerto Batlle el 20 de octubre de 1929, el Consejo es convocado de inmediato, a diferencia de los otros dos Consejeros nacionalistas, Herrera concurre y vota afirmativamente los homenajes propuestos, dejando constancia que ello no significaba modificar en lo más mínimo su concepto sobre su gestión pública.

Herrera había llevado a cabo una intensa campaña contra la gestión presidencial de Baltasar Brum (1919-1923) al grado de batirse a duelo el 13/12/1922. Producido el suicidio de Brum el 31 de marzo de 1933 Herrera se encontraba en Río de Janeiro, regresa al país el 19 de abril de 1933 y entre las primeras cosas que le dice a su círculo político íntimo es: “Desde hoy queda detenido y para siempre todo ataque a este ciudadano. Un bel moriré tutta una vita onora”. Una bella muerte honra toda una vida.

El Presidente Luis Batlle Berres se entrevista con Herrera, en la Quinta de la Avda Larrañaga, el 9 de agosto de 1947 en búsqueda de una coincidencia patriótica, con seis años de edad se encontraba en la Quinta su nieto Luis Lacalle Herrera ajeno a los hechos y el abuelo le dice en tono imperativo: “Salude al Presidente de la República”. Luego Herrera le retribuirá con la visita a la residencia de Batlle Berres en la Avda Agraciada.

El 21 de agosto de 1947 se vuelven a encontrar en el Club Uruguay, donde el Presidente Luis Batlle y su esposa Matilde Ibáñez agasajan a la Primera Dama Argentina María Eva Duarte de Perón, que regresaba de un viaje por Europa. Evita toma con sus manos las de Batlle y Herrera y les pide un brindis por la Paz y la Justicia, cosa que hicieron con toda cortesía y amabilidad. Luego la vida política los enfrentaría duramente, se vuelven a encontrar de 1955 a 1959 como Consejeros Nacionales de Gobierno.

El 22 de noviembre de 1957 Luis Batlle se bate a duelo con el Gral (R) Juan Pedro Ribas. Luis Batlle le cuenta años después a Eduardo Víctor Haedo, que en la sesión siguiente del Consejo vio que Herrera dejaba su sillón y venía hacia él “¿A hablarme? No, porque no me saludaba. ¿A pelearme? Tampoco, era grande por la diferencia de edad. Me puse en guardia, jamás he tenido mayor molestia ¿Sabe a qué vino? A felicitarme por el resultado favorable en el duelo con el general Juan P. Ribas. Se lo agradecí. Era un hombre fuera de serie”.

En la última gira de la campaña de 1958, Herrera sufre en Minas un quebranto de salud. Máximo Garrido, secretario personal de Herrera, relata que recibe una llamada telefónica en estos términos: “Soy Luis Batlle Berres, pero no me mencione en voz alta, por favor ¿Cómo está el Dr Herrera? Está saliendo, señor, está un poco mejor. Bien, tengo a disposición de ustedes el avión presidencial y los servicios de mi médico personal, por si es necesario trasladarlo a Montevideo. Ese hombre no es sólo patrimonio de su Partido sino de todo el país. No deje de avisarme inmediatamente si se hace necesario”.

El 30 de noviembre de 1958 el Partido Nacional triunfa contundentemente sobre el Partido Colorado, que había detentado el Poder Ejecutivo durante noventa y tres años. En la Quinta, Herrera, con 85 años de edad, vivía la emoción del triunfo. Uno de sus correligionarios se dirigió hacia Luis Batlle en términos duros. Herrera lo paró en seco: “¡No! pobre hombre, qué noche estará pasando”. La nobleza de espíritu de Herrera fue incuestionable y Luis Batlle se la reconoció y se la retribuyó. Es deber moral de todo oriental recordar las memorias nobles de quienes contribuyeron a forjar nuestra identidad nacional.

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