“LA REVOLUCIÓN ES DISTINTA”. Por Joise Morillo

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“La Revolución es Distinta”, es una obra literaria de la cual he hecho algunos análisis críticos, su autor es Ernst Fischer, 1899-1972, filósofo, escritor, disidente de la Checoslovaquia comunista. En ésta, el escritor hace una síntesis de pro y contra de lo necesario o lo históricamente reprobado de las políticas progresistas o de izquierda
del S. XX con sesgo de pronóstico hasta nuestros días. Es un enfoque de las fallas de la improvisación socialista, sazonada con la satrapía y el nepotismo.

Es un postulado donde el argumento principal es una visión Marxistas-Leninista, que representa una esfera de contradicciones respecto a lo que ha hecho el comunismo de la definición platónica de «Estado». Donde concibe a las clases sociales como estructuras variables y heterogéneas. Comandadas por una esfera de mando corrupta y desfasada por el terrorismo estatal, el miedo, la envidia y el rencor interno por el ansia de poder y privilegios, sumado a la codicia.

Esto explicado lo controla una estrategia estoica que trata de limar asperezas entre los miembros de las esferas de poder, afectadas por contradicciones internas, rivalidades y conflictos secundarios de intereses particulares. Sin embargo, se mantienen unidas por virtud de intereses más que por económicos y básicos -como sucede con la masa sometida por estos- para mantener el poder con la esperanza de protagonizar liderazgos. Aunado a presentar una visión de armonía y disciplina gubernamental. A causa del miedo a las «purgas».

Esta visión, critica una actividad política con sumo grado de antagonismo, que defiende un sistema totalitario, con la firmeza de un aparato estatal burocrático rentista, corrupto, especulador, manipulador y explotador, con un proceso decreciente de fuentes de trabajo y una polarización patética de la sociedad. Un estado con una figura militar aberrante cuya firme voluntad es defender implacablemente el “orden y la tranquilidad” de la clase dominante y del sistema de legislación social imperante. A los déspotas en el gobierno.

Y lo compara con lo que debería ser un Estado Socialista, como sucede en las democracias verdaderas, cuya política – según el pensador- es tratar de ampliar los derechos civiles del ciudadano y de extenderlos a todos los dominios; con apoyo a los socialmente débiles contra el poder de los corruptos y privilegiados; de garantizar la seguridad social y jurídica, en la medida posible, de proteger al que produce y al que vive de su mano de obra, de luchar contra la miseria material e intelectual; de abolir la desigualdad de las oportunidades de instrucción; de fomentar la paz y la distensión internacional; de luchar contra los agresores propagandistas y el terrorismo; de protestar por todos los medios posibles contra el genocidio, la tortura y la discriminación racial.

Estas son dos visiones, la primera apoyada en el fanatismo, el despotismo, los adláteres y acólitos del estado fallido y la segunda auspiciadas por la gran mayoría del pueblo que quiere armonía y paz, alimento y progreso, es el sesgo democrático por donde se debe transitar para un desarrollo y futuro promisor.

Ernst, se consideraba comunista dedicado al arte y la filosofía. No obstante, su pensamiento se vuelca a una visión llamada eurocomunismo que condena la estética política del estalinismo, la cual concebía como fascista. Desde 1953 a 1965 desarrolla una crítica literaria de sesgo político de franca crítica al estalinismo donde intenta rehabilitar el arte moderno postergado por el realismo socialista de los ideólogos comunistas, “busca de la realidad” (1968). En 1969 fue expulsado del partido comunista por oponerse a la invasión de Checoslovaquia y, tras recibir las críticas de Brézhnev y Shólojov en el Congreso del Partido Comunista. En otras palabras, fue víctima de lo que denunciaba, del ostracismo, de la purga.

El progresismo, producto de los nómadas del nominalismo, es un cuerpo podrido en su interior; cuyas llagas externas, son maquilladas para que los incautos no las perciban. Sin embargo, su sopor maléfico envenena de tal forma que produce un letargo que convierte a sus víctimas en zombis. O sea, el despotismo del proletariado vs. El proletariado sometido.

Joise MORILLO
[email protected]
Venezuela -USA

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