LO QUE SE VE, Y LO QUE NO SE VE… (Parte II)Por Nelson Jorge Mosco Castellano

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Jean-François Revel en “El conocimiento inútil”, señala que una ideología “Es una triple dispensa: dispensa intelectual, dispensa práctica y dispensa moral”.

Por eso, desde siempre las ideologías no se comprometen con la verdad. El efecto atómico devastador del ideologismo aplicado no existe para ellos. El costo social, económico, presente y futuro, que producen al paralizar el crecimiento económico no cuenta. Están dispensados del desastre colosal causado por ellos mismos. Pueden inventar un relato de la verdad; la posverdad. Eso que no existe ni existirá nunca, el humano infalible, omnisapiente, superior, pero es la zanahoria que engaña, atrapa tontos, débiles, sin pensamiento propio, subyugados por líderes embriagados de poder para conformar una casta.

Estas dispensas habilitan a mentir sin otra responsabilidad que ser fieles a su ideología e intransigentes con el objetivo catastrófico que sea. Justifica holocaustos para dominar. Tiene dispensa de maldad. Reduce a nada una ideología fundamentalista aplicada, aunque haya matado a 150 millones de personas. Sigue generando esclavitud, muerte y exilio. El operador ideologizado justifica cualquier crimen pretextado en su ethos. Aberraciones inhumanas, encarcelar opositores, terminar con la vida ajena, utilizar el terror para convencer de trágicas consecuencias. Convencer lo imprescindible del desastre que mágicamente no deja ver. Aceptar la ideología como única alternativa a la situación desesperante que los mismos operadores ideológicos crean. Sojuzgar al poder de quien dicta las reglas ideológicas mesiánicamente. Aceptar sus bestialismos como superadores. Construir como enemigo perpetuo a todo opositor pensante. Alinear a propios y ajenos en estado de guerra perpetuo, hasta que toda la sociedad caiga en sus manos como “fruta madura”.

En la ideología NO encajan el ejercicio de la libertad personal, la libertad de pensamiento propio, la libertad de comunicar ideas contrapuestas, la libertad de disponer de lo ganado con esfuerzo. No se tolera respetar la verdad evidente. Actuar colaborativamente a construir una sociedad que haga libre a más personas para que cada cual aporte sus talentos y virtudes al bien general. Permitir la propiedad privada, comerciar, ahorrar, invertir. Tener un capital, que, a pesar de humanas imperfecciones, se multiplique para beneficio de las gentes. Lo opuesto a una sociedad de zombies, esclavos de la limosna que les tiren desde el poder. Lo opuesto a disposiciones abusivas para concentrar en el poderoso el capital de todos. Lo opuesto a que lo mío es del que manda y de sus favoritos. Lo opuesto a gobernantes ricos, pueblo pobre.

La ideología termopensante promete una sociedad de prosperidad idéntica. Lo que no se ve, se oculta, es que naturalmente los humanos somos distintos. Talentos y virtudes hacen que cada proyecto de vida y sus circunstancias, condicionen resultados diversos. ¿Pero eso justifica regimentar, no respetar el proyecto del prójimo, domeñarlo a la ideología que castra la creatividad, el sano afán de mejorar con esfuerzo propio, el sacrificio de ahorrar de los recursos legítimos, invertirlos a riesgo personal, aumentar la oferta, dar trabajo a quienes no tuvieron esas capacidades? ¿Justifica la intervención del poder político ideológico para destruir el comercio que interesa al que oferta como al que lo necesita?

El poder ideologizado aplica prácticas monopólicas, externalidades controladas, pésimos bienes públicos, información asimétrica. Las ideologías dan argumento a la intervención exacerbada del poder político estropeando innecesariamente recursos privados. Lo ideológico por encima de la gente. Es imposible negar lo que se ve: depredadores de la fe en el bien común; fanáticos; envidiosos. Dividen la sociedad entre nosotros o ellos, ricos y pobres, buenos y malos, egoístas y necesitados.

El fracaso estrepitoso de la ideología socialista en todas sus variantes: nacional-socialismo, fascismo, nazismo y su aplicación final, el comunismo. Un fracaso en lo social, lo ético, lo moral, productivo. La frustración económica de la planificación totalitaria por la imposibilidad de controlarlo todo, donde se aplica, revive campos de concentración.

La ideología probadamente fracasada penetra en su público objetivo culturalmente, en especial jóvenes y pobres, impidiendo que vean la realidad de su trágico efecto; y volver al poder. Justifican tragedias, se camuflan violentos en falsos “moderados”. Vuelven a la utopía igualitarista para aceptar su exacción económica, destruir la producción, engañar con distribuir lo que no dejan crear. Mujica lo entendió luego de tomar las armas para imponer su ideología: “el capitalismo es inexorable; hay que “ordeñarlo”. No se impuso el camino violento. Fue rechazado. Dejó expuesto el tránsito al comunismo. Se vio cerca el desastre económico y social. Pero, la ideología produce ceguera selectiva, lo que no se ve: están “ordeñando” el salario del que trabaja hasta liquidarlo. al que aporta para jubilarse, al joven su futuro, al no nato su infancia.

Gobernaron ideológicamente. Aumentaron la carga tributaria, la deuda pública, aplicaron el sobreprecio inflacionario, confiscaron al productor, recargaron al consumidor precios y servicios públicos con el costo de ineficiencia, ineficacia y corrupción. Condenaron a pagar dos veces lo que el político no controló o hizo mal. La oportunidad de gastar dinero propio en dar trabajo; la oportunidad de ahorrar para vivienda, ayudar a un familiar. La oportunidad, con lo que se ganó trabajando de prever para la vejez, invalidez o muerte. Frustraron al emprendedor (que es un trabajador) de dar oportunidades a otros. La oportunidad de incorporar tecnología para abaratar precios, aumentar capacidad productiva, estudiar, actualizarse, aprender a producir mejor o más barato.

Lo que no se ve es el costo ideológico y sus abusos: construye oligopolios, alienta negocios especulativos, abusa de la creatividad ajena, legitima prácticas no competitivas. Destruye recursos abusivamente, controla, manipula, concede prebendas, multiplica regulaciones, fomenta coimas. La ideología “tolera” una sociedad libre, de comercio privado, únicamente para “ordeñarla”, paralizarla con restricciones socialistas, agrandar el espacio político de poder, crear más impuestos, endeudar violar límites constitucionales, licuar el poder adquisitivo del salario aumentando precios, escondiendo el inconstitucional costo inflacionario. Detrás de caras moderadas, está la estructura policíaca de los ultras ideologizados que controla desvíos profundizando el manual ortodoxo para alcanzar el poder con su planificación ampliada. Cuando son oposición impiden cambios a los “avances” ideológicos: adoctrinamiento educativo, militancia periodística, opresión sindical, movilizaciones radicalizadas violentas. Marcan el poder que detentan, condicionando la democracia y la libertad de los demás.

La falta de compromiso ético, moral, o patriótico permea defender el delito, el narco, como reclamo social. El terrorismo aplica para generar temor en la sociedad; desconfianza en la capacidad estatal de controlar a los delincuentes, sentirse a merced del enfrentamiento, reclamar más gasto en seguridad para desestabilizar el orden económico. Se ve que el narco junto al terrorismo, se han desarrollado en nuestra región, multiplicando el riesgo de convivir con delincuentes o trabajar para ellos. El gasto público desbocado del gobierno frentista impone al actual, limitaciones en control carcelario y estratégicos para combatirlos.

Los militantes ideológicos no son una minoría democrática y constructiva, como dispone la Constitución, son OPOSICIÓN. Enemigo declarado a aceptar cambios a favor de la libertad en la enseñanza, la economía, la inversión y oportunidades de trabajo. Trancan disminuir regulaciones laborales para incorporar informales y desempleados al mercado de trabajo.

Las connotaciones ideológicas negativas asociadas a capital, riqueza, individualismo, egoísmo, capitalización, inversión, pretenden ocultar sus propias miserias y ocultar la verdad. El capital ha hecho crecer la economía en sociedades libres donde actúan seres humanos imperfectos; con el socialismo utópico, donde habría “seres humanos perfectos”, se condenó a la miseria, a la esclavitud, a la corrupción absoluta del poder. La realidad QUE SE VE, es inmutable con el ideologismo: las ideas que subyacen en el capitalismo, con todas sus imperfecciones, se traducen en resultados beneficiosos para la sociedad en su conjunto, por más esfuerzo que hagan sus enemigos en atacarlas, denostando las palabras que utilizamos para trasmitirlas. Los resultados de nuestros enemigos saltan a la vista. La historia no los absolverá.

“Tu ne cede malis, sed contra audentior ito”, dice Virgilio en la Eneida, traducida: «No cedas ante el mal, sino que enfréntalo con más audacia». Hay valores que nuestra forma de vida occidental judeo cristiana ha procesado por el ejercicio de prueba y error hasta alcanzar mejores condiciones de vida, desarrollo económico productivo y oportunidad de reducir la pobreza. Justamente, se llaman valores, la libertad de expresión del pensamiento, la democracia y el republicanismo, se han impuesto como tales, no por la violencia, sino todo lo contrario. Empíricamente han demostrado que 8 mil millones de personas han ido mejorando sus condiciones de vida, cuando catastrofistas predicciones ideológica señalaron, que si no redistribuíamos los bienes, al llegar a 1000 millones desaparecería la humanidad. Pese a esa innegable realidad, persisten tendencias opresivas que siempre tienen detrás viejos intereses esclavistas. Repiten recetas inhumanas inventando nuevos relatos de utopías jamás cumplidas, persistentes en ejercer el poder para explotar a los demás.

Esos ideologismos permean en posiciones tolerantes, débiles, que creen que no es democrático restringir las opciones electorales a quienes declaran la intención de sustituirla por otras adjetivadas: democracia popular, democracia socialista, socialismo siglo XXI. Calificaciones que restringen la elección libre por identificación ideológica. Causalmente, TODAS, terminan en autocracias. Concentran el poder en dictadores que usan la ideología para alcanzar sus tenebrosos fines.

Hay efectos intermedios, no visibles para todos, cuando el sistema político, en la comodidad del cargo se transforma en casta. Acepta como adversario al enemigo; este, restringe todas las vías de crecimiento económico y mejora de la calidad de vida libre. Se estancan las reformas para ordenar el gasto público, se esmerila la capacidad crítica de asignar recursos a organizaciones públicas ineptas para cumplir su objetivo, una carga que impide a sus legítimos dueños aplicar de mejor forma sus recursos. Se produce una anomia en las auditorias de gestión. La Justicia y el sistema político carecen de capacidad de sancionar al abusador del gasto, al que malgasta recursos escasos en emprendimientos faraónicos, innecesarios, fracasados; la corrupción impune se amplifica por desidia. Los más pobres padecen la eternidad del estancamiento, resignados a que todos son iguales, nada va a cambiar; o gatopardismo insuficiente.

El país está dividido a la mitad entre los que quieren paralizarlo, aplicando acciones preconcebidas por la ideología marxi-gramscista. Arrastrarnos a una sociedad autoritaria, liquidar a la otra parte por debilidad en defender valores fundamentales innegociables. La minoría ha bloqueado a la mayoría en este período de gobierno, que solo ha manejado pocos resortes presupuestales. Cerrado el grifo de la de emprendimientos fracasados y corruptos del FA, no ha impedido socializar pérdidas, que castigaron la producción y el crecimiento. Siguen sentenciándonos a pagar abusos como el de PLUNA. Persiste un presupuesto engordado durante 15 años con organismos inútiles, excesivos, dilapidadores de la plata del contribuyente, que marginó de la formalidad a más del 20%, y mantiene en la indigencia a más de 165 niños y adolescentes. Por ellos, toda la sociedad habrá de seguir pagando el precio del estancamiento económico-social del tercermundismo, la inseguridad, la falta de oportunidades, la emigración de los más jóvenes.

La inepcia, la comodidad, la pasividad de la Coalición que nos gobierna no pudo contra el trancazo que operó su enemigo ideológico en minoría. Se postergó el costo político inevitable de enfrentarlo.  No se ha podido corregir a fondo el rumbo de la educación para retornarla a la senda de ser la palanca natural de ascenso social; no se ha podido corregir el descalabro de haber desplazado inconstitucionalmente a los jueces del sistema procesal penal, dejando la justicia en manos de operadores ideológicos selectivos; el narco puede seguir financiando a quienes defiendan su “negocio”. No se ha podido abrir oportunidades para el inversor nacional, dando prioridad a la inversión extranjera a la que se le dan exenciones tributarias, se facilita la burocracia, las regulaciones excesivas, y paz sindical.

Lo QUE NO SE VE, es que los que actúan trancando o procrastinando los cambios imprescindibles hacen antipolítica contra el sistema democrático. Lo que SE VE, es que lo que importa a las personas no está en la agenda de los candidatos.

Por eso lo ideológico tiene dispensa intelectual, dispensa práctica y dispensa moral para destruirlo.

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