Perdón hermana, le creo al compañero. Por Marcelo Martín Olivera

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Recuerdo que mi primera columna en el semanariofue acerca de un artilugio icónico de la Revolución Francesa: la guillotina. Fue un producto de la «buena intención» para igualar la pena de muerte en esas épocas y fue la responsable de sacarle la cabeza a varios, llegado el punto también a su inventor y varios de sus patrocinadores

Lo mismo se puede aplicar a cualquier idea de la izquierda que es retorcida con «buenas intenciones» y promovida por cuánto bombo puedan ponerse en las manos. El feminismo radical es la prueba más evidente, lo estamos viendo con pelos y señales en el corazón del PCU. Todo nace en redes sociales cuando aparece una denuncia anónima contra un legislador por supuesto abuso sexual. Posteriormente el mismo PCU, Comisión de Mujeres mediante, emite un comunicado bastante minimalista invitando a la víctima anónima a hacer la denuncia «tanto por escrito como personalmente». Lo curioso es que una de las firmantes de ese comunicado lo subió a su cuenta de Twitter con un pequeño detalle: «Las personas que @xxxxx haya mencionado pueden responder». Lo cierto es que a raíz de todo esto aparece una denuncia, pero por violencia doméstica de otra mujer con la que el legislador al parecer tuvo una relación por algunos meses. La denunciante declara que desde el mismo PCU se le insinúa que la denuncia no tendría efectos políticos para el denunciado y que se «quedara callada». Amén de esto, el mismo denunciado lo dijo claramente: «a la mujer hay que creerle» ante casos de violencia doméstica.

A todo esto, hay que sumarle el silencio cómplice de aquellas que gritaban semi desnudas en la calle «la prensa burguesa no nos interesa», agrediendo a mujeres periodistas para darle énfasis al mensaje. O que cierran filas, también silenciosas, cuando resulta agredida una mujer policía. Al parecer el porte de uniforme las hace menos mujeres. Son las mismas que cuando la violencia viene del lado de un personaje de la derecha o con un estatus económico alto señalan con el dedo y muestran sus atributos ¿Y ahora? ¿A qué viene tanto silencio?

Cuidado, este columnista no hace un desprecio abierto del feminismo. Justamente este término feminismo apareció por primera vez en la revista francesa La Citoyenne de la feminista Hubertine Auclert en el año 1882. Ciertamente el feminismo tiene una importancia histórica innegable y a lo largo de su camino las conquistas del movimiento fueron muchas al nivel de lograr el voto femenino, el derecho a reconocer que las mujeres pueden ejercer, el acceso a mejor educación o un salario digno. El feminismo dio sobradas pruebas de que se trataba de una lucha para reivindicar a la mujer.
Esto es, fue y será el feminismo. Lo que intentan vendernos, algunas, desde la moralina, es un cachivache para apadrinar la violencia y justificar desmanes.

El feminismo radical, alentado y subvencionado por la izquierda institucional es un ejemplo de una causa noble explotada en beneficio de unos pocos que vieron un negocio boyante. Desaprovechar la ocasión es un pecado para este tipo de personajes y se suben al tren sin pensarlo, cuando como ahora se queda sin frenos permanecen congelados para pasar desapercibidos, pero solo quedan más desnudos. Este movimiento es el nicho perfecto para políticos de poca monta con un discurso de manual para despuéscorrer a refugiarse en las polleras compañeras.
A todo esto hay que agregarle la violencia que ejercen a cualquier crítico del movimientoconvirtiéndolo en un apestado digno de morir lapidado en redes sociales. Señoras y señores. El feminismo razonable, aquel que buscaba defender a la mujer lamentablemente fue apuñalado por esto que tenemos hoy en día.

La violencia hacia la mujer existe, es doloroso y condenable. Utilizar el garrote del derecho penal sin preguntarse de dónde viene el fenómeno es simple, inmediato, tranquilizador y redituable en lo electoral. La sobrexposición mediática solo banaliza el problema y hace que muchas víctimas reales permanezcan en silencio.

Estamos ante un problema real y profundo, necesitamos soluciones reales y profundas, hay que identificar el punto de activación. ¿Qué causa la violencia contra las mujeres? ¿Es la cultura, la educación o algo más? Si se elimina la causa, la mayor parte del problema desaparecerá y en la educación tenemos la clave para cambiar el modelo de sociedad, hay que ayudar a las personas a crecer como seres humanos Con esto desaparece parte del problema, no todo, ya que algunas personas son violentas por naturaleza.

La educación siempre será la forma.

6 COMENTARIOS

  1. Sabés quién sabe qué es lo que causa la violencia hacia las mujeres? Las feministas radicales que hemos leído todo material que existe para educarnos y poder entender qué es lo que nos hace el objeto de la violencia de los hombres. Hablas de educación, te sugiero leas a alguna feminista radical (te recomiendo dos, Ana de Miguel y Amelia Valcárcel) para no seguir publicando mamarrachos como este.

    Acá dejaste bien claro lo que ya sabemos las mujeres: el pacto de caballeros no se rompe, y detrás de este pobre ataque al feminismo está un tipo que tiene cola que le pisen y un miedo enorme de que le saquen la careta. (Un miedo estilo, «si ya le cayeron a mi amigo Roberto y yo soy igual de basura me van a descubrir a mi también!»). La solución que te doy para no sentir ese miedo es NO ser un violento cuando te relaciones con mujeres.

    Parece que tenes una gran confusión sobre qué es feminismo radical, en particular porque es el único feminismo que incomoda de verdad, y tanto es así que no hay partido político ni sector que se anime a promulgar alguna de sus ideas, entre ellas abolición de la prostitución, de los roles de género, de la explotación reproductiva y mucho más. No hay guita acá, porque no hay rédito político en algo que va en contra del status quo.
    Tal vez te referís a otro tipo de feminismo que está más en línea con el transgenerismo y el «trabajo» sexual. Te aclaro que eso no es feminismo radical, y si te referís a radical tenés que saber que no es sinónimo de extremo sino de raíz, porque busca eliminar la raíz del problema de la violencia hacia las mujeres: la opresión por motivo de sexo a través del género.

  2. Respetuosa columna que marca la diferencia entre libertad y libertinaje, una columna que es fácil de seguir en los hechos ya que no es necesario ir muy lejos para enlazar todos los puntos. Es una columna que valoriza a la mujer como tal y su lucha a través del tiempo.

    En cuanto al comentario de la muchacha de más arriba, le vendría bien saber que simboliza Marcelo Olivera para quienes lo conocemos personalmente. Es de los ediles suplentes mas jóvenes de su departamento y un defensor de las mujeres desde su posición. En varias ocasiones los micrófonos abiertos y el radio pasillo hicieron de las suyas dentro de la Junta Departamental de Durazno contra las mujeres y Olivera fue el único en salir a la primera a defender a las mujeres. Es de los pocos hombres que reconoce y valora a la mujer justamente por ser mujer por su educación e historia familiar. Así que ese comentario se hace desde la ignorancia más absoluta y queriendo descalificarlo solo demuestra lo que dice la nota al intentar convertirlo «en un apestado digno de morir lapidado en redes sociales».
    Ataque, ataque y más ataque. Auto critica, nada.

    Olivera es un señor que desde el respeto, la humildad y la firmeza hizo de su nombre una marca registrada. Un caballero que no necesita mostrar su vida intima o su privacidad para ganar votos o la simpatía de nadie.
    Necesitamos más jóvenes como este columnista, directo, frontal y con pocas pulgas, pena que su partido en Durazno lo menosprecia y no le da el lugar que se merece.

  3. Me parece que Maria Elena se enojó…pero no la leo cuestionando al diputado mencionado sino a quién escribe una columna describiendo a su corriente…hay verdades que duelen!!

  4. Entiendo se pueda estar de acuerdo o en contra de una publicación. En los comentarios de Maria Elena veo dos estilos muy distintos a la hora de expresar su parecer. En uno de ellos, lo que sería la segunda parte, se nota argumentos y fundamentos de su opinión que es muy distante respecto a la editorial. Pero en la primera parte, al inicio, con comentarios como: «mamarrachos», «..detrás de este pobre ataque al feminismo está un tipo que tiene cola que le pisen y un miedo enorme de que le saquen la careta. Un miedo estilo, «si ya le cayeron a mi amigo Roberto y yo soy igual de basura me van a descubrir a mi también!»…». Me generan ese fuerte rechazo a continuar leyendo y predisposición a toda persona que se presente a argumentar ese punto de vista.

    Si la intención es poder avanzar en estos temas, y me refiero a ambos lados, entiendo que la forma es tendiendo puentes, argumentos basados en datos evidenciables y principalmente fomentando el respeto y confianza entre quienes lo quieran trabajar. De esta forma las distancias serán cada vez mayores y la única preocupación va a ser cerrarme a defender mi postura, va a ser mucho mas difícil para mi abrirme a una persona u opiniones que se presenten de esa manera.

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