¿Qué es el «Pensamiento Catedral»?

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Por: Redacción Contexto

Extractado de una entrevista de la BBC News Mundo, diciembre 2020

El filósofo Roman Krznaric nos dice que el “Pensamiento Catedral” puede ser una de las grandes lecciones para pensar el mundo del futuro.

¿Qué nos pueden enseñar las grandes catedrales que se construyeron siglos atrás?

Krznaric, denuncia que vivimos en «la era de la tiranía del ahora», que tiene un «cortoplacismo frenético» en la raíz de las crisis que estamos enfrentando y que «necesitamos reconectarnos con la tierra y con los largos ciclos del tiempo».
Una de las razones por las que el cortoplacismo es un gran problema, es porque nos hemos dado cuenta de que en el siglo XXI tenemos muchos desafíos a largo plazo: está el cambio climático y la pérdida de biodiversidad; las nuevas tecnologías como la inteligencia artificial y el bioterrorismo, por ejemplo.

Hay muchos temas que requieren pensar a largo plazo y la pandemia es uno de ellos. Se sabe que los países que habían creado planes pandémicos a largo plazo han enfrentado el virus más efectivamente que los que no, por ejemplo, Estados Unidos o Brasil. Esa es una de las razones por las que sabemos que la planificación a largo plazo importa ahora más que nunca.

​El pensamiento catedral es la capacidad de concebir y planificar proyectos con un horizonte muy amplio, tal vez décadas o siglos por delante y, por supuesto, se basa en la idea de las catedrales medievales. En Europa, la gente comenzaba a construirlas y sabía que no las verían terminadas en el transcurso de sus vidas.

La catedral de Canterbury es una de las arquitecturas cristianas más antiguas de Inglaterra y se estima que lo que vemos hoy es una fusión de 900 años de obras de construcción y ampliación.

Se trata de hacer algo con una visión a muy largo plazo. Los seres humanos han sido muy buenos en ese tipo de pensamiento, mucho más de lo que nos imaginamos.

Esa forma de pensar permitió levantar la Gran Muralla China o viajar al espacio, construir Machu Picchu o Brasilia: no sólo era actuar para el aquí y el ahora.

Creo que es una habilidad que podemos desarrollar. Las empresas pueden hacerlo para crear planes de sostenibilidad de 100 años. De hecho, ya muchas lo están haciendo. Los gobiernos también pueden hacerlo.

El «pensamiento catedral» va más allá del aquí y del ahora, dice el experto pero hay un problema terrible con la democracia y es que no les damos derechos o una voz representativa a las generaciones futuras.

Sabemos que nuestros políticos apenas pueden ver más allá de las próximas elecciones o del último titular. Pero también sabemos que nuestras acciones están teniendo consecuencias en todas las generaciones futuras.

Algunas personas ven el futuro como algo muy distante, 100 años es mucho tiempo y lo que pase entonces no nos va a afectar, pero hay 7.700 millones de personas vivas hoy. Solo en los próximos dos siglos, nacerán decenas de miles de millones de personas. ¿Y cómo nos van a juzgar? Entre ellos estarán nuestros nietos y sus nietos, sus amigos y sus comunidades.
¿Y cómo nos mirarán por lo que hicimos o no hicimos cuando tuvimos la oportunidad?

Claro que creo que en la vida cotidiana ese futuro puede parecer muy lejano. No podemos sentir el aumento del nivel del mar o de la temperatura en 2100, pero podemos usar nuestra imaginación. Eso es extraordinario.
Tú o yo podemos sentarnos e imaginar a nuestros hijos. Por ejemplo, piensa en el cumpleaños 90 de tu hijo. Está rodeado de familiares y amigos y se asoma por la ventana.

¿Qué tipo de mundo hay afuera? Tal vez sea una hermosa utopía o un mundo en llamas.
Es un experimento mental. ¿Qué les diría de mí a sus amigos y familiares, qué diría de su antepasado fallecido hace mucho tiempo, sobre el legado que le dejé?

Y al hacer ese ejercicio, me doy cuenta, y esta es la parte realmente importante, de que no están solos. Veo que son parte de una comunidad, pero también de la red del mundo viviente: del aire que respiran, de la comida que hay disponible, del agua que beben.
Entonces, si me preocupo por su vida, necesito preocuparme por toda la vida.

Ese experimento realmente utiliza una parte única del cerebro humano que es la de pensar a largo plazo. La mayoría de las criaturas, de los animales, no tienen esta capacidad de pensar con tanta anticipación. Somos increíbles por poder hacerlo y pese a que es algo extraordinario, no la usamos muy a menudo. Hacerlo nos puede motivar a actuar.
Nuestra tecnología, por ejemplo, está diseñada para sacar a relucir nuestro cerebro de corto plazo.

Debemos aprender a convertirnos en pensadores de catedrales. Debemos empezar a planificar a largo plazo. Si no podemos aprender esta lección de 2020, no habremos aprendido casi nada y eso será una tragedia», señala Krznaric.

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