ENTRE LA TRINCHERA Y EL RELATO. Por Marcelo Martín Olivera

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En el segundo semestre vimos a los sindicatos de la educación movilizarse en contra de la Reforma Educativa, sería algo sano si lo hicieran desde el respeto y desde el lugar que ocupan o aspiran a ocupar, el de docentes y futuros docentes. En una columna (Con licencia para vandalizar) y una nota de portada (El CEIPA y la construcción de la trinchera cultural) en este Semanario relate en primera persona lo sucedido, soy estudiante del IPA y obviamente todo esto me afecta en el curso normal de la carrera.

Lamentablemente en el caso del IPA toda la movida contra la reforma corre por cuenta y orden del gremio de ese instituto, el CEIPA, quiénes demostraron con total desparpajo ser un comité de montoneros disfrazado de «Centro de Estudiantes». Las pintadas en la fachada del mencionado instituto lo demuestran, al parecer gustan de que el instituto que les da formación para ejercer la docencia (y cuyo mantenimiento sale del bolsillo de los uruguayos) se parezca cada día más a un módulo penitenciario en su fachada.

Si vamos al detalle de las pintadas vemos claramente que las mismas expresan ideas totalitarias, abusivas y que proponen el desorden por encima de cualquier ley. De lejos se puede leer en letras negras «A Pizzichillo y a Robert los vamos a echar» en referencia a autoridades de la educación ¿Con qué autoridad hacen esas exigencias? Una decisión de ese calibre es tomada por gente preparada para esos cargos y con la evaluación correspondiente de su gestión ¿Acaso pretenden desconocer ese procedimiento e imponerse a la fuerza?

En otro detalle de las pintadas dejan en claro su punto de vista totalitario al arrogarse el derecho a la posesión de los muros y catalogando a la reforma educativa de «dictatorial» ¿Y los autores de las pintadas no lo son? ¿Con ese pensamiento piensan dar clases?

Pero esto no es lo único, en las últimas horas se vio una publicación en Instagram bastante agresiva respecto a las clases. El CEIPA viendo que su lucha no daba los amargos frutos esperados y que el apoyo de los estudiantes iba mermando con el correr de los segundos decidió emitir un comunicado presionando a los docentes.

Dicho comunicado fue borrado, pero en la era de las capturas de pantalla todo se almacena.

En dicha carta abierta reclaman el derecho a dar parciales y a qué se le reconozca como parte del derecho a huelga la no presentación de trabajos durante el periodo de la misma, además a modo de extorsión colocan una serie de frases que dan a entender «esto lo hicimos juntos y no les soltamos la mano». Al final catalogan a los docentes que no adhieran sus pedidos de «intransigentes» y dejan en claro que van a tomar «medidas de presión» hacía los que no obedezcan. Dicho esto ¿Así piensan que representan a TODOS los estudiantes del IPA?

Con este escenario a la vista queda claro que la última pregunta se responde sola ya que el universo de estudiantes del IPA es muy grande y no todos estamos de acuerdo con estas medidas. Muchos estudiantes del IPA tenemos que estudiar a contraturno de nuestros trabajos y anhelamos el día de poder sentir el «profe» de parte de un adulto que hace muchos años fue nuestro alumno. Muchos estudiantes del IPA no nos sentimos representados por este gremio totalitario que considera tener la razón y que toma las decisiones en asambleas cerradas a unos pocos seguidores y difusores de discursos predefinidos desde algún Comité político.

Un día sí y otro también queda demostrado que el pensamiento del CEIPA es más cercano a los tiempos de la bomba atómica que a los actuales tiempos de la inteligencia artificial, están (al decir del título de la columna) Entre la trinchera y el relato.

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