El carácter epistemológico de política con respecto a la praxis de esta como concepto, es de una estética inconmensurablemente noble, su virtud radica en el bien que se pretende obtener con ella.
Desde la llamada prehistoria; Sea, desde lo sucedido antes de la grafología, la escritura, el lenguaje “gramatizado” y muchos aspectos de lo que constituye la comunicación como poder, el mudo ha venido sufriendo una constante forma alienante de desarrollar su cotidianidad. La idea de conseguir la solución para aliviar los obstáculos y las necesidades del individuo humano se ha concentrado en poner en las manos del sujeto; el objeto. Esta característica, etimológicamente, se basó en la alimentación como alter ego para nominarla. De este modo se concibió “la cultura” como objeto de alivio de las masas para salvar avatares, necesidades primordiales y eventos concernientes a la economía ecológica. Dicho de otro modo, establecer un orden en función de solventar las necesidades cotidianas de un pueblo o nación que tenga de impronta el conocimiento, porque y como del problema, tanto humano o social como de catástrofes movidas o motivadas por la inclemencia de la naturaleza. Teniendo como objeto la ciudad sería: política, cuyo orden y manejo está sujeto al liderazgo.
En este cáliz de desarrollo se originó como corolario la actividad del individuo destacado. Éste sorprendido y curioso se enfrenta a tales avatares para: 1) conocerle desde cerca, 2) adentrarse en su contenido, 3) manejarlo. 4) Si tal obstáculo que motiva a la tranquilidad del individuo y por ende, a todo lo que le circunscribe, incluyendo a los otros seres con quien comparte su vida cotidiana es violento, necesariamente tendrá que aprender o adiestrarse y ejercitarse para vencerlo. 5) por último en la medida del poder y la habilidad para resistir del sujeto opuesto al bienestar y la tranquilidad del individuo y su entorno habitado, de forma que sea infructuosa la lucha o disputa, en esa medida, quien tiene en su haber la decisión -ganada por el mérito antes explicado- tendrá como opción la alianza.
Esto explicado anteriormente es la praxis que debe identificar a los líderes. De estos, – considerando sus funciones ante la colectividad- hay diferentes clases. Empero, teniendo en cuenta la importancia del orden y la eficacia en sus objetivos, los principales son los espirituales y los políticos. Estos, sin restarles importancia a otros que atienden aspectos primordiales de la economía cultural de los pueblos, tienen el deber u objetivo de mantener: Los primeros, paz interior y comunión con los otros en la medida de identificarse como seres que atienden o contienen una misma naturaleza como causa cosmogónica. Por ende, cultivar la mente en función del bien común. O sea, tener como cosecha paz entre las almas. De esto, deviene la trascendencia de su espíritu y la de los otros en la Historia. los segundos tienen como deber promover el orden, la disciplina, la administración, la economía y la justicia a nivel público. Estas dos clases de liderazgo aun cuando tienen como objeto el bien común deben mantener una actividad paralela y una relación limitada pero no ligada por intereses ajenos a la moral y a la justicia. Lo contrario es corrupción, cuya participación debe ser aborrecida y sancionada por un lado y execrada y condenada por repugnante y deplorable por el otro.
Dado que somos de la misma especie y tenemos la virtud de utilizar la mente con eso llamado inteligencia cuya propiedad no es exclusiva ni superior en unos e inferior en otros, sino que deriva de acuerdo con el interés y la voluntad dedicada a diferentes disciplinas, conceptos, tópicos, etc., y a los cuales se le dedica lo que llamamos tiempo para conocer y adquirir diferentes niveles de habilidad; todos, absolutamente todos, tenemos el mismo derecho de participar en el concurso para tomar decisiones en función de aliviar necesidades o manejar los peligros que acechan a la comunidad en determinado momento o eventualidad. Igualmente, para concertar armonía y paz a nivel público.
En este punto es cuando la capacidad de desenvolvimiento del individuo le da mérito para ejercer la función de líder. No obstante, el verdadero líder aun cuando es capaz de sostener una gestión proba en función del bienestar social, debe saber que no es indispensable, pues, derivado de las diferentes habilidades que se ciernen en la existencia de cada quién, todo individuo con aspiraciones del manejo publico y que presente una propuesta viable tiene derecho a participar para ser elegido timón de ese barco que es la política. Con ello, gestar la cosa pública.
Cuando esta opción es obstaculizada en detrimento del concurso para un posible liderazgo, bien sea, el gobierno de un país, al punto de crear inhabilitaciones u ostracismo. En esa medida se observa la decadencia de la política, no como concepto sino como praxis.
La escritora y filosofa rusa Alisa Zinóvievna Rosenbaum (San Petersburgo, 1905- 1982), conocida como Ayn Rand, afirmaba que el hombre debe elegir sus valores y sus acciones solo mediante la razón; para ella, cada individuo tiene derecho a existir por sí mismo, sin sacrificarse por los demás, ni sacrificando a otros para sí y, que nadie tiene derecho a obtener valores provenientes de otros recurriendo a la fuerza física. O sea, la fuerza que le otorga un gobierno. Entre sus escritos tenemos lo siguiente, cito:
“Cuando te das cuenta de que, para producir, necesitas obtener autorización de quienes no producen nada, cuando compruebas que el dinero es para quien negocia, no con bienes sino con favores, cuando te das cuenta de que muchos son ricos por sobornos e influencia, más que por trabajo, y que las leyes no nos protegen de ellos, más por el contrario, son ellos los que están protegidos. Cuando te das cuenta de que la corrupción es recompensada y la honestidad se convierte en autosacrificio. Entonces podrías afirmar, sin temor a equivocarme, que tu sociedad está condenada.” Ayn RAND.
Esto denunciado por A. R. es el cima de la corrupción, es decadencia política.
Joise Morillo
Venezuela-USA