A la hora 23.15 del jueves 1 de febrero de 1973, se irradiaba en el programa “Tomándole el pulso a la República” de Radio Carve, un mensaje, gravado esa tarde, del Senador Dr Amílcar Vasconcellos, al pueblo uruguayo. En el mismo denuncia que el país está entrando nuevamente en otro período “militarista” y en una de las partes sustanciales de dicha alocución radial manifiesta: “Nadie, sin embargo, salvo por cobardía, por comodidad o por ceguera histórica, tiene el derecho de ignorar que hay en marcha en este nuestro Uruguay- más allá de las declaraciones que se hayan hecho y que se puedan hacer- un movimiento que busca desplazar a las instituciones legales para sustituirlas por la omnímoda voluntad de los que pasarían a ser integrantes de la internacional de las espadas”, y culmina su extensa exposición oral: ”Que nadie se haga ilusiones Latorre llegó y nadie ha olvidado como se tuvo que ir, los latorritos que tratan de llegar- aunque puedan lograrlo mediante la ayuda de cobardes y traidores- que no olviden la lección histórica”.
Los hechos no eran nuevos, los había denunciado el 19 de octubre de 1972 el por entonces Ministro de Defensa Dr Augusto Legnani, quien elaboró un documento que rebatía lo sustentado en un trabajo de Estado Mayor en el seno del Ejército, que indirectamente le había llegado a su poder. Debemos recordar que en esa misma fecha el mencionado Secretario de Estado debió renunciar al igual que el Comandante en Jefe del Ejército Gral Florencio Gravina. Todo ello había sido denunciado por el Senador Vasconcellos en la sesión de la Asamblea General de 29 a 30 de noviembre de 1972, donde el nuevo Ministro de Defensa Dr Armando Malet restó trascendencia al documento de Estado Mayor, al que calificó de simple trabajo de estudio sin aprobación superior.
El viernes 2 de febrero de 1973 el Presidente de la República Bordaberry le contesta por escrito al Senador Vasconcellos: “He afirmado una y otra vez, y lo reitero en esta oportunidad que no será con mi consentimiento que el país se apartará de su tradición democrática, y reafirmo una vez más la voluntad de cumplir con el mandato de entregar el poder sólo a quien determine la voluntad soberana del pueblo”. No obstante, los Mandos Militares del Ejército y de la Fuerza Aérea no quedan satisfechos con la respuesta presidencial.
El miércoles 7 de febrero de madrugada es aceptada la renuncia del Ministro Malet, designando el Presidente en su lugar al Gral (R) Antonio Francese, quien a la hora 10 asume sus funciones. Los Comandantes en Jefe del Ejército Gral César Martínez y de la Fuerza Aérea Brigadier José Pérez Caldas le contestan públicamente a Vasconcellos, no firma el comunicado el Comandante en Jefe de la Armada Contralmirante Juan José Zorrilla.
En la noche del 7 y la madrugada del 8 de febrero en la Sede de la Región Militar Nº:1 se reúnen cinco Generales, los cuatro Jefes de Región y el Jefe del ESMACO y once Coroneles, y resuelven desconocer la autoridad del Ministro Francese y solicitar al Presidente su relevo. Ello es apoyado luego por la Fuerza Aérea y no así por la Armada.
El jueves 8 de febrero presenta renuncia el Comandante el Jefe del Ejército Gral César Martínez, el que es subrogado por el Gral José Verocay quien se manifiesta leal al Ministro Francese al igual que el Jefe del Estado Mayor del Ejército Gral Luis Rodríguez, junto a seis de los once Coroneles que revistan en el Comando General.
Los sublevados desconocen al Gral Verocay y designan como Comandante en Jefe del Ejército en Operaciones al Gral Hugo Chiappe Pose, quien es el más antiguo de ellos, el de la derecha en la jerga castrense. Bordaberry junto a Francese se dirige a las 22,00 horas por cadena de radio y televisión defendiendo la institucionalidad y exhortando a la población a que lo haga. El Presidente sale al balcón del Palacio Estévez, junto a sus colaboradores y dirigentes políticos que le apoyan. Pero la concentración popular es un rotundo fracaso.
El Comandante en Jefe de la Armada, clausura la Ciudad Vieja y los efectivos a su mando toman posición de combate en tierra y mar. Los efectivos desmandados del Ejército y de la Fuerza Aérea desde la tarde anterior se encuentran acuartelados en todo el territorio nacional. Para la noche, por un acuerdo inter fuerzas se levanta el cerco y se logra una distensión.
El 9 de febrero a las 22 y 30 los Comandantes sublevados libran el comunicado Nº:4, al día siguiente es complementado por el Nº:7. EL Consejo de Ministros renuncia al mediodía, pero el Presidente sólo acepta la dimisión de Francese. Al interior de la Armada se produce una insubordinación, en el Área Naval del Cerro, a cargo de los Capitanes de Navío Jorge Nader y Hugo Márquez, con el apoyo del Contralmirante ® Francisco de Castro.
El sábado 12 de febrero presenta renuncia el Comandante en Jefe de la Armada, luego se haría cargo del Comando General de dicha Fuerza el Capitán de Navío Conrado Olazábal, quien se identifica con sus colegas del Ejército y la Fuerza Aérea insubordinados. Sin apoyo político, ni militar, ni popular, el Presidente Bordaberry el lunes 12 de febrero de 1973 concurre a la base aérea de Boisso Lanza y acuerda con los Mandos insubordinados, la creación del COSENA, que significaba la participación de las FF.AA. en la conducción política del país, para darle “seguridad al desarrollo”.
La próxima semana abordaremos las actitudes de los distintos sectores políticos frente a la crisis de febrero.
Vivimos esos dias. Los documentos militares que se analizan en forma parcial eran simples apreciaciones de situacion. Nunca fueron planes y ni siquiera ante los momentos de mayor apasionamiento surgio ningun documento militar que permita avizorar un plan para dar un golpe. Los militares asumian su responsabilidad con absoluto desdeño de lo que significaba para los politicos el poder. Ellos,blos politicos, fueron quienes precisamente enceguecidos y sin escrupulos llevaron al presidente a disolver las camaras.
Si los militares ubiesen permanecido pasivos, hoy eramos otra Cuba.